¿Es el hombre bueno por naturaleza? ¿Debemos cargar los seres humanos con las faltas de otros? ¿Es esto justo de un padre? Parece que no. Cuando el hombre viene a la tierra y considerando que se encuentra en un estado caído  debe pagar o no debe pagar por otros  ni venir sin capacidades espirituales por causa de aquellos (me refiero Adán y Eva). Las diferentes corrientes religiosas explican este hecho de maneras muy distintas, lo que es tema de un trabajo mucho más largo. ¿No es acaso el hecho de haber querido ser como los dioses comiendo del árbol del bien y del mal (osea queriendo adquirir conocimiento) que infringieron el mandamiento que se les había dado? Pero…al adquirir el conocimiento del bien y del mal encontraba éste su desarrollo en la posibilidad de adquirir el albedrío en su forma más grande de libertad de elección. De modo que el hombre no está supeditado a una herencia pecadora sino más bien se queda supeditado a su propia autonomía, a sus responsabilidades, a su libertad, a la capacidad de poder tomar sus propias decisiones en la vida puesto que ya conoce el bien y el mal.

Para Rousseau el hombre es naturalmente bueno y es la civilización quien lo echa a perder. En el terreno literario Naturalismo y Realismo con Èmile Zola a la cabeza argumentaban continuamente en sus novelas que el hombre es fruto de la herencia genética (con los errores que esta trae) y del medio ambiente, de forma especial, negando lógicamente la existencia de un Ser Superior. Estas corrientes materialistas que como todas las corrientes tienen su punto de verdad también tiene su parte de vaciedad o de cosa incompleta. Parece que el hombre se deja llevar e influir en la vida sin que pueda él por si mismo decidir nada.

Rousseau (fundado en sus ideas religiosas que arrancan de su calvinismo originario) proponía una vuelta del hombre a la naturaleza con la idea de poder regresar o contactar con su estado natural, que es de bondad. Rousseau propone la búsqueda del hombre y de su actos explicando ambos en  un encuentro casi místico con los poderes de creación que están ahí, en la naturaleza. Algo de esta filosofía ha quedado en Europa con la importancia que se le concede al medio ambiente. El hombre sin contacto con la naturaleza no es nada.

Pero ¿de verdad podemos creer que el hombre es capaz de perder de esa manera sus capacidades espirituales casi de forma incosciente porque somos influidos por el entorno? Claro que las puede perder, pero de forma consciente. Cuando un niño se aproxima a la edad de ocho años (generalizo) puede en su pequeño mundo discernir el bien del mal, sabe cuando engaña a sus padres, cuando hace algo que no está bien. Sus padres deben dejar que comprenda esta posibilidad bien-mal así como las consecuencias que se desarrollan de esas elecciones o decisiones tomadas aun siendo pequeño.

Los personajes siempre atormentados y determinados socialmente de Zola, el mundo realista donde parece que el ser humano no tiene salidas de otros escritores como Galdós, Pardo Bazán o Blaco Ibáñez parecen olvidar que el hombre puede decidir por si mismo muchas cosas y correr con sus consecuencias, claro, formando esto parte esencial de su progreso. La capacidad de disponer de nuestro libre albedrío es el regalo de libertad mas grande que un padre puede dar a sus hijos y en la medida que mejor se conocen Las leyes de Dios por las que uno debe guiarse, mayor y mejores serán los resultados en nuestra vida, porque los realizaremos bajo nuestra libertad de elegir, la nuestra y no la de otros.

Rosa Amor del Olmo

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