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miércoles 31 diciembre 2025
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Autosuficiencia energética

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Ciertamente es un lugar común distinguir entre la política y lo político. La política en la España de hoy es una astracanada bufa que la partitocracia interpreta a diario para nosotros. Es el teatro de la gran mentira que nos cuenta que decidirnos entre un partido político u otro puede cambiar algo en nuestras vidas. O más divertido todavía, es eso de que entre los partidos políticos hay diferencias ideológicas de peso y no meras peloteras personales por ocupar los cargos públicos. La política es, y siempre será, la lucha por el poder, pero el régimen actual impide que elijamos a las personas, con nombres y apellidos, que lo ejerzan. Los repúblicos no nos metemos en esas lides; la picaresca no es lo nuestro.

Otra cuestión es lo político. Las tensiones por los planes para el país, la economía nacional e internacional, la revitalización del Estado frente a la globalización, y otras cuestiones de este calibre sí son batallas en las que merece la pena luchar. Habría que pensar por qué los repúblicos casi no tenemos capacidad de influir en este terreno, así que propongo que lo debatamos un domingo que haga bueno. 

Un tema esencial de lo político es el tipo de energía consumimos y qué empresas públicas o privadas abastecen a nuestro país. De hecho, es algo de una importancia sistémica: sin electricidad, por ejemplo, o con una defectuosa, nuestra sociedad se extinguiría en pocos días.  Sin embargo, mientras se nos deleita con chascarrillos de los partidos, con los dilemas existenciales de Leo Messi o con la telenovela de la familia Pantoja, la distribución energética o de combustibles se decide entre bastidores. La ciudadanía ni pincha ni corta en algo en lo que les va literalmente la vida. La falta de libertad política es eso, ser espectadores mudos de lo que acontece en la esfera pública por muy esencial que sea para el país.

Si pretendiera que sé algo de este tema ameritaría el doctorado cum laude en cuñadismo. Pero sí puedo aconsejarles modestamente la escucha de un podcast en el que participo: Triálogos. En el episodio 22 contamos con un invitado de lujo, el catedrático Ángel Cámara Rascón, un experto en minería y fuentes de energía que con buena pedagogía y mucha paciencia nos explica a los legos que, contrariamente a lo que se piensa, el fraking bien hecho es más seguro que las formas tradicionales de extracción de petróleo, y que recurriendo a este nuevo método en Canarias tendríamos petróleo para más de treinta años; o que ahora la extracción del carbón ya no contamina y que en Europa hay reservas para doscientos año, y más datos que harán plantearse al oyente lo poco que sabemos en general de algo tan importante, y lo mal que nos explican estas cosas los medios de comunicación.

La posibilidad de autosuficiencia energética de España contrasta con todas las noticias que nos llegan de corporaciones extranjeras comprando casi la totalidad de las empresas energéticas nacionales, con el riesgo que eso supone, o nuestras esclavitudes hacia los países que nos proporcionan el gas o el petróleo. También llama la atención que tengamos unas de las leyes más draconianas contra el cambio climático, una que prohíbe incluso la investigación sobre hidrocarburos, cuando potencias mucho más contaminantes que España ni se plantean limitar su uso.

¿Qué intereses oligárquicos y globales hay en ello? ¿Por qué hablar de autosuficiencia energética está vetado? ¿Por qué nos dan tantos argumentos en contra de ella supuestamente ecologistas que luego resultan ser falsos?¿Cuántas horas duraría Sánchez en la presidencia del Gobierno si defendiera la independencia energética de España?

Ésta y otras cuestiones de lo político son las que tendríamos que debatir los repúblicos, creo yo. La primavera sería una estación propicia para ello, hace buen tiempo y se puede conversar en espacios abiertos.

Cataluña: el pueblo ha votado

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Nuevamente el pueblo catalán ha votado. Y, el pueblo, dicen que es sabio. ¿Pero por qué, siendo tan sabio el pueblo, fue a votar para que todo siga más o menos igual?

Puede que, si el pueblo es sabio, también pueda ser sádico. Porque le agrada ver cómo el cainismo se apropia del discurso político de sus presuntos representantes. Disfruta viendo cómo se van a «matar» en el parlamento catalán los de Vox contra los de la CUP, por ejemplo; aunque en Navidad vayan a compartir mesa y mantel en la «cena de empresa».

También el pueblo puede ser cultureta. A lo mejor es que les gusta la comedia bufa. O el esperpento, aunque sea creación de un gallego. A falta de corridas de toros, buenas son las lidias políticas en el Parque de la Ciudadela.

Pero el pueblo también debe ser masoquista. Porque parece que le gusta ir perdiendo potencial económico, subvencionar a los partidos políticos cada campaña electoral y al mismo tiempo ver cómo se desangra su tejido productivo entre «procés» y «procés». Disfruta viendo cómo algunos quieren dejar de formar parte de la nación española, y de paso estremecerse de gozo ante el desprecio a Cataluña, vista como una parte del problema y a la que no se le aprecia como una parte de la solución. Les gusta sufrir el expolio económico de los Pujol o el mantenimiento de la embajada de Waterloo. En definitiva, les gusta sufrir. Todo sea por la causa, aunque la misma sea tan falsa como ignota.

Todo sigue, en el fondo, igual que hace dos meses. O hace tres años. El régimen puede aceptar que Vox, esa ultraderecha con manicura, haya superado a la «derechita cobarde» del PP y que Arrimadas esté haciendo honor a su apellido, aproximándose al acantilado del inexistente constitucionalismo (ya nadie se cree esa expresión) y que ahora los indepes, que en el fondo no se pueden ni ver, hagan piña común, con firmas manuscritas, contra el PSC, ganador de unas votaciones por la mínima por la gracia de Iván Redondo.

Hay una respuesta clara. El pueblo no es sabio ni inteligente, ni cultureta, sádico o masoquista. Está engañado y es engañado. Empero, desde que puede saber y no quiere ver que en España no hay representación de los ciudadanos en el troceado poder legislativo, sí es conformista, miedoso, timorato, pusilánime… Un pueblo que prefiere vivir en la mentira que enfrentarse a la verdad y salir a búsqueda de la libertad política colectiva, de la que tanto habló y enseñó don Antonio García-Trevijano. Y no sólo el pueblo catalán, sino el asturiano, el extremeño, el canario, el navarro y, en definitiva, todo el pueblo español, por el cual siento lástima por su autocomplacencia engañosa.

La única inteligencia que percibo ha sido la del 46% de abstención. De hecho, ha sido la opción mayoritaria del pueblo catalán. Habrá sido lo que resta de su otrora general seny. Por supuesto que el miedo al COVID-19 habrá hecho mella, pero ¿sólo por eso? ¿Y si la pandemia hubiera sido la excusa perfecta para no ir a votar, para ejercer eso que los repúblicos denominamos abstención activa? ¿Para qué molestarse en ir a depositar una falsaria papeleta en esa ceremonia de la confusión que son las votaciones? Más en la Cataluña del falso y agotador «procés» hacia la nada.

Por último, he de señalar que ningún medio de comunicación hará esta reflexión porque no interesa. En el fondo, todos viven de dicha ceremonia y de ella se alimentan. La perfecta simbiosis de dos parásitos de la libertad política colectiva: clase política y medios de comunicación. Y sí, aquí el parasitado pueblo esta vez es el catalán; los ciudadanos que pagan los impuestos; el pueblo que ve cómo se evaden a Andorra o a Waterloo un porcentaje nada desdeñable de los mismos… Y cuando menciono a Andorra no hago referencia a los youtubers, sino a los pujolers. No se les puede olvidar.

Salud y república constitucional desde Asturias.

Espiritismo constitucional

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Pedro Manuel González, autor del libro «La Justicia en el Estado de partidos», analiza, en el capítulo nº 45 de «La lucha por el Derecho», una noticia de la Agencia EFE relativa a la intervención del presidente del Tribunal Constitucional para criticar a Pablo Iglesias por haber dicho que «en España no hay democracia plena».

Programa para el III aniversario del fallecimiento de Antonio García-Trevijano

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Antonio García-Trevijano.

Reproducimos a continuación la carta redactada por asociados del MCRC con objeto del programa organizado para el III aniversario del fallecimiento de Antonio García-Trevijano.

Hola, amigos:

Para este programa queremos contar con todos los repúblicos asociados al MCRC y simpatizantes de este movimiento, creado por don Antonio. Para llevarlo a buen término y evitar un caos en las intervenciones, os animamos a inscribirse a través de  este correo electrónico [email protected]. A partir de ahí,  confeccionaremos una lista por orden alfabético para así poder dar la palabra de manera más dinámica a todo aquel que desee intervenir. Las intervenciones habrán de tener una duración aproximada de un minuto. El contenido de cada intervención, al gusto de cada uno. Se puede tratar la importancia del pensamiento político de don Antonio, la relación personal con él (si la hubiera habido), su obra, su peripecia vital, la influencia de su pensamiento en cada uno de nosotros, su importancia en la lucha contra la dictadura, etc. En fin, se trata de un programa de homenaje en un momento propicio para la difusión de su pensamiento.

Asimismo, para quienes no deseen aparecer en imagen, podrán dejar sus comentarios en el chat, que se irán intercalando con las intervenciones frente a la cámara.

Una vez recibido el correo se os enviará por el mismo medio el enlace a la sala de Zoom para intervenir.

La fecha límite para la inscripción será el próximo domingo 21 de febrero de 2021.

El programa se realizará en directo el próximo 27 de febrero de 2021 a las 17:00 h.

Recordad, por favor, desconectar el micrófono al conectarse y activarlo cuando vayáis a intervenir. De este modo conseguiremos una mejor escucha y la posibilidad de eliminar sonidos parásitos que afearían nuestro homenaje al maestro.

Recibid un cordial saludo.

Hacia el espíritu colectivo de la libertad política

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Los liberales creen que la libertad está basada exclusivamente en la libertad individual, pero esta son derechos otorgados por el poder.
La libertad política colectiva es fundadora y garante de las libertades individuales.

Antonio García-Trevijano Forte, 25 de Octubre del 2016.

Fuentes:

https://www.ivoox.com/rlc-2016-10-25-la-libertad-politica-colectiva-es-causa-audios-mp3_rf_13467852_1.html

Música: Cantata BWV 147 J.S.Bach

mcrc.es
diariorc.com

2021

La necesaria supresión del Ministerio de Justicia

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El ministro de Justicia, D. Juan Carlos Campo.

El ministro de Justicia, D. Juan Carlos Campo, ha manifestado que su departamento planteará una revisión de los delitos relacionados con «excesos» en el ejercicio de la libertad de expresión para que sólo se castiguen conductas que supongan «claramente» la creación de un riesgo para el orden público o la provocación de algún tipo de conducta violenta con penas «disuasorias» —pero no con penas de prisión— privativas de libertad.

Esta vez, intentando conciliar la postura de quien quiere estar en la misa del poder y repicando por razones ideológicas por la inminente entrada en prisión del rapero Pablo Hasel, asistimos a una muestra esquizofrénica de la trinidad del poder único inseparado en la que el Gobierno legisla, ejecuta las leyes y además, tratándose del propio Ministerio de Justicia, adelanta la aplicación de éstas.

Si la independencia orgánica y presupuestaria de la Justicia son requisitos indispensables para su separación de los poderes políticos, la mera existencia de un Ministerio de Justicia o Consejerías Autonómicas con dicha competencia transferida resulta ontológicamente contraria a la democracia. El concepto de Administración de Justicia pasa de significar modo o manera de hacer cumplir el derecho a definir la organización burocrática dependiente del ejecutivo destinada al cumplimiento de los fines de quien la organiza, paga y dota presupuestariamente.

La simple existencia de un Ministerio de Justicia es incompatible con la independencia judicial. Si el Ministerio es quien paga y organiza materialmente la Justicia, ésta servirá a sus prebostes políticos. Y si el ministro del ramo es nombrado por un presidente del ejecutivo que a su vez es investido por la asamblea legislativa, cerramos el círculo vicioso de la inseparación.

El Estado de Autonomías, en que cada competencia transferida se convierte en mercadeo de pactos inconfesables y es pieza de caza mayor de los sacrificios del consenso, multiplica el problema en proporción al reparto de las distintas áreas que conforman la jurisdicción. Bajo la excusa de una administración más cercana se duplican los lazos de dependencia. Esa cercanía se convierte así en vigilancia aún más estrecha. No sólo se ata a la Justicia, sino que además se hace en corto con otro eslabón en la cadena de inseparación.

El Ministerio de Justicia y las Consejerías Autonómicas con competencia en la materia deben desaparecer como necesario paso para alcanzar la democracia en España. Sus atribuciones deben pasar a un verdadero órgano de gobierno de lo judicial elegido por todos los operadores jurídicos dotado de independencia económica, funcional y organizativa, que provea de medios y que determine tanto los destinos como la progresión en el escalafón judicial sin más interferencia externa que la ley aprobada por la Asamblea, el reglamento de desarrollo de tal legislación y la aprobación presupuestaria sobre la previsión de ingresos y gastos que elabore la propia Justicia para atender a sus necesidades. Y eso tiene un nombre, el que García-Trevijano le da en su magistral «Teoría pura de la república»: Consejo de Justicia.

España, nación histórica y política

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Hoy, en el decimonoveno capítulo de «La cátedra de Dalmacio», presentado y conducido por Enrique Baeza, Dalmacio Negro Pavón (catedrático de Ciencias Políticas y autor de numerosos artículos y libros) analiza a España como nación histórica y política desde su origen así como la historia de Cataluña.

– Imperio español. Provincias hispanoamericanas.

– ¿Qué es un sujeto político?

– ¿Cataluña es un sujeto político?

– Repaso histórico para entender el problema catalán. Desde la marca hispánica hasta los borbones.

Referencias:

– Ricardo Levene “Las indias no eran colonias”

– Discurso de Unamuno en las Cortes 1931

– Ensayo: “Primeros principios del gobierno”.

– Imperio español. Provincias hispanoamericanas.

https://www.ivoox.com/rlc-2021-02-14-catd-cap-19-espana-nacion-audios-mp3_rf_65410057_1.html

Nota de prensa a medios de comunicación catalanes

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El MCRC ha enviado en español y en catalán una nota de prensa a diferentes medios de comunicación catalanes para informar de la acción de rupturas de votos de mañana en las votaciones catalanas. En dicha nota de prensa se ha dejado constancia de que la referida acción no tiene otro objeto que el de protestar pacíficamente (respetando las medidas de seguridad, con respeto y educación) contra el régimen político actual.

Marruecos y España (parte I)

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Programa especial sobre las relaciones entre España y Marruecos. En esta primera parte abordamos el período comprendido entre el protectorado español (1912-1958) y el abandono del Sáhara Occidental en 1976, y hacemos una referencia al incidente de la Isla de Perejil en 2002.

Han participado: Vicente Carreño, Fulgencio del Hierro, Aitor Céspedes, Héctor Martín Barahona y Juanjo Charro.

Producción: Tere García.

¿Fundamentalista democrático?

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Antonio García-Trevijano Forte.

¿Realmente fue Antonio García-Trevijano un fundamentalista democrático, tal como le consideró el filósofo Gustavo Bueno en su libro El fundamentalismo democrático: la democracia española a examen?

Veamos lo que establece el Diccionario filosófico del Materialismo Filosófico respecto al fundamentalismo democrático: «desde el punto de vista fundamentalista, la democracia es considerada hoy día como la forma más perfecta de gobierno, aquella que habría alcanzado la humanidad como una suerte de “destino manifiesto” en su camino al “Fin de la Historia”»1.

Sin embargo, García-Trevijano nunca consideró que la democracia representativa fuera una suerte de «destino manifiesto» o «Fin de la Historia». Sabía que la realidad política y social era, irremediablemente —con o sin democracia—, compleja, moldeada por individuos y grupos que muchas veces luchaban con intereses contrapuestos y objetivos antagónicos, lo que convertía en una mera quimera cualquier intento para alcanzar una idílica armonía social. Asimismo, era perfectamente consciente de que los individuos no eran seres angélicos y que precisamente por eso se hacía necesario constituir un sistema político basado en la desconfianza mutua. Un sistema que no pretendería traer el paraíso a la Tierra ni tampoco garantizaría la paz perpetua, sino que procuraría permitir a los gobernados el ejercicio de la lucha por el derecho en igualdad de oportunidades y garantías.

La propuesta elaborada y defendida por García-Trevijano tenía —y sigue teniendo— por objeto, sencillamente, el control del poder por parte de los gobernados (lo cual no ha de confundirse con la felizmente cacareada «soberanía popular»), estableciendo para ello unos mecanismos institucionales que el actual régimen de 1978 no dispone. Por ello, su contribución más sustancial reside, empleando la terminología de Gustavo Bueno, en el aspecto técnico o tecnológico2 del sistema que denomina democracia representativa. No olvidemos que Bueno en 1994, cuando el periodista del diario La Nueva España Javier Neira le preguntó sobre el libro de Antonio García-Trevijano Del hecho nacional a la conciencia de España. O el discurso de la república, consideró «interesante y lógica su crítica a la partitocracia y su propuesta de un régimen presidencialista como en los EEUU»3.

No hay que perder de vista tampoco que el pensador granadino más que un pensador fue ante todo un hombre de acción. Su pensamiento no puede entenderse sin conocer su propia acción política, sobre la cual se apoya. Él fue testigo de los acontecimientos políticos que precedieron a la instauración del régimen actual y desde entonces vino señalando los defectos inherentes al mismo. ¿Por qué debería haber aceptado unas reglas de juego con las cuales no estaba de acuerdo ni en su origen ni en su propio contenido? ¿Acaso la eutaxia —en sentido político— de un régimen supone que este opera de tal manera que lo hace inmejorable? Lógicamente no.

Es importante tener en cuenta que el término «eutaxia»4 fue utilizado por Gustavo Bueno, como así lo recoge el Diccionario filosófico, de la siguiente manera:

“Eutaxia” ha de ser entendida aquí en su contexto formalmente político, y no en un contexto ético, moral o religioso (“buen orden” como orden social, santo, justo, etc., según los criterios). “Buen orden” dice en el contexto político, sobre todo, buen ordenamiento, en donde “bueno” significa capaz (en potencia o virtud) para mantenerse en el curso del tiempo. En este sentido, la eutaxia encuentra su mejor medida, si se trata como magnitud, en la duración. Cabe pensar en un sistema político dotado de un alto grado de eutaxia pero fundamentalmente injusto desde el punto de vista moral, si es que los súbditos se han identificado con el régimen, porque se les ha administrado algún “opio del pueblo” o por otros motivos.

Es decir, si bien para Gustavo Bueno todo sistema o régimen político pretende que impere la eutaxia, y dado que esta ha de ser entendida exclusivamente como «buen orden» político —cuyo mejor reflejo es su propia duración—, no por ello dicha eutaxia implica que un régimen o sistema sea adecuado para la defensa de los derechos de los gobernados.

Por todo lo anterior, resulta evidente que Antonio García-Trevijano no debe ser considerado un fundamentalista democrático. Fue un hombre que quiso corregir y mejorar el sistema político norteamericano, adecuándolo a las particularidades de la nación española. No fue un idealista ni ideólogo, sino un señor con los pies clavados en la tierra y, a pesar de todo, la cabeza llena de ideales.


1.- http://www.filosofia.org/mon/democra.htm

2.- https://www.youtube.com/watch?v=AeCtUltod8E

3.- http://www.fgbueno.es/hem/1994s28.htm

4.- http://www.filosofia.org/filomat/df563.htm

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