Joaquín Almunia A principios de Marzo la revista The Economist publicaba dos artículos sobre la situación económica y social Española. En el primero, titulado “segunda transición”, escrito por el corresponsal en Madrid del diario The Times, T. Catan, podíamos leer: "España debe renovar extensivamente su economía, su sistema educativo y su cultura laboral si quiere evitar la esclerosis…será 2008 el año en el que España se embarque en esta segunda transición?" En el segundo artículo, el actual comisario de economía de la UE Joaquín Almunia recomendaba: "dirigir el gasto gubernamental hacia educación y R&D incrementaría la productividad y el crecimiento potencial, promovería la innovación y ayudaría a salvaguardar el modelo social europeo".   Tanto Catan como Almunia aciertan en sus recomendaciones, pero no aportan nada nuevo. La pregunta crítica es por qué España, al contrario que Suecia o Austria, por ejemplo, es tan refractaria a la economía basada en el conocimiento, y cómo se ha llegado a la mayor vulnerabilidad estructural económica de la UE. Esta pregunta no se puede contestar  correctamente sin un análisis de la estructura política y financiera que dirige la política económica y educativa del Estado español. Porque no se puede alegar desconocimiento en la adopción de una política de alto riesgo cuando se conoce la naturaleza intrínsecamente incierta en la toma de decisiones (G.L.S. Shackle) y mucho menos se puede operar conforme a predicciones como si únicamente existiera el mejor escenario posible obtenido.   Lo cierto es, que más que la irresponsabilidad del político ingenuo, son los intereses de perpetuidad en el poder y de ambición económica los que hermanan a las oligarquías políticas y financieras con desayunos en hoteles de lujo.   Se equivoca T. Catan al pensar que la segunda Transición puede producirse en una sociedad civil sin representación para legislar de acuerdo con sus intereses económicos y con una estructura jerarquizada de arriba abajo que infiltra y petrifica el tejido social impidiendo la circulación de las élites y el libre pensamiento. La segunda transición será política o no será; y será la transición que sustituya al sistema electoral proporcional por el mayoritario uninominal, separe los poderes del Estado, y conduzca a la independencia de La Universidad.

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