El origen de la habanera se funde con la noche cubana, entre contradanzas y guaguancós, surgiendo como un género de danza salonera. El de 13 de noviembre de 1842, se publica El amor en el baile, una contradanza ralentizada que va recogiendo cantos y ritmos de ida y vuelta, unión entre América y Europa, entre La Habana y Cádiz, entre sentimientos poderosos de amor y de añoranza hacia las tierras y personas que dejan atrás los viajeros incansables de viajes casi imposibles.

A partir de ese momento, la habanera se va dibujando en su ritmo binario y sinuoso, escurridizo y aparentemente dócil de corcheas con puntillo y semicorcheas, sensuales danzarinas todas ellas.

En 1855, Sebastián de Yradier y Salaverri estrena, en La Habana, La palomai, danza lenta, “Canción americana a dos voces con un poquito de trigueña y caramelo”, descripción que Sebastián guarda para la habanera. Bajo la dirección musical de su autor, canta al amor nostálgico, la soprano Marietta Alboni. Yradier, que hubiera sido profesor de canto del Real Conservatorio de Música de Madrid, director de orquesta y de ópera, compositor y pianista da un decisivo paso hacia adelante en la creación de un nuevo género musical. En 1866, la soprano cubana Concha Méndez canta de nuevo La paloma, en un nuevo escenario, el teatro Imperial de la capital mexicana. Sería esta obra sencilla una de las habaneras que más intensamente recorren el mundo a través de los oídos y las ondas.

Cuando Yradier compone El arreglitoii, dedicado a su amiga María Arza, poco podía imaginar el rumbo que iba a tomar su humilde canción. La soprano Mila Traveli canta por primera vez El arreglito, en el Teatro imperial italiano de París, en 1863. Esta habanera, compuesta en la estancia cubana de Yradier, participa de uno de esos destinos mágicos que se cuelan entre las fronteras y los límites del tiempo y del espacio para crecer poco a poco con vida propia y convertirse en un objeto deseado. Esta cancioncita llega a las manos de Bizet como una canción popular española. Se incluye como una de las arias más sensuales de la ópera francesa del XIX en L’amour est un oiseau rebelleiii, cantada por Célestine Galli-Marié, Carmen, la cigarrera de Mérimée.

Célestine había rechazado doce veces el aria principal de Carmen, y Bizet, algo harto ya de intentar satisfacer el gusto musical de su protagonista, pensó en utilizar un recurso original para concluir su ópera con éxito. Escribió a la Biblioteca del Conservatorio de París: “Les ruego me envíen la lista de canciones españolas que se encuentren en su posesión.”. Con la fortuna de recibir la partitura de El arreglito. Por fin consigue que Célestine estrene, con el aria número trece, la colorista recreación de Bizet de la famosa Habanera, en 1875. Bizet muere, de un ataque al corazón, seis meses después del estreno de Carmen, y diez años más tarde que Yradier, reconociendo oficialmente la autoría de este en la famosa melodía original, como así figura a partir de entonces en la partitura original de Carmen.

Ilustración de Juan Flores

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