El presidente valenciano, Francisco Camps, y su mano derecha, Ricardo Costa, secretario general del Partido Popular en la región, han sido citados a declarar como imputados por el Tribunal Superior de Valencia, a causa de la red de corrupción tendida por Francisco Correa y descubierta por el ubicuo juez Garzón, que no tuvo más remedio que deshacerse del llamado “caso Gürtel”, merced al aforamiento del que gozan dichos políticos. El supuesto delito de cohecho en el que habrían incurrido estos altos cargos consiste en aceptar que se les pagase un lujoso surtido de trajes a cambio de conceder contratos de la Administración que gobiernan. Ante estas sospechas de corrupción, Camps ha respondido que su Comunidad puede homologarse a las del resto de España: “como mínimo, es tan honorable como la que más”. Antes de esta decisión judicial, el portavoz del PP en el Senado aseguraba que a los que fuesen imputados se les suspendería de militancia inmediatamente, tal como ha procedido el Comité de Derechos y Garantías del partido con aquellos diputados autonómicos, alcaldes o concejales inmersos en la trama que investigan los tribunales superiores de Madrid y Valencia. Sin embargo, ahora, la dirección nacional del PP apoya la continuidad de Camps en el partido y en la presidencia autonómica, ya que éste no ha solicitado la suspensión de militancia, como los anteriores imputados, ni tampoco piensa dimitir. Al contrario, se muestra satisfecho con una citación que le permitirá acabar con la situación de indefensión y con el juicio paralelo a los que ha sido sometido, y “demostrar su inocencia en el foro adecuado”. La portavoz del PP en el Congreso, tras reprochar al PSOE que no tome medidas contra sus propios implicados en casos de corrupción, ha recordado las absoluciones de otros miembros de su partido, que pasaron por el calvario de las acusaciones; todos tienen derecho a la presunción de inocencia, dice Soraya, pero algunos tienen más derecho que otros, a tenor de lo observado. Rajoy no cree que Camps se venda por unos trajes y Esperanza Aguirre invita al resto de partidos, cortados por el mismo patrón estatal, a lanzar la primera piedra: “nadie puede presumir de ser inmune a la corrupción”. hechos significativos Aznar, en su celo por la libertad de Cuba (“debe ser libre, será libre y lo será pronto”) vuelve a olvidarse de la de España. Florentino Pérez, arrepentido de haberse ido, regresa para situar al Real Madrid “donde se merece”.
Grito de la miseria
El grito, Munch Grito de la miseria Al comentar una de las más bellas creaciones del arte griego, la escultura Laocoonte, y para explicar que el viejo sacerdote troyano no grita cuando está a punto de expirar, dice Schopenhauer, en la senda de Lessing, que “la representación del grito es imposible porque no representaría más que el medio, mientras que el fin verdadero, el grito mismo, incluido su efecto sobre la sensibilidad, permanecería inexpresado”. Este dogmatismo incurre en una contradicción -afirmar que el moribundo no está gritando presupone que el grito es representable en la escultura- porque desconoce la regla interpretativa del arte que el propio Schopenhauer establece: "debemos estar ante un cuadro como ante un Príncipe; esperar que él quiera hablarnos y decirnos lo que le plazca. En ninguno de los dos casos hay que tomar uno mismo, el primero, la palabra. Porque se arriesgaría entonces a no oír más que su propia voz”. Algo debe seguir siendo inexpresado para que la imaginación creadora del observador lo actualice, y acabe de expresar lo que el artista ha silenciado, no obstante ser expresable. Respecto al arte literario, Voltaire formuló esta ley de la estética, con su habitual ironía: "el secreto de ser aburrido consiste en decir todo". Por eso, los esbozos y bocetos de los grandes pintores suelen ser incluso más expresivos que sus obras maestras. Ante las obras de arte geniales, siempre pendientes de ser acabadas por la visión de cada generación que las contempla, hay que ser muy precavidos. Solo debemos hablar cuando ellas nos conceden la palabra. Una regla ignorada por los críticos de mercado y de academia. Una sola pintura negra, El Grito de Munch, acabó para siempre con el dogmatismo romántico de no considerar representable el sonido en el arte plástico. Un cadavérico niño solitario lanza un grito de sufrimiento insoportable, sin desgarrar la conciencia de la tranquila sociedad burguesa que se pasea dando la espalda -pareja que se aleja-, al grito horroroso de la miseria, y sin perturbar el orden ciego de una naturaleza, donde la luz uniforme del atardecer lo mismo presagia noches de muerte al individuo, como de renovación para la especie. La crisis actual no callará el grito de los hijos de la miseria.
Vencer sin convencer
Lo que se espera de un debate político no es, como en un combate bélico o deportivo, la victoria o la derrota de alguno de los adversarios. El proceso dialéctico de debatir sobre un asunto político, en el seno de la institución parlamentaria ideada para ello, tiene por finalidad exclusiva la de delimitar y esclarecer el tema debatido y, a ser posible, la de descubrir la verdad que está siendo ofuscada en permanentes controversias públicas, contradictorias e imprecisas. Como debatir no es batir o golpear ni combatir o pelear, como tampoco embatir (embestir) o acometer, sino rebatir las falsedades y mostrar las verdades con argumentos irrefutables, un debate sobre el estado de la nación fracasa si al final del mismo, como era más seguro que previsible, continúa la misma incertidumbre política respecto de la situación de las relaciones del Estado con la sociedad gobernada. Nadie ha vencido donde nadie ha convencido. Todos han perdido el debate que todos han rehusado. El verdadero estado de la nación, como sucede en cualquier debate intelectual, se percibe mejor, y puede diagnosticarse con exactitud, alejándose de los intereses opacos que median en los partidos políticos y los medios de comunicación, para acercarse a los problemas que acucian a la mayor parte de la población gobernada. Lo que ésta sienta a diario en sus propias vidas, lo que padece con la política practicada en la Monarquía de los partidos, es más verídico y digno de crédito que los discursos sin médula mental de los poderes estatales o mediáticos. Resulta absolutamente ridículo, por ello, atribuir la victoria o la derrota al jefe del gobierno o al de la oposición. En el contexto y la planificación de ese falso debate parlamentario, la verborrea iletrada de cualquier charlatán de feria, manejando cifras abstractas al por mayor y ejemplos concretos al por menor, los habría noqueado en el primer asalto. Es cierto que solamente los portavoces de CyU y PNV expresaron de modo correcto y coherente las causas de sus distantes posiciones respecto del Gobierno de Zapatero, pero también lo es que ni un solo orador se atuvo al tema del debate, tratando de convertirlo en una moción de censura o de confianza, donde el discurso infantil del tú más o peor que yo dominó el espíritu de todos los oradores sin oratoria. En España existen millones de profesionales incapaces de descender a semejante nivel de miseria intelectual y moral. Pero el sistema electoral, la corrupción de partido y la irresponsabilidad del poder los mantiene alejados de todo atisbo de vocación política, aunque muchos caigan en la inconsecuencia de votar lo que hay. florilegio "El debate es estéril o confuso si no lo anima el afán polémico de descubrir la verdad."
Recuerdo y olvido
En nuestros días, el arte de Talía descolla en la política tanto o más que entre bambalinas, informando la oficialidad cotidiana; hoy se representa en el escenario mediático de la Carrera de San Jerónimo la antedicha función, a estas alturas mas resobada que manida, en la que los cómicos travestidos en padres de la patria, escenificarán el control parlamentario del ejecutivo de nuestra estupefaciente democracia, con un ojo puesto en los próximos comicios electorales, les va la nómina en ello. Y nuevamente, aunque ahora fruto de cansino adoctrinamiento mediático, el sueño de Sus Señorías traspasará el salón de sesiones y formará parte de los sueños particulares que conforman la siesta colectiva que es España: Dª María se indignará por la gran bellaquería que supone expender a menores un determinado específico en las boticas, mientras que Yésica respirará aliviada por la seguridad añadida que significa la pildora postcoital, ante los homenajes que le dispensa su "churri" a la menor ocasión. Pepe se encampanará con el paro rampante propiciado por la crisis de los codiciosos y D. José lamentará hasta las lágrimas que lo costoso del despido laboral le impida crear empleo en su empresa sujeta a E.R.E.; así ad libitum. Debate España, entidad nebulosa, "discutida y discutible" se ha transformado en una realidad onírica, soñada a general placer por los españoles que, soñando, viven en una moderna y dinámica sociedad regida por un campechano monarca, que supervisa el correcto funcionamiento institucional, basado en la contraposición e independencia de los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, que garantiza a todos la libertad y dignidad políticas, previniendo el abuso y el privilegio. Un encanto onírico que lleva durando la tira y que a mi no me convence ni distrae, forzado a compartirlo por lo inane de la mayoría mis compatriotas. El proximo 7 de junio los españoles soñarán que eligen a sus representantes en la U.E. yo, en uso de mi propia libertad y soberanía, soñaré que una vez levantado de la cama dedicaré el día a lo que me plazca, sin molestarme en ir a mi colegio electoral a ratificar lista de partido alguna. El proximo 7 de junio, soñando estar despierto, tengo decidido abstenerme de votar. ¡Que ronquen ellos!.
Sciascia-Moro
Escribe Rafael Sánchez Ferlosio que “el escrúpulo de la objetividad es incluso anterior a la honradez: es condición de posibilidad de ésta; quien no lo tenga no puede ni tan siquiera aspirar a ser honrado”. El 9 de mayo se han cumplido 31 años de la aparición del cadáver de Aldo Moro en la romana Vía Caetani: tal fue el desenlace espantoso de un rapto ejecutado por los terroristas con la precisión ritual del más escrupuloso formalismo jurídico; con todo el formalismo que la llamada justicia popular propia de las ideologías revolucionarias puede permitirse. Un recinto llamado “cárcel del pueblo”, un juicio popular a un hombre indefenso –despojado acaso de su condición de hombre en la medida en que sus captores lo retienen en su condición de dirigente– y una sentencia enviada oficialmente a los medios de comunicación y cumplida con precisa puntualidad. Si Groucho Marx se permitió aquel sarcasmo según el cual “la justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música”, no le cuadra menos esta definición a ese engendro llamado justicia popular, explotado con fruición en situaciones revolucionarias, como coartada para la legitimación de criminales atropellos. El escrúpulo de la objetividad fue la norma que Leonardo Sciascia, muerto hace 20 años, se impuso para el análisis del caso Moro en una obra que figurará, por derecho propio, entre los grandes tratados sobre el eterno conflicto entre legalidad, razón de estado, política, y ética. El secuestro del cinco veces Presidente del Consejo de Ministros en Italia, y su contacto con el mundo exterior mediante las cartas que los terroristas hacían llegar a la prensa sirvieron al escritor siciliano para hacer una extraordinaria disección del comportamiento de la clase política en trances tan tenebrosos como el que Italia vivió entre el 16 de marzo y el 9 de mayo de 1978. Allí, como en otros terrenos menos traumáticos, mostró la ideología del “consenso” su faz más deplorable: la llamada “unidad de todos los demócratas contra el terrorismo”, unidad que nada tiene que ver con la democracia, exigía, para que los próceres de la Democracia Cristiana y sus partidos satélites en el gobierno salvasen la cara, negar la autenticidad de las cartas manuscritas del líder democristiano cuyo asesinato se avecinaba sin que cupiese voluntad humana o divina capaz de detener el fatal desenlace. Aldo Moro sostenía la necesidad de postergar la legalidad en nombre de la salvaguarda de un bien jurídico superior, en este caso la vida de un secuestrado. En lugar de ir a buscarle en el terreno que su formulación plantea, sus correligionarios, con el grotesco concurso del Partido Comunista, prefirieron hacer oídos sordos por la vía de considerar a Aldo Moro un sujeto perturbado y manipulado por sus raptores: a la canallada de dar la espalda a un hombre solo ante la muerte se une la cobardía intelectual de quien prefiere no polemizar ante un asunto que pone a prueba las convicciones y la honestidad intelectual de los ponentes. Es erróneo pensar que una clase política vinculada por el férreo compromiso que, en aras de la conservación del poder, posterga la objetividad, y con ella la honradez, pueda comportarse de otra manera.
Acusado y acusador
El Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) ha aceptado la personación del Partido Popular nacional como acusación particular en el “caso Gürtel” en el que se investiga una presunta trama corrupta de empresas que salpica a administradores del partido que preside Mariano Rajoy. Obviando el evidente conflicto de intereses en que se incurre al integrar al PP en el proceso como parte acusadora, el Tribunal admite dicha personación estableciendo como garantía de la buena fe procesal del partido la obligación de constituir la ridícula fianza de 1.500 euros. La flexible interpretación de la Sala del Artículo 24 de la constitución y del derecho a la defensa se fundamenta en que el PP no figure en la causa como acusado nominalmente, sino que tal cualidad únicamente recae sobre los administradores de las empresas Especial Events, S.L., Easy Concept, S.L. y Good & Better, S.L. que son respectivamente D. Francisco Correa, D. Pablo Crespo y D. Antoine Sánchez. Así mismo el TSJM ha admitido también la personación como acusación popular de la Asociación de Abogados Demócratas, fijándose también una fianza de 1.500 euros. La admisión de ambas personaciones puede ser curiosamente objeto de recurso ante la Sala de lo Civil y Penal del mismo Tribunal Superior de Justicia de Madrid, de manera que estalle el esperpento procesal de que las partes acusadoras traten de excluirse mutua y recíprocamente del proceso invocando los espurios intereses de sus compañeros de estrado. La cuestión no es baladí dado que la personación en legal forma en la causa permite acceder al contenido de las actuaciones además de interesar cuantas actuaciones estimen oportuno en el seno del proceso orientando así la labor instructora. Si hace apenas un mes el conocimiento público de la comida que el Presidente del TSJM, D. Francisco Javier Vieira, mantuvo en un restaurante de la capital con el Consejero de Justicia y Secretario General del PP madrileño D. Francisco Granados se intentó justificar por ambos como algo lógico para el beneficio y buena marcha de los aspectos administrativos de la Justicia madrileña, la paradójica actitud procesal del Tribunal en un asunto que implica a alcaldes y dirigentes populares desdibuja una vez más la frontera entre lo judicial y político cuando no existe separación de poderes. El escándalo, que es equivalente a haber aceptado la personación como acusación particular del PSOE en los casos GAL o FILESA, ha pasado desapercibida sin embargo en la mayoría de los medios. La cuadratura del círculo de la inseparación consigue así que no sólo los partidos nombren a quien ha de juzgar o decidir quién ha de sentarse en el banquillo de los acusados, sino que también eligen al Fiscal y exigen un sitio en la acusación que dócilmente se les concede.
Economía improductiva
El primer paso previsto del posfranquismo era la homologación política con “Europa” y la apertura de los “mercados”. Lo consiguió el PSOE del carismático Felipe González, previamente encumbrado por los líderes de la izquierda europea como la auténtica oposición democrática no comunista, apoyado en sus mayorías absolutas tras el 23-F. Después de pasar por el aro de la OTAN, tan enorme era el ansia y la urgencia por entrar en el selecto club, que el precio de la condena de un incipiente sector industrial español, que nunca podría así competir con los de los nuevos socios, y el frenazo del primario, al que se le prohibía expresamente hacerlo, fue celebrado como un éxito, a cambio del pájaro en mano de la financiación de los fondos de cohesión y del acta de adhesión. España renunciaba así al desarrollo de la propia economía productiva, pero la clase política española, y los banqueros, ya podrían codearse con sus socios europeos. Desde entonces, ¿por qué invertir en mejorar la competitividad —independencia energética, patentes de diseños industriales, infraestructuras, equipos, fertilizantes, etc.— de un sector productivo propio sin expectativas de expansión de mercado, cuando todo esto le debía de llegar, y más rentable, del exterior? Así, se pusieron parches para ir tirando con lo que se tenía, adaptándose a las necesidades internas. Las devaluaciones de la peseta sirvieron para corregir los ataques de inflación congénitos de nuestra economía. La población ya no podía continuar el estilo tradicional de vida. Al no poder criar tantos hijos como sus padres sin renunciar a su estatus socioeconómico, dedicaron la renta sobrante a un mayor consumo que revitalizaba el mercado interno, incluso hasta el reto de una segunda vivienda para las merecidas vacaciones. Y más con la forzosa incorporación de la mujer al trabajo (en el mejor de los casos, ¿por qué quedarse en casa con algún hijo, teniendo éste sus abuelos ociosos, perdiendo la oportunidad de mejorar los ingresos familiares?). A finales de los noventa, gracias a la coincidencia del fenomenal consumo interno, el boom tecnológico y el comienzo del dinero barato, con la desaforada construcción apuntalando el maltrecho sector industrial, un bajo crecimiento del salario modal e incluso abaratamiento de la mano de obra poco cualificada gracias a la inmigración; el país de turismo y servicios triunfó. La disciplina en el gasto público permitió las condiciones de lo que quedaba al verdadero reto de los poderosos: el euro. O sea, la nivelación monetaria de la UE y todo su corolario de equilibrio, credibilidad internacional, nuevas fuentes de negocio y financiación y tipos bajos de interés asegurados (algo fenomenal para que la receta nacional asegurara un fuerte crecimiento). Fue ahora al PP a quien le cupo el honor de satisfacer a sus señores. Solamente un detalle, de aquí en adelante la política monetaria no respondería a las necesidades de nuestra economía.
Dinámicas en espiral
Estadios de la Espiral Dinámica El modelo evolutivo de la “Spiral Dynamics” ofrece una explicación convincente de los bruscos choques entre constelaciones emocionales y mentales de sujetos, según la teoría alineados en diversos estadios de conciencia emergidos durante el desarrollo general de la especie. Este marco explica tránsitos tan lógicos, cuando mirados con perspectiva, como díficiles de efectuar cuando vivamente experimentados. Su sencilla descripción en forma de corrientes (dominio/ poder, autoridad/ mítico, estratégica/ científica, relativista/ pluralista, integral) permite explicar la ceguera de cada tipo y su única posible trancendencia mediante el paso a la inmediatamente superior. Así, la ruptura de la conciencia autoritaria, con su recto sentido del camino y típica de las sociedades míticas, es consumada por la mentalidad científico-emprendedora del capitalismo. Ésta, a su vez, se ve desbordada por la incipiente exigencia de incluir todo lo marginal. Pero para ello ésta pone en marcha una operación de ingenua igualación que de hecho socava los cimientos de su propia aspiración. De ahí que esta corriente haya de verse superada por una voluntad de colocar cada constelación en su lugar de acuerdo con una jerarquía evolutiva natural. El tema es vasto y está plagado de implicaciones políticas. Mientras que la derecha tradicional se situaría en la corriente mítica, un amplio abanico de sujetos se desprende paulatinamente de sus vínculos para buscar una vida más centrada en adquisiciones individuales. Tras ello, y esto es un fenómeno reciente, emparentado con lo que se ha denominado postmodernidad, asistimos a un movimiento de fuerte acento relativista que aspira a incluir todo lo hasta ahora marginado, pero que, al igualizarlo todo, se pisa sus propios talones: la barbarie no está a la misma altura que la moral post-convencional. El discurso del PSOE, por ejemplo, tiene trazas de esta corriente; si bien la izquierda en general ha asomado por las ventanas de todas las anteriores, inclusive por supuesto la del dominio/poder y la tribal anterior, que no hemos mencionado. Los autores de la teoría (Beck y Cowan) argumentan que la única salida al choque entre las corrientes es el ascenso a una de segundo grado (mejor dicho, dos, que llaman integral y holística), capaces en principio de reconocer tanto la necesidad como la insuficiencia de todas las previas. El discurso de la democracia formal se situaría en este ámbito.
En estado crítico
Sin el menor asomo de autocrítica, el señor Rodríguez Zapatero se ha presentado, inmaculado, al debate parlamentario acerca del estado de la nación, para explicar las causas -ajenas a su voluntad- de la crisis en la que estamos inmersos, y las soluciones que adoptará, con la mayor dosis de voluntarioso optimismo, para atravesar “la peor tormenta financiera y económica que la economía internacional haya sufrido en los últimos cincuenta años”. A lo sumo, ha reconocido haberse equivocado en sus previsiones, tal como lo han hecho todos los organismos internacionales, aunque ha olvidado reseñar cómo él ha sido uno de los últimos en apartarse de una rosada visión de las cosas. Como si hubiese aterrizado en la Moncloa ayer mismo, Zapatero ha culpado del “boom inmobiliario” a Aznar, destacando los “efectos perniciosos” de la deducción fiscal por adquisición de vivienda, algo de lo que, a partir del 2011, ya no se beneficiarán los compradores con una renta superior a los 24.000 euros, merced a la iniciativa del presidente para seguir abaratando los precios de las casas y destinar más recursos al mercado del alquiler y a la vivienda de protección oficial: Rajoy ha clamado al cielo de las clases medias, acusándole de apalearlas y de darles la puntilla. Fiel a la consigna de “menos ladrillo y más ordenadores”, el jefe del Ejecutivo ha ilusionado a los niños de 5º de Primaria de los colegios públicos y concertados, y ha enternecido a sus padres, prometiéndoles a partir del curso que viene, pizarras digitales y conexión inalámbrica a internet en sus clases, y su propio ordenador portátil para que puedan hacer bien los deberes desde casa. Y a los licenciados en paro los animará a seguir estudiando, ayudándoles a realizar un máster. El resto de medidas zapaterianas: rebajas de los impuestos a los autónomos y a las pequeñas y medianas empresas, regalo de 2000 euros para comprarse un coche y un abono de transportes muy económico. El presidente no admitirá lecciones de un “maestro en perder elecciones” como Rajoy, porque, a pesar de que lo tomen por tonto en Europa, él ya ha demostrado saber ganarlas en España. hechos significativos Finalmente, se aprueba en Francia la ley contra las descargas P2P: cortarán internet durante dos años a los infractores, que tendrán que seguir pagándolo. Berlusconi retrasa su divorcio para no perder votos en las elecciones europeas.
Tipos de amor
Broncino Tipos de amor En vano esperará el verdadero amante encontrar en el arte una expresión de belleza que corresponda a la de su sentimiento. Le sucede a los amores del alma como a los dolores del cuerpo. Siendo las pasiones más comunes a la especie se viven, sin embargo, como si fueran únicas o singularmente personales. Nadie encuentra en los demás la clase o intensidad de amor que él siente. Por eso, el vocabulario del amor siempre parece monótono o inadecuado. El más rustro puede sentir el amor con la delicadez de un poeta (Eurípides), pero los pensadores sobre el amor no dan la impresión de haber tenido la experiencia. Los dos tipos ideales de amor, el instintivo y el afectuoso, inspiraron grandes creaciones artísticas. Pero consideramos excelsas las expresiones del amor vertidas por genios que permanecieron solteros o que fueron infieles a los sentimientos personales que las motivaron. Lo común en el enamoramiento de dos personas, fuente de placer superior al de la estética, no es aprensible por el arte, pues la comunión resulta de la proyección de cada amante en el otro y de la afinidad de gustos culturales. Cuando se percibe el error de la traslación, el afecto lo disimula al principio y lo amortiza después. El amor instintivo nace a primera vista y es irresistible. El amor afectuoso lo produce el buen trato y es amable. Aquél tiende a mejorar la especie, éste a conservarla. Al primero lo produce la naturaleza, al segundo, la sociedad. Según los biólogos, la naturaleza impone al instinto erótico, cuando éste es demasiado joven o demasiado viejo, una cierta inclinación hacia el mismo sexo, como precaución genética contra la reproducción de la debilidad en la especie. La finalidad del instinto erótico está orientada hacia una mejor procreación de la que puedan presentir los sentidos sociales. Por esa razón, en el amor a primera vista deciden más los cuerpos que las caras y los rasgos que concretan más una buena raza que una buena persona. "No es necesario, para que uno ame, que pase distancia de tiempo, que siga discurso, ni haga elección, sino que con aquella primera y sola vista, concurran juntamente cierta correspondencia o consonancia, o lo que acá solemos decir vulgarmente, una confrontación de sangre” (Mateo Alemán).

