insalvable para concluir el trabajo: sustitución de las asignaturas por áreas, promoción automática, supresión del Cuerpo de Catedráticos de Bachillerato, creación de las llamadas competencias básicas. Por otro lado, nada de esto habría sido posible sin la inestimable ayuda de quienes se hacen llamar “agentes sociales”. Que la Administración considere únicamente a las asociaciones sindicales de la enseñanza interlocutores válidos para cualquier negociación no sólo no es democrático sino que pretende el control y el amordazamiento de toda disidencia, y más teniendo en cuenta que éstas son subvencionadas por aquél, que su capacidad de influencia depende de unas elecciones con listas cerradas y que su máxima aspiración consiste en entrar en las diversas mesas sectoriales, agencias de clientelismo, blocaos de intoxicación política, figones de sinecuras. Así pues, lo peor de semejante panorama no fue el escamoteo progresivo de méritos y privilegios, sino el silencio con que se acató el sacrificio. Se engañan los preceptores cuando achacan parte de los males sufridos a una autoridad mermada. El Cuerpo de Profesores de Secundaria no ha perdido preeminencia sino, precisamente, corporeidad. No resulta extraño que, entre el lamento y la aquiescencia, todavía se encomienden a la vana promesa de un “deus ex machina”. La irrupción en las aulas del pensamiento dominante del régimen político tuvo su inicio con el nacimiento de la Constitución de 1978. Su presencia desde los más bajos niveles de la EGB, sobre todo en la asignatura de Ciencias Sociales, fue, sin duda, algo concertado y sufragado por los poderes públicos y auxiliado por las diferentes editoriales de libros de texto -recuérdese de dónde surge el difunto señor Polanco y el grupo mediático PRISA- y la complicidad de la mayoría de los profesores. En un momento tan crítico de la historia de España se hacía necesaria la proclamación del nuevo evangelio político sin que nadie -ni siquiera, insisto, la empresa privada dedicada a la edición de libros de texto- osara ponerlo en duda. El ideario, sin embargo, se centró, antes que en el articulado de la Carta Magna, en una suerte de moral buenista y políticamente correcta que abordaba, mediante hipnopedia huxleyiana, temas tan imprescindibles para la sabiduría del estudiante como la educación vial, el respeto de las zonas verdes de la ciudad o la solidaridad con los pobres de Etiopía -por aquel entonces paradigma de la miseria-. El nacimiento de las asignaturas transversales en 1990 y de Educación para la Ciudadanía actualmente no ha supuesto un salto cualitativo importante. La cosa estaba ya inventada. La piadosa enseñanza, concebida como un instrumento de cambio social, sólo se pudo materializar en la prolongación de su obligatoriedad y en la desaparición de toda autoridad, ocasionando, además, que la educación en valores, arraigado cometido de la familia, pasara a la escuela y que ésta no tuviese ningún reparo en delegar en aquélla su tradicional responsabilidad en la transmisión del saber humano. Al estar hoy vedada la promoción social a los alumnos que no poseen incentivos suficientes en el hogar, el efecto que se pretende no sólo atañe a ideologías o a programas de partido sino a la base misma del régimen de poder, revelando así los dos factores capitales que, desde el ensayo de Étienne de la Boétie, explican qué cosa sea la servidumbre voluntaria: la tutela y la ignorancia. A estas alturas, el maestro que crea que no está preparando a sus chavales para el futuro se engaña absolutamente. Debe saber que sí los adiestra, pero ahora no para ser ciudadanos sino para ser “otra cosa”. La poca exigencia en la superación de un ciclo vital tan determinante para la forja de la personalidad de cualquier adolescente desemboca en la falta de responsabilidad, en la configuración de un universo tutelado donde la libertad se reduce a la exigua capacidad de elegir alternativas predispuestas. Varias generaciones han salido ya de los institutos trasladando ese beneplácito en la no libertad o servidumbre. A medida que la sociedad civil se llena de conciencias débiles y controladas, la civilidad ha ido quedando excluida de unas relaciones que siguen ahora pautas bien distintas. Así como una de sus bases, la libertad, ha delegado sus funciones de supervisora, de creadora de responsabilidad moral en una estructura superior, el Estado, el sistema educativo ha dejado en manos de la sociedad de la tutela, del Gran Hermano orwelliano, su coherencia fundacional. El alumno alienado y el individuo social alienado son síntomas de la misma enfermedad. Por último, el vaivén de leyes y de planes de estudio que muchos han criticado no se debió a que la enseñanza fuese un arma arrojadiza de los sucesivos gobiernos en el poder, sino a la exigencia de crear mecanismos de justificación de lo que existía y existe, la salvaguarda del orden establecido. Con la apariencia de “sana confrontación democrática” en realidad se ha estado poniendo en práctica, desde hace más de treinta años, el gatopardiano principio de que hace falta que algo cambie para que todo siga igual. Desde otra perspectiva es imposible comprender cómo nadie ha sido capaz de ponerse manos a la obra para arreglar el desaguisado, o cómo, con el fin de enderezar el rumbo de las últimas estadísticas negativas, se sigan ofreciendo soluciones -los programas electorales de los principales partidos políticos están ahí para comprobarlo- tan pueriles, tan cobardes, tan absurdas. En una realidad política edificada a partir de simulacros de representación ciudadana, toda confrontación orbitará en torno a cuestiones decididas o pactadas con anterioridad para que cualquier superficie obtenga la apariencia de abismo decisivo. Por una vez, nadie miente. Puesto que ninguno de los partidos con opciones de gobernar debe saltarse el guión, únicamente las polémicas de la enseñanza privada y concertada, de la Educación para la Ciudadanía y de las veleidades nacionalistas pueden estar recogidas en sus respectivos programas electorales. Si a estas alturas hay gente todavía capaz de mostrarse desengañada con unos partidos que, teniendo la oportunidad de reformar a fondo la enseñanza, incurren en imprecisiones que silencian los verdaderos remedios, es porque no ha comprendido que éstos, como representantes del Estado y no de sus votantes, sólo aspiran a perpetuar un régimen político del que se nutre. Y está demostrado que el actual sistema educativo conviene al régimen. Con estas tres soluciones, la partidocracia española ha podido sobrevivir hasta el momento presente. La consecuencia -enmudecidos los principales agentes de la enseñanza y sofronizadas las conciencias de varias generaciones de estudiantes-, que vivimos y viviremos durante muchos años, es la ignorancia, tutelada por el Estado y financiada por la oligarquía. Hasta tal punto se han armonizado régimen político y sistema educativo que es imposible que éste cambie en lo sustancial sin la sustitución de aquél. página anterior {!jomcomment}
Finanzas ejemplares
En la ronda de reuniones para preparar la cumbre del G-20 los presidentes del Santander, BBVA, La Caixa y Caja Madrid han sido los primeros en acudir a la Moncloa. Éstos han comunicado a Zapatero la necesidad de mayores controles en el sistema financiero internacional, coincidiendo todos en las “buenas prácticas” de los bancos españoles, que velan por la seguridad de sus inversiones y los depósitos de sus clientes, lo que les ha llevado a convertirse en un ejemplo de solvencia en el panorama de incertidumbre global. Más tarde se presentaron los presidentes de las patronales CEOE y CEPYME, y los secretarios generales de CCOO y UGT, quienes reclamaron que se devuelva el protagonismo a la economía real y productiva por encima de la financiera. Las cajas de ahorro, que en teoría son entidades públicas sin ánimo de lucro cuya mayor parte de sus beneficios debería destinarse a obras sociales, representan la mitad del alabado sistema financiero español. En 1985 se promulgó la Ley de Órganos Rectores de Cajas de Ahorro (la Lorca), que rige para todas las cajas y que otorgó a los ayuntamientos y comunidades autónomas la posibilidad de controlar o manejar sus consejos de administración. Tras la aprobación de la Lorca, los partidos no sólo mandan en las cajas merced a sus cuotas en las administraciones locales y autonómicas, sino también a través de las asambleas de impositores, en las que participan mayoritariamente sus militantes y los de los sindicatos, que también están metidos en los consejos. Miguel Blesa ha estado al frente de Caja Madrid desde 1996 por la gracia de Aznar. En el próximo mes de marzo se llevará a cabo una renovación parcial de los consejeros de la caja en la que estaría incluido el cargo de presidente, que ocupa uno de los sillones correspondientes a la Comunidad. Sin embargo, una disposición de los estatutos de la caja permite a Blesa un tercer mandato de seis años, que además cuenta con el apoyo de los sindicatos, IU y Gallardón y la abstención del PSOE, lo cual, junto a su negativa a dar cobijo a algunos dirigentes del PP como Acebes y Lamela, ha provocado la desaprobación de Esperanza Aguirre. hechos significativos La Generalitat exige disculpas a “The Economist” por un reportaje en el que se denuncia “el dogmatismo lingüístico” de los nacionalistas. La duquesa de Alba también solicita el secuestro judicial de un número de la revista satírica “El Jueves”.
Acción y condición
Ganamos (foto: mysi marie) Acción y condición O tan lejos, tan cerca. Baraca Obama representa un renacimiento político para la sociedad estadounidense y simboliza el triunfo de la virtud -estrechamente asociada a la República desde Montesquieu- para la Humanidad. Los españoles naufragamos en mitad de esos dos emocionantes océanos. Entre la acción de la persona que no puede tenernos en cuenta aunque quiera, condición de la Política y del Obama hombre, y la maravillosa convicción de que la revolución es posible, condición de la Historia y del Obama mito. Si el idealismo es lo suficientemente real como para afianzar el sentido de sí misma que, como una proyección, necesita la existencia humana; y si es lo suficientemente realista como para reconocer el origen de su energía en los hechos de la Naturaleza (que incluye todo lo humano), no teme que las acciones de aquellos que lo encarnan puedan enfriar la fuerza moral que desprende. La condición del símbolo, y no la acción del hombre, inquieta al idealista sin desesperanzarlo. La ideología sin ideal, que significa la decadencia del pensamiento, encumbra los malos sentimientos y reedita las obras mediocres para que, al menos, el placer para-estético de reconocer lo conocido por todos alumbre la vida social. Ante esta situación, sólo un anestesiado (y el escepticismo lo suele estar) sería capaz de no sentir la convulsión moral que emana de la elección del señor Obama. Pero no se puede compatibilizar, y es contrario tanto al idealismo como al realismo político, lo que se es y aquello de lo que se está convencido con lo que no se puede ser (utopía) o sólo puede ser de otros (ideología, propaganda). La acción y su juicio son presente; la condición y su conocimiento son el presente visto con los ojos de lo sucedido; la convicción y su causa, el presente visto con la mejora que la fe añade al futuro. Imposible aunar todo en uno, ni siquiera cuando ese uno es don Baraca Obama, quien ha conseguido el más difícil todavía. Por otra parte, no hace falta; cuando el nosotros es universal (condición del ideal), sus victorias también serán nuestras.
Sindicatos estatales
Para su reunión en el G-20, el Sr. Zapatero ha recibido consejos de los principales actores en el sector bancario y sindical. Otro día se comentará el hecho insólito de que los propios banqueros le pidan que defienda un aumento de regulación, vigilancia y control de la banca privada por el FMI. La contradicción entre lo que se dice y se hace, aún es más patente en unos sindicatos que, sin conocer su propia naturaleza estatal, ni el objetivo de la reunión en Washington, insisten en la deseable restauración de la economía productiva, con preponderancia sobre la financiera. Si fueran sinceros y coherentes, lo primero que deberían hacer, al servicio de la producción, seria abandonar el Estado, dejar de ser corporaciones burocráticas y entrar en la sociedad civil, que es el único terreno donde estarían legitimados, en tanto que representantes de los trabajadores afiliados. La visita a Zapatero de los jefes sindicales ha coincidido con una encuesta de NC Report, para el diario La Razón, según la cual: sólo el 14,8 por ciento de los trabajadores está afiliado a los sindicatos; un 61,7 de los trabajadores nunca se afiliaron a ellos; un 51,2 quiere que sólo se financien con cuotas de sus afiliados; un 69,7 rechaza que la empresa pague todo o parte de la remuneración al liberado; y un 54,4 opina que los sindicatos han perdido influencia en la sociedad. En cuanto a la valoración personal de los jefes sindicales, ninguno alcanza el aprobado. Pese a ello, la opinión mayoritaria desea la fusión de los gemelos estatales UGT y CCOO. Sin control externo alguno, 800 millones de euros anuales son manejados por la burocracia sindical, pues aunque la ley obliga a realizar una auditoria privada, cuando la subvención estatal supera 600 mil euros, sin embargo, no es habitual que el Tribunal de Cuentas solicite la presentación de esas auditorias, según declara Don Andrés Gómez, responsable en CCOO de “Administraciones, Finanzas y Servicios”. Aparte de la contribución directa del Estado a los presupuestos sindicales, y del pago por la empresa a los liberados, las “subvenciones finalistas”, concedidas por instituciones públicas, superan con creces la suma de las cuotas de los afiliados. Sólo por este concepto CCOO y UGT reciben 400 millones de euros anuales. El imperio sindical se incrementa, además, con los sustanciosos y legítimos beneficios de sus cooperativas de vivienda, y con su participación en los Planes de Pensiones de grandes empresas. florilegio "Sin participar los sindicatos y la cultura, no estatales, en la formación de la hegemonía en la sociedad civil, todo gobierno es dictadura del capital."
Olvido intencionado
Cuando el INE publicó la Encuesta de Población Activa (EPA: un estudio estadístico) del tercer trimestre del año, la consideramos una radiografía de los músculos de la sociedad y recordamos que cuando el Servicio Público de Empleo Estatal publicase el paro registrado y el número de demandantes de empleo no ocupados (DENOS) correspondiente al mes de octubre, los datos de la realidad registrada serían demoledores. Pues este hecho tuvo lugar el día 4 de noviembre y sus resultados fueron peor de lo pronosticado. Casi todos los diarios se hicieron eco de esta situación, realizaron análisis y comentarios del paro registrado (2. 818.026); pero olvidaron que los parados, los demandantes de empleo no ocupados, han superado los tres millones, 3.083.563, lo que supone 186.008 más que en septiembre y 788.311 más que el año pasado. Estas cifras, relacionadas con la población activa, elevan la tasa del paro al 13,44%. Sin embargo el Presidente de Gobierno, en la comparecencia del día 3 de noviembre, se había lamentado de la magnitud de este problema y anunciado un paquete de ayudas a las familias que lo padezcan haciendo referencia a los datos de la EPA (al crecimiento de la población activa y a la tasa de paro derivada de ella: 11,3%). ¿Consideró más fiables estos datos? ¿No conocía los que se iban a publicar al día siguiente o se adelantó para evitar “comparaciones odiosas”? El día 5 de noviembre parecía que lo ocurrido había sido un pequeño “shock” fugaz, ya que la belleza de la democracia americana con el resultado de sus elecciones, sobre todo los relativos a la Presidencia de la República, hicieron olvidar que el enfermo (la economía española) seguía en la Unidad de Vigilancia Intensiva. Quizás pensaron que estos grandiosos acontecimientos alejarían a los críticos de la realidad hospitalaria de nuestra economía. Comparecencia parlamentaria (foto: Partido Socialista)
Pogromo estatal
Fue hace dos noches. Los judíos residentes en Alemania y Austria cenaban, leían, dormían o hacían el amor cuando entraron los uniformes de multitud a buscarlos. Algunos de aquellos fueron linchados, miles deportados, muchos robados, violados o insultados, los más afortunados sólo humillados ante sus familias. La noche de los cristales rotos. Fue anoche. Los españoles trabajaban, se nutrían o entretenían cuando la Banca, el sindicalismo vertical y el Gobierno de partido, entraron por la ventana. Si nuestros compatriotas eran enviados a la ruina o padecían una severa reestructuración de sus economías, si todos padecíamos una nueva conculcación del derecho a decidir para que España (la ajena) pudiera acudir arropada a la cumbre del asiento cedido, nadie los supo. El silencio aquiescente de quienes no deciden nunca, los ciudadanos, se impuso de nuevo. Los devastadores pidieron al Estado medidas de control para sí mismos porque lo sienten suyo: su policía, su abogado, su representante y su juez. Quizá también su amante y su chulo. La noche de los usurpadores amables. Pessoa y el "diálogo social" (fotos: nfcastro y Partido Socialista) Fue hace cuatro mil noches. Los brutales nazis y los gentiles usurpadores no contaban con la ambición de la libertad y Pessoa entró en la mentalidad con estos versos: Vivir no es necesario; lo necesario es crear. No cuento con gozar de mi vida; ni en gozarla pienso. Sólo quiero hacerla grande, Aunque para eso tengan que ser mi cuerpo y (mi alma) la leña de ese fuego. Noche de los latidos grandes, los que se escuchan siempre. Noche de libertad.
Analfabetismo jurídico
Mercedes Cabrera, Ministra de Educación Si el desconocimiento de la Ley no justifica su incumplimiento, corresponde al Estado la disposición de todos los medios posibles para que la ciudadanía conozca adecuadamente las instituciones y normas básicas que determinan su desenvolvimiento en sociedad. Sólo cuando la falsa originalidad de la cultura postmoderna convierte la ideología de los partidos de Estado, en extravagancia curricular o simple adoctrinamiento, se explica como lógica la ausencia en los programas de estudios de una asignatura que enseñe, al menos, los rudimentos de la regulación social de la conducta humana. La aproximación al Derecho como materia de obligado estudio se hace imprescindible en cualquier sociedad que aspire a la libertad individual y colectiva de sus ciudadanos. Sin la exigencia profunda y rigurosa que estudios superiores deben pedir al futuro jurista, el conocimiento de las instituciones del derecho tanto público como privado debe estar presente en el acervo educativo personal de quien se reclame libre. Si el conocimiento del significado de conceptos jurídicos tan elementales como el de propiedad o delito y de normas reguladoras del desenvolvimiento natural en la sociedad del individuo como son las más básicas del derecho de familia o los derechos frente a la administración, resultan herramientas indispensables en el desarrollo personal, el estudio de las instituciones democráticas y su funcionamiento resulta decisivo en toda sociedad que aspire a conservar o a conseguir su libertad. Hasta que ello ocurra, el analfabetismo jurídico vestirá como asuntos meramente técnicos aquellos que conforman el núcleo mismo de la Democracia y determinan la existencia o no de régimen constitucional. Es habitual en el discurso político oír hablar de Ley Electoral o del sistema de elección de representantes y miembros de la judicatura como asuntos simplemente adjetivos, sin importancia, cuando su correcta definición jurídica supone la formalización de la libertad colectiva. El mínimo conocimiento del Derecho por la ciudadanía como orden normativo e institucional de la conducta humana, es indispensable para vislumbrar la falsedad del Estado de partidos así como para poner en marcha los sencillísimos mecanismos que convertirían una oligarquía apátrida en una Democracia Constitucional.
Cénit del petroleo (III)
Obama visita un proyecto biodiesel (foto: Barack Obama) De adolescente estaba convencido de que si el ser humano había llegado a la Luna también habría inventado el motor de agua (barato e impoluto), y que si no había sucedido todavía era debido a una conspiración de puercos productores de petróleo y automóviles que lo impedían. Pero, al parecer, la realidad es algo distinta: separar el átomo de hidrógeno del de oxígeno en la molécula de agua requiere una gran corriente eléctrica, por el momento imposible de generar en vehículos pequeños. Aunque casi con seguridad ecológicamente inviables, resulta instructivo echar un rápido vistazo a otros sustitutos que unos y otros proponen para el petróleo. Tenemos, en segundo lugar, el biodiesel. Éste es un combustible no fósil (metanol), extraído de ciertas grasas vegetales como el maíz. Aunque a primera vista parezca una solución amable, se trata de todo lo contrario, pues para una sustitución completa tendríamos que talar y cultivar los bosques de varios planetas Tierra. Algunos analistas han señalado hasta qué punto su producción actual está afectando ya a los precios de la comida, como la triplicación del precio del arroz el año pasado. Después está la energía nuclear, que aunque acabe por sustituir la producción de energía en gran escala, todavía resta por considerarse el espinoso, más bien aterrador, problema de sus residuos. A no ser, claro está, que sigamos el ejemplo del gobierno estadounidense en sus guerras de Bosnia e Iraq, y utilicemos el uranio empobrecido como proyectil, al parecer el no va más en capacidad destructiva, pues puede no solo atravesar los blindados sino incinerar sus interiores, dejando después una feliz impronta radioactiva en la zona que durará miles de años. El gas natural tiene también, como el petróleo, sus días contados; y retornar al carbón, aunque al parecer queda todavía bastante, es sencillamente suicida, pues la emisión de carburos sería tan bestial que pronto nos veríamos envueltos en una nube negra de humo. Y por último están las llamadas arenas de alquitrán, el recurso más desesperado, que Hopkins compara humorísticamente con la extracción, por parte de un alcohólico, de los restos de cerveza caídos en la alformbra de un pub para convertirlos otra vez en alcohol y después bebérselos.
Le bon sens
La tradición filosófica sostiene que la libertad empieza cuando los hombres abandonan el campo de la vida política ocupado por la mayoría, puesto que no se puede experimentar en asociación con otros sino en interrelación con el propio yo, ya sea bajo la forma de un diálogo interior al que se llama pensamiento o de un conflicto interno o una lucha entre lo que quiero y lo que hago; pero sólo cuando el quiero y el puedo coinciden en el campo donde la libertad es una realidad que se expresa no sólo en discursos sino también en hechos, comprobamos la verdadera razón de la existencia política. Montesquieu consideraba inadecuados para la consecución de los objetivos políticos los conceptos religiosos y filosóficos de una libertad que solo exigiría el ejercicio de la voluntad, al margen de las circunstancias y los logros reales que aquélla se hubiera fijado. Por el contrario, la libertad política consiste en poder hacer lo que se quiere colectivamente. Por eso, en España los únicos que tienen libertad de acción política son los jefes de los partidos estatales, mientras que en EEUU los ciudadanos pueden regenerar un sistema político ensombrecido por las aventuras imperialistas y la influencia de las grandes corporaciones industriales y financieras, eligiendo directamente al hombre que proclama la necesidad de un cambio. La diferencia entre el discernimiento político y el pensamiento especulativo reside en que el primero arraiga en lo que llamamos sentido común o “le bon sens” que nos desvela la naturaleza compartida del mundo, mientras que el segundo trasciende el buen sentido sin cesar. Y en Europa seguimos padeciendo el predominio de la especulación filosófica en la cosa pública. Así, Rousseau, para rebatir a Montesquieu, sostenía que el poder ha de ser soberano, es decir, indivisible, porque una “voluntad dividida sería inconcebible”. Sin embargo, sabemos que la libertad y la soberanía no pueden coexistir. Cuando el pueblo se engaña con su propia soberanía, se rinde a “la voluntad general” de los detentadores del poder, que en España reviste la forma de una oligarquía de partidos juancarlistas. Para conquistar la libertad colectiva debemos renunciar precisamente a las opresoras soberanías, sean reales: la del Ejecutivo; o imaginarias: la popular. Rousseau (foto: litmuse)
Nobleza de la política
Obama (foto: IowaPolitics.com) Al resultar decisivo el virtuosismo en la ejecución de la medicina, de la navegación o del baile, los griegos extrajeron de esas actividades metáforas con las que aludir a la política; ahora bien, el teatro es el que conserva la mayor afinidad con ella, dado que los intérpretes necesitan una audiencia y un espacio público para mostrar sus habilidades y recabar aplausos y votos con los que proseguir la función. Los políticos españoles, como los jueces y los actores mediocres, siempre están en escena, encandilados con el espectáculo de sí mismos. Viven en un mundo de representación separado de la realidad civil, en un espacio preservado de los peligros de la integridad inteligente y de los movimientos ciudadanos autónomos. No es que haya un espécimen invariable; simplemente no podemos elegir a otros políticos porque han constituido una clase profesional cerrada, que solo permite ser renovada por cooptación de personas de su misma condición. En la aversión por la política, que es voluntad y producto de la acción, hay una confesión de impotencia que se escuda en el prejuicio de la innata corrupción de semejante oficio “maquiavélico”, en un mundo condenado a la maldad y estulticia de los hombres. Pues bien, fue este pensador renacentista el que contrapuso, en el campo de los asuntos comunes, el concepto griego de “bueno para” o adecuado, y el principio cristiano de una bondad absoluta que no es de este mundo y que además permite a los malvados “hacer todo el mal que quieran”. En las simplistas reflexiones sobre la supuesta condición inmoral de la política, sólo se atiende a la razón de Estado, y se olvida que el propio Maquiavelo sostenía que la tarea del político –que implica decisión, riesgo y responsabilidad- presupone la libertad del hombre y no abandonarse nunca al curso de los acontecimientos. Los creyentes en contubernios judeo-masónicos y Gobiernos en la sombra que representan el inatacable poder del dinero y manejan los hilos del mundo, ven en el nuevo presidente de los EEUU otro títere con el que distraer la atención de la sociedad del espectáculo. Frente al determinismo histórico, la pereza mental y el escepticismo paralizador, Obama infunde esperanzas colectivas al recordarnos que la política puede ser la más notoria manifestación de la lucha por la libertad y la justicia.

