* POR UN ERROR DE EDICIÓN INTRODUCIMOS DE NUEVO EL TEXTO DEL CAPÍTULO QUE CORRESPONDE AL DÍA DE HOY.

PATRICIA SVERLO. Don Juan decidió que sus hijos estudiaran en Donostia, en el palacio de Miramar, que había sido residencia veraniega de la familia real a finales del siglo XIX y principios del XX. Franco había anulado el decreto por el que la familia real había perdido las propiedades con la llegada de la República, de manera que en aquel momento era de Don Juan, como herencia de su padre. Enviar a los niños era como tomar posesión del palacio nuevamente. Aunque entonces se argumentó que, si se instalaban allí, era para distanciarse de Franco. La ventaja del Caudillo, por otro lado, quedó clara cuando el 4 de noviembre de 1950 la Asamblea General de las Naciones Unidas votó que los embajadores volvieran a Madrid.

En Miramar se organizó de nuevo todo un centro escolar, a la manera del de   , sólo para los infantes. Se trasladó a un grupo de alumnos escogidos por Don Juan, la mayoría de los cuales eran hijos de amigos suyos. Y se constituyó un equipo de profesores, reincorporando a algunos profesores anteriores: Aurora Gómez Delgado, Angel López Amo (que ya había sido profesor de Juan Carlos en ), Carlos Santamaría, el comandante Díaz Tortosa para la educación física, el padre José María y los profesores de idiomas. Pero como al fin y al cabo era bastante irregular, de vez en cuando iban catedráticos de Madrid a examinarlos. Durante los cuatro cursos que los niños estudiaron en Miramar, Franco continuó progresando en sus relaciones con Estados Unidos. El 26 de agosto de 1953 se firmó el pacto de Madrid, en virtud del cual se instalarían tres o cuatro bases militares en territorio español.

Los veranos los pasaban en Estoril. El hermano listo, Alfonso, de vacaciones; y “Juanito”, acompañado de los profesores José Garrido y el padre Zulueta, que después de un mes de descanso iban también a Portugal, a Malmequer, para la versión veraniega del colegio, a cumplir un mínimo diario de cuatro horas de clases y estudio.

La despedida de fin de curso de junio de 1954 fue un poco especial. Al fin, ” había acabado los estudios de bachillerato. No se sabía qué pasaría después, de manera que ” y su hermano Alfonso visitaron al Generalísimo para despedirse, casi como una amenaza, y le dieron las gracias por el hecho de haberse educado en su patria. En verano, para celebrar la graduación, “Juanito” viajó con toda la familia en el  , el que Don Juan había recibido absolutamente gratis, para reunirse con la reina  de Grecia en uno de aquellos cruceros que organizaba al mar Egeo con el fin de arreglar matrimonios, en el yate Agamenón, para que los miembros de las diferentes familias reales mantuvieran contactos y, de paso, para promocionar el turismo en la zona. Sorteaba los sitios en las mesas del comedor con unas papeletas y unos números. Aquél fue el primero encuentro sin enamoramiento repentino entre Juan Carlos y Sofia de Grecia. Lo cierto es que en aquel yate también iba Gabriela de Saboya.

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