Almudena Negro

ALMUDENA NEGRO.

Mientras el PP sigue encerrado en su laberinto, en el que se libra una cruel guerra fratricida en torno a un cuaderno lleno de anotaciones de quien fuera durante décadas amo de su santabárbara, el PSOE, se deshace cual azucarillo en café. Rubalcaba, incapaz de hacerse con los réditos del desastre organizado por los de Rajoy y Montoro, que tienen a su base electoral, más que descontenta en fuga, tampoco consigue embridar a un PSC echado al monte del nacionalismo socialista y que quiere más. Chacón, su rival, se piensa a qué partido jugar. Lo mismo da. Está quemada en los dos.

El PSOE está pagando las consecuencias de esa secuela del sistema llamada Rodríguez Zapatero, la nada nihilista elevada a presidente de la Nación “discutida y discutible”. Contemplador de nubes y optimista antropológico, en realidad bobo solemne como lo describiera el genio del plasma, junto al cual el hoy secretario general socialista, perejil en todas las salsas desde los años ochenta, lo fue casi todo. Sonsoles no lo entiende: “Todos esos que antaño le hacían la pelota ahora vuelven la cara cuando lo ven, ¡con lo que José Luis ha hecho por el Partido!”, se queja amargamente con o sin ocasión. No comprende que “José Luis” ha dejado en las últimas al partido que lleva la E de España en sus siglas, cuando hace décadas que dejó de ser nacional.

Los barones, capitostes u oligarcas socialistas de Andalucía y Extremadura, históricos feudos del socialismo y así les luce el pelo en renta per cápita y educación, junto con el líder del PSM, el sin igual Tomás Gómez, se oponen a los privilegios exigidos por sus conmilitones catalanes. No porque crean en la igualdad –sustituida en Ferraz por un igualitarismo legal que no es más que amiguismo–, sino porque temen quedarse sin parné si se les viene abajo el chiringuito en el que pastan.

En este contexto, a pesar de que su partido carece de programa, candidato y votos, el químico no descarta presentar una moción de censura contra el Gobierno de la mayoría absoluta del PP. A cuenta de Bárcenas, claro. Se trata de recuperar la iniciativa política, como comprende bien la izquierda. Durante los años de la ignominia, el PP no quiso presentar esa moción con ocasión de la negociación para incluir a la banda terrorista ETA en el consenso socialdemócrata de la Instauración, alegando que no podían ganarla. Pardillos.

El PSOE es un partido muerto, sin recambio para su actual líder. Lo que viene detrás, de Talegón a Chacón, es una broma de mal gusto. Gorriarán y Díaz lo saben y esperan heredar, aunque el partido más socialista es ahora el PP y lo que necesita el sistema para sobrevivir es abandonar el socialismo que lo ahoga.

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