Aminetu Haidar y Miguel Ángel Moratinos Un pirata somalí llamado Moratinos Coger a una persona, por la fuerza, llevarla atravesando los mares hasta tierra firme y mantenerla retenida ahí sin posibilidad de salir. A esto, en el Océano Índico, se le llama piratería; y en el Atlántico, se le llama hacer algo normal, lo que cualquier país haría (Moratinos dixit). Coger por la fuerza a una persona, después de haberle requisado el móvil, los objetos personales y el pasaporte, meterla contra su voluntad en un avión, llevarla desde un lejano desierto a una isla en medio del mar. A esto, en el Caribe, se le llama Guantánamo; en el Atlántico, Lanzarote.   Desde luego que hay que tener muchísima habilidad política para, en tan sólo tres días, juntar en el imaginario popular, la imagen de lo peor de la piratería somalí con lo peor de Guantánamo. Y es evidente que para alcanzar semejante proeza es preciso cometer tantos desatinos como kilómetros separan Cuba de Somalia. Aminetu Haidar, la Gandhi saharaui, se pasea por EE.UU. y algunas partes de Europa para cosechar premios por su incansable lucha en favor de los derechos humanos. Pero para Moratinos, no es más que un buque lleno de mercancías cuyo secuestro bien vale una travesía. Y así lo ha hecho. En mitad de la noche, sin luces ni taquígrafos, prescindiendo de las más elementales normas tanto legales como morales, ha pactado con unos corsarios, el secuestro de Aminetu Haidar y su posterior traslado a un minúsculo lugar del nordeste de Somalia, quería decir, de Canarias.   Lo sucedido con Aminetu Haidar es, sencillamente, ignominioso. Un Estado que se dice de Derecho, viola sus propias normas para hacerle el trabajo sucio a una monarquía feudal. El Ministro de Asuntos Exteriores de España ha inducido a un piloto de avión, a una compañía aérea y a las autoridades policiales y aduaneras de Lanzarote a una conducta que raya en la prevaricación, la detención ilegal y el secuestro. Y todo esto, sin que el mayor partido político de la oposición se entere. Aminetu Haidar aterrizó el 13-11-2009 en El Aaiún (Sahara Occidental), un territorio que, con la ley en la mano, su administración corresponde a España. Pensar lo contrario es dar validez a los Acuerdos de Madrid de 1975, cuya nulidad, tanto desde el prisma del derecho español como desde el prisma del derecho internacional, está sobradamente acreditada. Cuando Aminetu Haidar desciende del avión en El Aaiún, unos ‘okupas’ (colonos marroquíes), le impiden quedarse en su ciudad y le obligan a subir en otro avión y abandonar el Sahara Occidental. Para consumar este brutal atropello, los ‘okupas’ cuentan con la inestimable colaboración de Miguel Ángel Moratinos, que les garantiza que, quiera ella o no quiera, pueden mandarla a España. Es decir, colaboración necesaria para la detención ilegal y secuestro de una persona. En El Aaiún y contando con la inestimable colaboración de España, los ‘okupas’ llevan, a Aminetu Haidar, a un avión de una compañía española, la obligan a subir en esa aeronave sin sus objetos personales y sin pasaporte alguno. Las normas internacionales de la aviación civil estipulan que en caso de pasajeros indocumentados, la responsabilidad recae en la compañía aérea. Toda la legislación española en materia de extranjería exige la tenencia de un pasaporte para atravesar los puestos fronterizos. La figura penal de la prevaricación castiga a la autoridad o funcionario que realice una acción a sabiendas de su ilegalidad. Puede ser que haya algún piloto que, después de tanto viajar, ya no sepa que el pasaporte es un documento necesario para salir o entrar en un país, pero que lo ignore un ministro…   Ese mismo sábado y ya en Lanzarote, Aminetu Haidar, es obligada a descender del avión y a abandonar la zona internacional del aeropuerto de Lanzarote, donde quería permanecer para intentar regresar al Sahara Occidental. Cuando los muy profesionales cuerpos de seguridad del aeropuerto, curtidos Artículo completo

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