Universidad de Coimbra (foto: Ginger nut Designs) Aunque la UE ha sido consciente desde la incorporación de España y Portugal de las desigualdades tanto económicas como culturales, las partitocracias ibéricas han implementado cualquier política venida de Bruselas adaptándola a la red de intereses clientelares y estructuras burocráticas que sostienen el tinglado de partidos y sindicatos estatales. En Portugal hace unos dos años que el proceso de Bolonia fue implantado en sus universidades y nos puede servir de antecedente para comprender cómo las realidades políticas y sociales de cada país son las que determinarán al final en qué consiste Bolonia, por lo que luchar contra Bolonia es, en lo fundamental, luchar contra lo que puede ser en manos de la partitocracia aposentada en las universidades. Los estudiantes por su juventud no poseen ni las lecturas ni la experiencia suficientes como para no ser arrastrados por la demagogia en interpretaciones simplistas de la realidad, pero sin embargo, poseen la intuición necesaria como para interpretar las tendencias por las que se pueden deslizar los proyectos que destapan determinadas cajas de truenos. Decir que Bolonia implica la privatización de la enseñanza superior pública sólo puede entenderse como la apertura a un encarecimiento de la formación y una reducción del presupuesto estatal destinado a la enseñanza, pero no como que la enseñanza sea impartida por entidades privadas ajenas al Estado, por muchas prácticas externas que se realicen en la empresa privada. En Portugal, el mercado laboral no fue capaz de asimilar que los grados de tres años fueran capaces de aportar la formación necesaria a los candidatos como para trabajar en sus empresas, cosa muy distinta a lo que sucede en UK, por lo que en la práctica, los alumnos portugueses se vieron forzados a cursar los dos años de máster que suponen una formación más especializada, y que deben ser pagados por aquellos sin prácticamente apoyo del Estado portugués. En la práctica, Bolonia ha supuesto en Portugal un encarecimiento de la enseñanza con una reducción de la inversión estatal en la misma, al acortarse los grados. En España, con el ingente déficit público español, la transferencia a las comunidades autónomas y el castigo financiero-político que sufren sus ciudadanos, el plan Bolonia será fundamentalmente otro desastre más que añadir a la incapacidad de los españoles, comentado en los corrillos de los burócratas bruselenses.
Moral mediática
La Moral no proviene de Dios ni de la sabiduría de los grandes hombres. Proviene de la frustración. El individuo biológicamente tendente a constituir por sí mismo una especie, se ve obligado a volver al seno del grupo para vivir tan condicionado por el todo como si el primer microorganismo habido sobre la faz de la tierra jamás se hubiera dividido. Esta moral es el código cultural legado a las generaciones, una cartografía elaborada con el recuerdo de mil tempestades. Pero la moral pierde su sentido sin libertad. Pierde su propia esencia, tanto en su aspecto matriz de altruismo como en su aspecto orientador -¿represivo?- de la iniciativa individual. Los regímenes políticos que niegan la libertad conllevan una disciplina moral rigidísima impuesta desde el Estado y siempre incoherente con el comportamiento que resulta de ella (puritanismo aconfesional). Los sistemas que incluyen la libertad política niegan la autoridad pedagógica estatal y dejan a la tradición la educación moral laxa en lo doctrinal y consuetudinariamente estricta en cuanto a los usos y costumbres. Cualquiera puede ser un adolescente de por vida, mientras acepte el régimen político y no saque los pies del tiesto. La demagogia del lenguaje grosero, identificado con lo libre, sencillo, verdadero y cabal, en la que caen incluso los personajes más brillantes, da fe de cómo se expresa la libertad de los esclavos. Pero nadie puede poner en duda aquello que genera y alimenta nuestra opinión sin ser considerado nocivo. Se llega a utilizar el sustantivo “político” como insulto. Quien se preocupa por las condiciones de vida de todos es sospechoso. Hay que dejar que la casta política nos domine para no ser casta política. Increíble. Traigamos un ejemplo de cómo se implanta en la mentalidad ese evangelio silencioso. Este fin de semana en Madrid un tipo asesina a otro de un balazo. Según parece el asesino es un vigilante de seguridad y el muerto un emigrante dominicano. Pues bien, la noticia se presenta como el crimen xenófobo de un consumidor habitual de cocaína. Dos lecciones en un solo caso morboso. Moral e información relevante. La mitad de los porreros y cocainitas de España reprenderá duramente a sus hijos si estos deciden consumir drogas. La ley del Dios muerto lo exige. Los valores que tanto se desprecian públicamente como inductores de uniformidad social, los prejuicios de los que al parecer hay que librarse para tener una mente abierta (como si pudiera haber mente sin prejuicios), los dogmas que parecen restos de tiempos bárbaros, se eliminan del debate por principio y se asimilan el valor del sinvalor, el prejuicio del Juan Sin Prejuicio y el dogma del antidogmatismo. De aquí a la moralina de Estado conformada mediante noticias, programas cómicos y tertulias de amigos influyentes, sólo hay, no hay más que verlo, un telediario.
Pobrecitos
Juan Luis Cebrian (foto: Caja Manresa) Los jerarcas de la prensa española están enfadados con Zapatero porque no les recibe en La Moncloa. Consideran este trato una injusticia cuando el día 17 de febrero de este año ellos habían estado tan bien dispuestos a merendarse un solomillo en cierto restaurante abulense con el presidente y la vicepresidenta para discutir los detalles de la presentación de la crisis financiera al pueblo. Pero lo que es insólito no es, por supuesto, que el presidente se niegue ahora a hablar con ellos y pase el asunto a manos de algún subcomisariado. Lo que debería erizar el cabello de cualquier ciudadano con el mínimo sentido de la libertad es que el ejecutivo y la prensa, que debería ser ante todo de información objetiva y por tanto de oposición, se reúnan para pactar qué datos van a ser suministrados al maleado y crédulo demos. La pataleta concertada de Godó (La Vanguardia), Vargas (Vocento), Cebrián (Prisa) y Galiano (Unedisa), no hace más que acrecentar nuestra repugnancia por su inmundo vasallaje. No sólo estos siervos de poder están a años luz de querer enfrentarse al ejecutivo, sino que, ya acostumbrados a la vil servidumbre, quieren hacer pasar su pataleta como una “injusticia”. Aberrante es que la prensa quiera pedir ayuda al gobierno para prosperar (pues éste es el motivo por el que solicitan una reunión con el impasible Zapatero). Incalificable su desprecio por los ciudadanos, a quienes se deben legítimamente; inmoral su desdén por lo objetivo; despreciable su prostitución a los intereses oligárquicos de las finanzas y el poder; infame su manipulación informativa y alianzas con un poder ya de por sí descontrolado. Zapatero no se reúne con los grandes de la prensa: puro juego especular. Una apariencia de hoy sí, mañana no, y así todos convencidos de que existe cierta lucha de intereses. Claro: la del oligarca singular, alimentado por su ambición de más. ¿Qué puede esperarse de comercio semejante? ¿Cuán lejos puede llegar la rebeldía cuando todos los poderes del Estado, y el cuarto poder que debería estar fuera de él, están concertados entre sí y radicalmente separados de nada que tenga que ver con las necesidades reales de la ciudadanía? Resulta indignante; como comprobar cada día la indiferencia general. La costumbre: el trapicheo está a la orden del día.
Malestar social
En otra huelga general cuya incidencia ha superado ampliamente la de enero, más de un millón de personas ha salido a las calles de las principales ciudades de Francia para protestar contra la tibia reacción del Gobierno ante la crisis económica. Reclaman a Sarkozy que sus planes de reactivación no se detengan en las ayudas a las grandes empresas en apuros y a los bancos, sino que también lleguen a los trabajadores afectados por los despidos y el alto coste de la vida. En toda Europa los estudiantes manifiestan su rechazo al Plan Bolonia, en el que ven la imposición de unos conglomerados empresariales que cuentan con el beneplácito de los partidos estatales para convertir la Universidad en una agencia de colocación que dispense de tener conocimientos generales. En Roma se manifestaron en el interior de la Universidad de Sapienza, y cuando intentaron salir de ella, fueron empujados de nuevo al recinto estudiantil, mediante cargas de los carabineros con uniforme antidisturbios. En Montmartre, se han producido movilizaciones de estudiantes e investigadores contra las leyes que socavan la autonomía universitaria, produciéndose enfrentamientos con las fuerzas del orden, que unos medios califican de actos vandálicos, mientras otros (los menos) ponen de relieve el ensañamiento policial. En Barcelona, tras ser desalojados de los edificios del Rectorado en el que estaban encerrados desde noviembre, se ha organizado en el centro de la ciudad una batalla campal entre estudiantes y Mossos d´Esquadra, que ha ocasionado que haya cerca de cien heridos. Desde la Universidad de Barcelona se dice que “esta situación es debida a un descontento social generalizado que va más allá del Plan Bolonia”. También en la capital catalana, se han manifestado 23.000 profesores de primaria y secundaria que piden mejoras en la escuela pública. Y en Madrid, después de reunirse con Zapatero, las asociaciones de autónomos han expresado su frustración. Una de ellas (la FNA) mantiene la convocatoria de una concentración frente al Congreso el día 26, cuyo objetivo es dar a conocer sus propuestas a los diputados, como si éstos pudiesen hacer otra cosa de la ordenada por sus jefes. hechos significativos La agencia "Standard & Poor´s" señala que España e Irlanda son los países de la zona euro más expuestos a la amenaza de la deflación. Los grandes editores del Régimen, molestos con Zapatero, por no ser recibidos todavía en la Moncloa.
El Gran Tres
Cartas del pasado (autor: Marty (S)) El Gran Tres A nadie se le escapa que el arte epistolar agoniza. Durante mucho tiempo aguanté la batida del correo electrónico, o bien a base de no utilizarlo en absoluto o más tarde sólo para lo más funcional e inmediato. Pero lo funcional de la epístola no puede sustraerse así como así sin dañar el conjunto. Lo esencial y lo inmediato o funcional son inextricables. Incluso las célebres Cartas a Lucilio (Séneca), grabados imperecederos de la enseñanza estoica, carecerían de sustancia sin la instigación de las presiones cotidianas, que demandan una solución práctica. Lo mismo podría decirse de las excursiones de Flaubert, ya clásicas, en torno a las dificultades del novelista, o de tantos otros epistolarios. De lo que no cabe duda es que el correo electrónico ha introducido el elemento 'prisa' en la escritura, que es el antípoda del arte. Las ventajas de aquél son indiscutibles; las comprobamos a diario. ¿Superan las ventajas a los inconvenientes? No lo sé; supongo que habría que concretar más la situación. En todo caso cabe una reflexión acerca de las consecuencias que tiene la intensiva velocidad de la comunicación para la emisión (o para el emisor). El viejo problema de la calidad vs. la cantidad en horizontes insospechados. Más en general, también cabe la discusión, sin duda inagotable, acerca de la relación que existe entre aquello que pertenece más bien al ámbito del nosotros y lo más propiamente subjetivo. Cuánto y cómo afecta, por ejemplo, el compromiso político a la elaboración de una obra de arte. Opino que aunque existen tensiones ineludibles entre estos polos, ninguno excluye necesariamente al otro. Y no estoy pensando sólo en el caso de un individuo singular, sino en qué medida la acción política puede y debe ser bella, y la obra artística poseer, siquiera inconscientemente, en tanto que capaz de despertar conciencias, una prolongación político-moral. Y ambas en su relación con lo más objetivo: la verdad. El Gran Tres (verdad, belleza y bondad –o libertad–) se pone de nuevo sobre el tapete. Y hoy quizá más que nunca, tras erráticas separaciones y tras enfáticas negaciones de una, dos, o todas ellas por parte de distintos pensadores y hombres de acción que han calado decisivamente en el acaecer de la historia. ¿Son las tres Uno?
A los estudiantes
Ningún padre, ninguna madre, ningún familiar, ningún amigo, ningún amante de la libertad y la verdad, permanecerían pasivos si conocieran el nefasto motivo de que la sangre joven haya sido derramada por las calles de Barcelona. Los numerosos heridos, entre ellos una niña y un provecto, no piden ni quieren la venganza de sus compañeros universitarios. Tampoco esperan que la sociedad civil, más anciana o muerta que adulta, lidere la noble causa del movimiento estudiantil, contra la privatización de la enseñanza pública superior, y su dependencia de las empresas que la financien, para dotarse de graduados tan productivos como ignorantes. Los estudiantes llegan a la Universidad para hallar maestros que les enseñen a aprender las materias científicas o las humanidades a que desean dedicar sus vidas de adulto. En su lugar, encuentran profesores-funcionarios que los habilitan para sacar títulos-certificados de colocación en la burocracia estatal de los partidos o en la tecnocracia mercantil de sus padrinos. El 93 % de los alumnos de la Universidad de Barcelona, rectorada por el Sr. Ramírez, respondieron SI a este referéndum: “¿Quieres una moratoria del proceso de Bolonia y la apertura de un debate público?” El claustro votó luego que no se aplazaría el proceso. Y el partitocrático rector pidió a la policía de escuadras el inmediato desalojo de los 53 estudiantes que, desde noviembre, pernoctaban en la universidad en protesta pacífica. Los jóvenes cumplieron la orden de la policía autonómica. Al siguiente día, miles de estudiantes se manifestaron en la plaza de San Jordi para expresar de modo pacífico su protesta contra el desalojo de la Universidad, y por supuesto sin ánimos de invadir la Generalitat armados de “senyeres”, como propala El Mundo. Ahí y así comenzó la brutal represión de los Mossos. Los medios de la partitocracia silencian la causa original de que la sangre haya sido vertida porque los estudiantes, en lugar de combatir directamente el Plan Bolonia, pidieron su moratoria y la apertura de un debate público. Esos medios atribuyen falazmente la torpeza táctica de los antisistema a los inteligentes y cautos promotores de la concentración de universitarios. Este joven Diario, portavoz de la verdad=libertad en la política, denunciará las falsedades de la prensa sobre el movimiento estudiantil. Y aleccionado por la rica experiencia del mayo francés del 68, recordará a los mayores, y hará saber a los jóvenes, que la causa de su éxito social estuvo en la unión de los universitarios con sus familias, y que su fracaso político fue debido a la ausencia en el movimiento de toda idea o teoría sobre la libertad colectiva, fundadora de la democracia en la forma de Gobierno. En consecuencia, llamamos a la inteligencia y valentía de la juventud para que se manifieste en toda España por la causa de la verdad=libertad en la enseñanza pública.
Nesciencia política
El antecedente remoto de la ciencia moderna lo encontramos en la astrología, la cábala y las pócimas de los alquimistas. Sin asomo de magia en las fórmulas científicas, sí hay, en cambio, imaginación poética para crearlas. Las nociones de atracción a distancia (siglo XVII), especie botánica (siglo XVIII), selección natural (siglo XIX) o gen (siglo XX) fueron inicialmente metáforas con las que Newton, Linneo, Darwin y Morgan se internaron en aguas desconocidas hasta pisar la tierra firme de las pruebas. El vínculo entre la creatividad artística y la científica no es tan misterioso si pensamos que lo anuda la imaginación, y que la belleza, la armonía y la exactitud son los criterios que se comparten en ambos campos para decidir si un hallazgo ronda la genialidad. Aunque Keats lamentaba cómo los científicos habían “destejido el arco iris”, los poetas también sucumben ante las evocaciones de verdad y plenitud que la ciencia nos trae. Los epistemólogos tratan de comprender el nexo entre continuidad y discontinuidad apelando a la “superación”: el avance científico supone la acumulación de las teorías, paradigmas y métodos que van sucediéndose, y al mismo tiempo, la negación o reconsideración de las representaciones del mundo establecidas con anterioridad. En cualquier caso, no deja de respetarse la naturaleza operatoria o práctica de la ciencia, que no ha de encontrar resistencias en la realidad si quiere llegar a buen puerto. Y si se producen polémicas científicas, se dirimen mediante la experiencia. José Luis Rodríguez (foto: PSOE) En contra de ese espíritu de verificación y de superación seguimos instalados políticamente en el deplorable sinsentido del ocultismo oligárquico, o en una metafísica para mentecatos consistente en el ritual del consenso que ofician los espiritistas de la soberanía popular. La corrupción política que salta a la vista cansada de la sociedad civil, demuestra la absoluta falsedad institucional de este régimen, que ha dado un salto involutivo hasta situarse por detrás del parlamentarismo, y en el que medran los que niegan la evidencia, como el fantasioso Zapatero. Si la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica constituyeron una revolución científica, la conquista de la libertad política también será revolucionaria.
Checks & Balances I
El siempre socorrido vademécum constitucional que es la obra de Carl Schmitt nos ofrece el modelo de referencia sobre el cual puede someterse a examen el grado de controles y contrapesos entre los distintos poderes del Estado en un régimen dado. De paso, conviene prevenirse contra una idea contradictoria de la democracia, que la reduce a la facultad de optar entre diferentes candidaturas propuestas por los partidos políticos, sin nada que aportar sobre un segundo capítulo todavía más importante, el de los mecanismos institucionales que evitan la concentración del poder en unas pocas manos. Carl Schmitt sostiene que la separación de poderes es una idea propia del liberalismo, no de la democracia, pues no concibe una democracia que contemple y supere al liberalismo político, sino una democracia que se contraponga a éste. Pero bien podría replicársele que si la etimología de “democracia” indica “gobierno del pueblo”, la concentración de poderes es lógicamente opuesta a tal concepto; esta incompatibilidad es solo soslayable mediante sofismas ad hoc. No se trata de que la idea de democracia conduzca en si misma al principio de la separación de poderes; pero, inversamente, cabe decir con plena seguridad que allí donde el poder esté depositado en unas pocas manos, toda idea de “gobierno del pueblo” se convierte en una insultante propaganda. Y la historia moderna no ha conocido muchas maneras de someter al poder a algún tipo de control: la ley divina, que actuaba como muro de contención frente a las arbitrariedades de los monarcas, aunque a Carlos I solamente le sirvió para padecer un verdadero tormento en su conciencia ante las terribles noticias que Fray Bartolomé de las Casas le traía de unos sucesos de Indias que escapaban al control del soberano; la amenaza de una insurrección armada, explotada por la Revolución Francesa con su modelo de ciudadano-soldado que, como es notorio, producía pavor en ambientes conservadores y suscitó la incomprensión de una notable escuela de pensamiento anglosajón, y en particular de Edmund Burke, probablemente porque no podía sustraerse a la idea de que la paz solo podía existir si los súbditos entregaban sus armas al Leviatán, a cambio de la protección de este, como había aprendido de Hobbes; o bien el sistema de “checks and balances” teorizado por Bolingbroke y Locke y perfeccionado por Montesquieu en “El espíritu de las leyes”. El primer mecanismo es propio del absolutismo monárquico; el segundo es propio de situaciones revolucionarias transitorias que, si no se reconducen en un breve período, rápidamente precipitan en una guerra civil; el tercer mecanismo es el único conocido en aquellas sociedades que aspiran a hacer compatible un sistema de libertades públicas y civiles con la libertad política de los ciudadanos para elevar y deponer gobiernos y elegir a sus representantes en la cámara legislativa.
Justicia versus burocracia
Reunión de rabadanes, oveja muerta. El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) trabaja conjuntamente con el Ministerio de Justicia para desjudicializar los registros civiles reduciendo al mínimo imprescindible la potestad jurisdiccional de estas dependencias hasta ahora judiciales y traspasar sus funciones a la competencia administrativa de los ayuntamientos. Ramón Camp La burocratización de la Justicia es a la vez método y síntoma de su progresivo control político. Primero se controla al Juez reduciéndolo a la condición de simple funcionario, y una vez asumida tal labor, directamente se administrativiza el órgano y la función antes jurisdiccional. Ya denunciamos desde aquí la desjudicialización de la ejecución civil, tras la implantación de las subastas on-line a través del Ministerio de Justicia y el control administrativo penitenciario ajeno al Juez de Vigilancia. Ahora le toca el turno a los Registros Civiles. A día de hoy al frente de cada Registro Civil se encuentra un Juez encargado del mismo. A éste le corresponden tareas tan diversas e importantes como decidir sobre la inscripción y en consecuencia sobre la eficacia frente a terceros, de nacimientos, muertes, matrimonios, divorcios, concesión de la nacionalidad española y hasta el régimen económico matrimonial. Incluso es el Juez del Registro Civil el que ha de decidir si el nombre que hemos elegido a nuestra descendencia se acomoda a las buenas costumbres y dignidad debidas. Aún recuerdo la anécdota de un matrimonio que quería llamar a su hijo “Ratoncito de la Casa”, a lo que el Juez del Registro naturalmente se negó. La primera consecuencia es de carácter procesal y consiste en sustraer del Orden Jurisdiccional Civil la disconformidad de los justiciables con las decisiones que emanen de los Registros Civiles para encuadrarse en sede competencial Contencioso-Administrativa. La segunda, de orden político es pavorosa, y supone ni más ni menos que entregar la potestad decisoria en tan amplia materia a los delegados del partido reinante en cada municipio. El CGPJ ya ha iniciado conversaciones con los ayuntamientos para ver cómo puede llegar a concretarse la propuesta. El Vocal D. Ramón Camp informó de ello a los medios en comparecencia de prensa convocada al efecto señalando que el objetivo de la medida era “aligerar de trabajo a los registros civiles”.
Universidad partidocrática
Manifestación de estudiantes (foto: David Gaborit) Los estudiantes de Barcelona que han sido agredidos salvajemente por las porras de la policía catalana enarbolaban el libro de George Steiner “Lenguaje y silencio” hasta que la potencia represiva de los antidisturbios hizo volar por los aires la única arma con la que los universitarios se presentaban ante las fuerzas del orden. Universitarios españoles enarbolando el libro de un profesor de la Universidad de Cambridge, quien tuvo la suerte de estudiar en el liceo francés de Nueva York con maestros como Levi Strauss que en aquellos años de guerra se ganaban la vida dando clases a niños, y quien se siente marginado por el provincianismo monolingüe de la Universidad inglesa, en frente de una Universidad con un rector con carnet del PSC a las órdenes de un gobierno que obliga a la rotulación en catalán, y protestando contra el espacio europeo de enseñanza universitaria conocido como proceso de Bolonia. Lo aterrador no es Bolonia sino pensar cómo la partitocracia española lo implementará y la enorme nebulosa de desinformación y manipulación en la que se encuentran los estudiantes. Universidad española: Tamaño medio de 20.651 estudiantes frente a 13.000 en la UE. Publicaciones científicas por millón de habitantes de 588 frente a 1.000 en UK, Holanda, Finlandia o Suecia. 2,7 patentes por millón de habitantes frente a 56.5 en los países mencionados. Gasto por estudiante de 8945 $ c.p.c frente a 13488 $ c.p.c en los países mencionados. Líderes europeos en endogamia, fuga de cerebros e incapacidad innovadora con el sector privado. Clientelismo y metástasis política de los órganos de decisión académicos, necesidad de negociación con los partidos para la obtención de financiación, ausencia de trasparencia contable y de objetivos. Pobreza, tutela y sumisión. La huelga de estudiantes en la Universidad debe ser general, pero no para que siga siendo una Universidad masificada, mal financiada, improductiva y autista al servicio de los partidos políticos, sino para empezar a crear la revolución por la libertad política de la República Constitucional y sacudirse el yugo de servidumbre bajo el que las generaciones futuras se muerden entre sí por unas migajas en el festín de los catedráticos al servicio de la crisis político-financiera.

