Para su reunión en el G-20, el Sr. Zapatero ha recibido consejos de los principales actores en el sector bancario y sindical. Otro día se comentará el hecho insólito de que los propios banqueros le pidan que defienda un aumento de regulación, vigilancia y control de la banca privada por el FMI. La contradicción entre lo que se dice y se hace, aún es más patente en unos sindicatos que, sin conocer su propia naturaleza estatal, ni el objetivo de la reunión en Washington, insisten en la deseable restauración de la economía productiva, con preponderancia sobre la financiera. Si fueran sinceros y coherentes, lo primero que deberían hacer, al servicio de la producción, seria abandonar el Estado, dejar de ser corporaciones burocráticas y entrar en la sociedad civil, que es el único terreno donde estarían legitimados, en tanto que representantes de los trabajadores afiliados.   La visita a Zapatero de los jefes sindicales ha coincidido con una encuesta de NC Report, para el diario La Razón, según la cual: sólo el 14,8 por ciento de los trabajadores está afiliado a los sindicatos; un 61,7 de los trabajadores nunca se afiliaron a ellos; un 51,2 quiere que sólo se financien con cuotas de sus afiliados; un 69,7 rechaza que la empresa pague todo o parte de la remuneración al liberado; y un 54,4 opina que los sindicatos han perdido influencia en la sociedad. En cuanto a la valoración personal de los jefes sindicales, ninguno alcanza el aprobado. Pese a ello, la opinión mayoritaria desea la fusión de los gemelos estatales UGT y CCOO.   Sin control externo alguno, 800 millones de euros anuales son manejados por la burocracia sindical, pues aunque la ley obliga a realizar una auditoria privada, cuando la subvención estatal supera 600 mil euros, sin embargo, no es habitual que el Tribunal de Cuentas solicite la presentación de esas auditorias, según declara Don Andrés Gómez, responsable en CCOO de “Administraciones, Finanzas y Servicios”. Aparte de la contribución directa del Estado a los presupuestos sindicales, y del pago por la empresa a los liberados, las “subvenciones finalistas”, concedidas por instituciones públicas, superan con creces la suma de las cuotas de los afiliados. Sólo por este concepto CCOO y UGT reciben 400 millones de euros anuales. El imperio sindical se incrementa, además, con los sustanciosos y legítimos beneficios de sus cooperativas de vivienda, y con su participación en los Planes de Pensiones de grandes empresas.   florilegio "Sin participar los sindicatos y la cultura, no estatales, en la formación de la hegemonía en la sociedad civil, todo gobierno es dictadura del capital."

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