Manifestación de estudiantes (foto: David Gaborit) Los estudiantes de Barcelona que han sido agredidos salvajemente por las porras de la policía catalana enarbolaban el libro de George Steiner “Lenguaje y silencio” hasta que la potencia represiva de los antidisturbios hizo volar por los aires la única arma con la que los universitarios se presentaban ante las fuerzas del orden. Universitarios españoles enarbolando el libro de un profesor de la Universidad de Cambridge, quien tuvo la suerte de estudiar en el liceo francés de Nueva York con maestros como Levi Strauss que en aquellos años de guerra se ganaban la vida dando clases a niños, y quien se siente marginado por el provincianismo monolingüe de la Universidad inglesa, en frente de una Universidad con un rector con carnet del PSC a las órdenes de un gobierno que obliga a la rotulación en catalán, y protestando contra el espacio europeo de enseñanza universitaria conocido como proceso de Bolonia. Lo aterrador no es Bolonia sino pensar cómo la partitocracia española lo implementará y la enorme nebulosa de desinformación y manipulación en la que se encuentran los estudiantes. Universidad española: Tamaño medio de 20.651 estudiantes frente a 13.000 en la UE. Publicaciones científicas por millón de habitantes de 588 frente a 1.000 en UK, Holanda, Finlandia o Suecia. 2,7 patentes por millón de habitantes frente a 56.5 en los países mencionados. Gasto por estudiante de 8945 $ c.p.c frente a 13488 $ c.p.c en los países mencionados. Líderes europeos en endogamia, fuga de cerebros e incapacidad innovadora con el sector privado. Clientelismo y metástasis política de los órganos de decisión académicos, necesidad de negociación con los partidos para la obtención de financiación, ausencia de trasparencia contable y de objetivos. Pobreza, tutela y sumisión. La huelga de estudiantes en la Universidad debe ser general, pero no para que siga siendo una Universidad masificada, mal financiada, improductiva y autista al servicio de los partidos políticos, sino para empezar a crear la revolución por la libertad política de la República Constitucional y sacudirse el yugo de servidumbre bajo el que las generaciones futuras se muerden entre sí por unas migajas en el festín de los catedráticos al servicio de la crisis político-financiera.