El hecho económico de la semana ha sido la reforma financiera que, siendo un paso adelante, no resuelve ninguno de los problemas esenciales. Así, la vivienda no se abaratará por la reforma sino por el hundimiento del crecimiento del empleo. El Banco Santander ofrece desde hoy los pisos de “El Pocero” en Madrid con un 65 por ciento de descuento, frente al 35 por ciento que supone la reforma. Tampoco habrá crédito para quienes lo necesitan sino todo lo contrario, porque las entidades que recibirán ayudas públicas no tendrán la obligación de darlo, sólo de intentarlo… ¡dentro de tres años! En la reforma que nos vendió el señor De Guindos el jueves pasado estaban obligadas a dar crédito pero en el Boletín Oficial del Estado ha desaparecido. Alguien ha conseguido eliminar el objetivo esencial de la Ley.

Y desde luego no se recuperará la solvencia porque es demasiado poco y demasiado tarde. Demasiado poco porque 50.000 millones es una cifra irrisoria y demasiado tarde porque el problema ya no es sólo el crédito promotor; hemos entrado en una nueva fase de desplome económico donde ya nadie paga a nadie empezando por el Estado. Irrisoria, porque de un total de crédito a residentes de 1,9 billones de euros ¿resulta que el 2,6 por ciento es el problema? ¿Qué borma es esa? Si sólo el suelo representa casi 100.000 millones. Y, ¿qué pasa con las filiales creadas por las cajas para aparcar todo el riesgo inmobiliario que han sido ignoradas? Pero sobre todo es demasiado tarde. La morosidad está disparada, se estima que se ha doblado en 12 meses hasta el 11 por ciento oficial al final de enero. Y esos son 220.000 millones y subiendo a toda marcha.

Ya no es sólo el crédito promotor el único que la reforma contempla. Ahora son todo tipo de créditos, hipotecas, consumo, PYMES, todo sin excepción. En enero el número de impagados se ha multiplicado por 2,5 de media respecto a enero de 2011. Hemos entrado en un agujero negro del que sólo se puede salir o con crecimiento -y eso no va a suceder- o acabando con las autonomías -y eso la casta política ni se lo plantea. Antes se hunde España.

Y luego una reforma que permite a entidades inviables como Bankia -a quien Francisco González califica de “un problema para España- o Banca Cívica mantenerse ficticiamente no es una reforma, es una broma. ¿En qué clase de reforma los responsables de la ruina siguen en sus puestos y con sueldos multiplicados? Porque lo de limitar los sueldos a 600.000 euros es otra estafa, la diferencia la cobrarán como “bonus” por la excelencia de su gestión. No se si, como dicen algunos en Génova, “la reforma es un traje a la medida de De Guindos para salvar a su amigo Rato” pero todos los cambios legales desde hace un mes sólo favorecen a Bankia, particularmente el necesitar sólo un 10 por cien de incremento de balance en lugar del 20 por ciento, sólo aplicable a esa entidad.

¿En qué cabeza cabe que, al contrario que en el resto del planeta, en España no se haya cerrado ni una sola entidad, cuando decenas de ellas son claramente inviables? Debieron cerrarse y se ha mantenido con un coste para los españoles de 40.000 millones en efectivo y avales por más de 90.000.

Y ahora será peor. A pesar de la situación espeluznante de la economía, como afirmaba ayer la ministra de Trabajo, Rajoy ha decidio mantener con nuestro dinero entidades inviables. El Estado garantizará un esquema de protección de activos, o ayudas del FROB que jamás podrán devolver, un despilfarro en conjunto de 100.000 millones del dinero de un pueblo cada vez más empobrecido, al que además van a expoliar sin contemplaciones, recortando pensiones con el llamado Plan de Sostenibilidad y obligando a pagar directamente por sanidad, educación y uso de autovías, con la llamada reforma de financiación de los Servicios públicos. Creo, como Roubini, que España estará como Grecia a mediados de 2013.

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