Alfredo Sáenz, "el indultado" (foto: elmundo.es) Robin Hood en Ferraz Robin Hood no hubiera aguantado las penurias y peligros del bosque de Sherwood ni un día más, si hubiera conocido a tiempo a Rodríguez Zapatero.   El mito de Robin es muy común en la historia: Robar a los ricos para dárselo a los pobres. Aquí las hazañas del Tempranillo en Sierra Morena juegan un papel similar en la mitología popular, aunque nunca sabremos si las dádivas de este último eran un misérrimo tributo al silencio y la colaboración de sus paisanos.   Rodríguez Zapatero al rematar su estancia en la Presidencia del Gobierno ha establecido una nueva doctrina: Perdonar a los ricos y regalar a manos llenas a los que nada les falta.   ZP ha indultado a Alfredo Sáenz, consejero delegado del Banco de Santander. Bueno, a medias, pues la pena de prisión de tres meses que le había sido impuesta no le importaba, la que le hacia daño era la de inhabilitación para el ejercicio profesional, es decir, para ejercer como consejero delegado de banco más importante de España y obtener la pensión millonaria de jubilación que se conceden a sí mismos.   Algún mal pensado ya ha hecho correr la especie de que Don Emilio condonará algunos préstamos pendientes de reintegrar por partido de Ferraz. No sería la primera vez que un banquero se siente tan comprensivo con deudores de tal jaez.   Es un indulto conmutativo, es decir, le conmuta las penas impuestas por el Juez en la sentencia, por una multa, la máxima que prevé el Código Penal en su caso, que por muy elevada que sea se la pagarán a prorrata todos los clientes de la entidad.   Por otra parte, y para que no digan, para despedirse de sus propios; ZP ha repartido subvenciones a dos fundaciones del partido del que es Secretario General, y cantidades menores, si las comparamos con los mas de 1.000 millones de euros con los que, en los cuatro últimos años de inquilinato en La Moncloa, ha obsequiado a los sindicatos estatales CC.OO. y UGT por encauzar las reivindicaciones laborales y las protestas sociales. El silencio de los obreros y el despiste de los perroflautas.   De las privaciones y fatigas de la clandestinidad a la opulencia del poder, a estos “trabucaires” del bosque de Ferraz, también se les va la mano con la tarjeta de crédito institucional en los clubs de alterne y en los restaurantes de cinco tenedores. Pero no son capaces de la sublime confesión de Salvador Dalí cuando reconoció ser un traidor a su clase, pues habiendo nacido burgués se había convertido en aristócrata.   No reconocerán nunca que, habiendo nacido pobres, hijos de la clase trabajadora, no han aspirado nunca a la Libertad. Sus deseos son más mundanos, quieren vivir como nuevos ricos, derrochar sin límite a cuenta de los demás, es decir, de los suyos propios, aunque para ello sólo tengan que traicionar a cinco millones de desempleados. Son así.   Pero si les dices la verdad a la cara; que son unos mangantes, unos chorizos sin el más mínimo escrúpulo y ni una gota de vergüenza; no se ponen colorados, ni se inmutan, simplemente usan una excusa polivalente, aunque inmoral. Los otros más. Que allá le andan. Para estas cosas la partidocracia siempre ha tenido ventiladores de sobra.   Con excusas a dos bandas, este país está lleno de ladrones que viajan en coche oficial, y no precisamente en la furgoneta celular de la Guardia Civil, que es donde les correspondería, sino en vehículos de alta gama con chaufeurs, Wifi y telefonía vía satélite.   Vd. y yo sabemos quiénes y cómo pagamos, como sabemos que no hay juez que les haga devolver un céntimo. Todo resulta más fácil si se llega a un consenso con el Sheriff de Nottingham.

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