La risa de la traición

sedición de buen rollo
Portada de ‘El Mundo’ de 28 de febrero de 2017

La fotografía lo dice todo. Es el régimen de poder instalado en España tras la muerte del dictador.

El péndulo. La ley del péndulo se produce en la historia con cada cambio de régimen. En la Grecia clásica, Aristóteles primero y Polibio después, describieron con precisión una ley que siempre se ha cumplido: A una dictadura la sustituye una oligarquía.

Las oligarquías desprecian a las naciones. Su razón de ser, desde que se implantara el estado moderno en el Renacimiento con Cosme ‘el viejo’, siempre ha sido la misma: instalarse en el estado. Ser el poder que no se toca, el poder que no tiene control. El Estado, lo que está, es intocable en España. Es incontrolable.

Algunas naciones consiguieron dejar la barbarie y lograron la libertad política. Una libertad que conquistaron los ciudadanos, antes súbditos, con la Revolución Gloriosa en 1688. Era Inglaterra.

Las grandes naciones hijas del Imperio Británico siempre han mantenido la libertad. Siempre han mantenido la representación política en pequeños distritos mediante un representante. Los Estados Unidos de América con su revolución, el Canadá moderno con su cámara de los comunes o Australia, saben qué es y en qué consiste la representación.

En esos países civilizados legisla la Nación y gobierna el estado. En la España de la foto se ve todo lo contrario. La Nación es despreciada por el Estado, la Nación es despreciada por el gobierno. Ambos la traicionan y se ríen con uno de los cabecillas de la sedición.

La sedición, ese delito que se persigue con el Derecho en cualquier país civilizado, se desprecia en una España sin ciudadanos. Una España de súbditos que pagan los impuestos bajo un infierno fiscal cada día más insufrible. Ovejas y corderos que van al matadero de la mano de un estado de barbarie que los deja sin representación.

La fotografía es tremenda, como lo fue aquella en la que el nuevo rey Felipe era el chófer de Artur Más al volante de un Seat. Rajoy viajaba en el asiento trasero.

De la sedición siempre se han defendido las naciones civilizadas. Es un delito gravísimo que siempre está perseguido. Cuando se mira para otro lado, la sedición lleva a cruentas guerras civiles.

Hay cosas que nos vienen dadas. Cosas que no se pueden elegir. Sobre las que no cabe decidir. El ‘establecimiento’ del estado cree que existe el derecho a decidir. Ingenuos o traidores piensan que sobre eso se puede votar. Votar sólo en Cataluña o decidir en toda España.

Ninguna generación, durante siglos, ha podido decidir tal cosa. Nadie elige a sus padres o sus hermanos. Nadie elige donde nacer, de donde ser nacional. Es algo que nos viene dado. Sobre lo que nada podemos hacer.

Clase reinante y clase gobernante están en la traición. La clase reinante es el sector bancario y financiero que sólo toma los mandos del estado en situaciones extremas. Uno de los sediciosos, ex juez y ex senador para más señas, ha contado con pelos y señales cómo se prepara la sedición y cómo se negocia la desaparición de la Nación española.

Todos callan, todos ríen. Y la Nación va hacia el matadero como un rebaño de ovejas y corderos que no son conscientes de su futuro. El masaje del sedicioso causa la risa en el gobierno y la sonrisa en el estado. Una fotografía terrible, impropia e inaceptable. Pura obscenidad.

 

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