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miércoles 24 diciembre 2025
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Los cinco de Keating

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 A finales de los años ochenta la Lincoln Savings and Loan Association, una asociación de ahorros y préstamos de EE.UU. fue a la bancarrota defraudando a unos 23.000 inversores y perdiendo los ahorros de toda una vida de sus socios. El rescate de esta entidad, cubierta por la Reserva Federal, le costó a los contribuyentes americanos unos 125.000 millones de dólares. El principal causante del monumental fraude fue Charles Keating, presidente de la entidad. El candidato a Presidente, John McCain, y otros cuatro senadores, los cinco de Keating, desempeñaron un papel necesario. El senador por Illinois, Obama, se refirió recientemente a este escándalo como paradigmático de la crisis financiera internacional que nos afecta. John McCain (foto: Soggydan) A principios de 1985 los responsables de la regulación de las asociaciones de ahorros empezaron a temer las cuantiosas .hmmessage P { margin:0px; padding:0px } body.hmmessage { FONT-SIZE: 10pt; FONT-FAMILY:Tahoma } pérdidas que las cada vez más arriesgadas inversiones de estas entidades podían ocasionar a las arcas del Estado. Se inició un proceso de control sobre estas entidades y se optó por limitar la inversión directa de estas asociaciones a un máximo del 10% de los depósitos. Para entonces la compañía que dirigía Keating perdía unos 1.100 millones de dólares que había convertido en bonos. Además, Keating se había asegurado el respaldo político de cinco senadores a los que había financiado con 1.2 millones de dólares en total. En concreto McCain recibió la suma de 135.000 dólares y varias estancias pagadas en la casa de Keating en Bahamas. Además la esposa de McCain había invertido alrededor de 300.000 dólares en uno de sus negocios. Los cinco senadores impidieron la regulación de estas entidades, presionando a los supervisores en distintas reuniones. Además, Alan Greenspan, quien sería presidente de la Reserva Federal a partir de 1987, elaboró un estudio en el que desaconsejaba la regulación sobre el total de inversiones directas de estas entidades. Y para que todos los ingredientes estuvieran presentes, el mago del mercado, Ronald Reagan, nombró supervisor a un socio de Keating. Todas estas maniobras invisibles permitieron a la compañía acumular  .hmmessage P { margin:0px; padding:0px } body.hmmessage { FONT-SIZE: 10pt; FONT-FAMILY:Tahoma } pérdidas astronómicas que la llevaron a la bancarrota, dejaron maltrecha la economía y gravaron considerablemente a los ciudadanos que habían sido traicionados por sus representantes.

Sanción política

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La ausencia de separación de poderes deviene inevitablemente en la burocratización de la Justicia. Como ocurre con los partidos políticos y los sindicatos, los Órganos Judiciales se integran en la maquinaria política estatal como simples apéndices del poder único del Estado de Partidos. Sin independencia judicial la Administración de Justicia será Administración, pero nunca podrá impartir Justicia. Por eso, en este estado de Poderes Inseparados, el error judicial, lejos de ser únicamente una cuestión de orden técnico lo es de naturaleza política. Se trata de una evidencia constatable diariamente en la práctica procesal. El sorprendente caso del Secretario del Juzgado encargado del seguimiento de la ejecutoria penal al asesino de la menor Mari Luz Cortés, siendo sancionado como responsable de una falta disciplinaria grave con suspensión de empleo y sueldo de dos años, mientras que el Magistrado titular del mismo Juzgado apenas sea reprendido con una exigua multa, es paradigma de esta triste realidad. Esa inicial sorpresa deja de ser tal al profundizar en el procedimiento sancionador en el que el Secretario Judicial encuentra reproche a su actuación profesional. Expresamente el artículo 167 del Reglamento Orgánico del Cuerpo de Secretarios Judiciales otorga la potestad disciplinaria al Ministerio de Justicia, quien calificará las conductas y aplicará las sanciones que estime oportunas dentro del abanico que el propio Reglamento incluye. Así, nuevamente la clase política tiene en sus manos el control de la vida judicial obteniendo la cuadratura del círculo vicioso de sus intereses: Crear una Administración de Justicia manipulada y mansa a sus aspiraciones por origen de su elección y a la vez, aparecer como salvadora de los errores de su inoperancia, desidia o simple incapacidad de una organización institucional que no sólo permite sino que directamente fomenta. La escenificación por el Sr. Bermejo de la decapitación pública del Secretario Judicial le reviste de ese halo de justiciero implacable que tanto gusta a los políticos. Que nadie se preocupe, el Sr. Ministro, causa primera y última de “lo Justo”, reparará el honor de los ofendidos. Quizá D. Mariano debería reflexionar sobre su propia responsabilidad como factótum en la organización de la Planta Judicial de la que depende el número de Órganos Judiciales, su distribución y asignación tanto de medios personales como materiales, factores claves para su adecuada operatividad en relación al número de asuntos que han de conocer por reparto. Mariano Fernández Bermejo (foto: PSOE Totana)

Sostiene el presidente (I)

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José Luis Rodríguez Zapatero (foto: Partido Socialista) Sostiene el presidente (El Mundo 31/08/2008) que “El balance de los 30 años es altamente satisfactorio. Hemos construido la democracia, somos un país de libertades, nos hemos abierto al mundo, multiplicado por cinco nuestra renta per cápita, desarrollado un estado de bienestar. El gran atraso histórico de España, que eran la negación de la mujer y la desigualdad en la educación, se ha superado en un 70% y hemos convivido en paz. ¿Equivocaciones?, creo que colectivamente no ha habido equivocaciones.” Primera confusión: confundir un régimen de libertades con un régimen democrático y mezclar, en la misma exposición, como elementos homogéneos, las libertades, la democracia y el desarrollo económico. Las libertades son condición necesaria para la existencia de democracia, pero la existencia de libertades no implica en modo alguno la existencia de un régimen democrático. En tanto que régimen de poder, conjunto de reglas formales para la constitución, legitimación y remoción de gobiernos, la democracia no se ve en modo alguno garantizada por la simple existencia de libertades públicas; más aun, abundan en la historia los casos de regímenes de libertades no democráticos. La universalización del derecho de sufragio no implica, por sí sola, la democratización de un régimen, cuando el principio representativo es flagrantemente incumplido. Y este principio ha sido vulnerado por unos partidos políticos que, en lugar de actuar como instancia mediadora entre Estado y Sociedad Civil, han pasado a formar parte del Estado mismo; cuando la tan encarecida representación proporcional ha entregado a los “aparatos” de los partidos políticos plenos poderes para la determinación de unos pretendidos representantes de la Sociedad Civil que sólo representan a los jefes que los han incluido en sus listas. Antaño la monarquía constitucional, sin cumplir el principio democrático, sí cumplía el principio de la separación de poderes en virtud del cual el Legislativo podía actuar de efectivo contrapeso frente al Ejecutivo; hoy, el paso de la monarquía constitucional a la monarquía parlamentaria, con la inseparación de poderes que le es inherente, ha dejado en ridículo todas las fantasías sobre la soberanía del parlamento.

Democracia en la crisis vs crisis en la democracia

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Son dos cosas muy distintas: el que en medio de una crisis financiera y económica se mantenga firme la democracia representativa, como ha ocurrido en EEUU, y el que la crisis sea la del mismo régimen político –mal llamado democracia-, como ocurre en Europa y en España en especial. En tiempos de crisis económica debe haber más fortaleza democrática, es decir, más representación del pueblo por parte del parlamentario y no la simple obediencia servil de este al jefe de su partido, aunque sea el Presidente, y, por otra parte, más ejercicio de la separación de poderes en el que el poder legislativo se muestre independiente del gobierno. El rechazo, el pasado 29 de septiembre de 2008, del Congreso de los EEUU al plan propuesto por Bush para “socializar las pérdidas” de unas concretas y grandes empresas bancarias revela unas características democráticas de sus instituciones impensables al otro lado del charco. ¿Es imaginable en España a un “Presidente del Gobierno-Jefe del Estado” obligado a pedir la aprobación urgente de un plan económico-financiero? ¿Para qué, si dispone del Real Decreto? Es más, ¿y que pasados unos días, el Congreso de los diputados –representantes en teoría del pueblo español- no lo apruebe? ¿Y que no se apruebe la moción por los votos del mismo partido del presidente del gobierno? Pues eso es lo que ha sucedido en EE.UU. Y ello, sin embargo, es una consecuencia del funcionamiento correcto de la separación de poderes y de la democracia representativa. Esa democracia de la que carecemos en España. Y no entramos en la materia o contenido del plan. ¿Por qué hacerlo si lo que queremos son unas reglas del juego político que permitan representación auténtica del pueblo, precisamente en las situaciones cambiantes e indeterminadas? Las instituciones son democráticas cuando el Legislativo es independiente del Ejecutivo incluso en tiempos de crisis económica-financiera. Jorge Bush en el FEMOM (World Economic Forum)

Elecciones en Canadá

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Oh, Canada (foto: Rick Harris) Elecciones en Canadá   Miguel Rodríguez   Convocadas por el Partido Conservador en el poder, el día 14 de octubre Canadá celebrará sus elecciones generales al Parlamento. El partido en mayoría eligirá al Primer Ministro, plausiblemente una re-elección del conservador Stephen Harper, que ha querido celebrar las elecciones cuanto antes para no perder la mínima mayoría que posee. Los dos partidos principales de oposición, el Liberal, que gobernó Canadá durante decenios hasta la convocatoria anterior, y el Nuevo Partido Democrático, asumen un porcentaje mayor de votos que el Conservador, con una larga franja también para el Partido Verde y el Bloque Quebequense, el partido nacionalista francés indisputado en su propia provincia.   Canadá gusta de verse a sí misma como un mosaico armónico de diversas culturas, quizá no del todo sin razón. Su pasado colonizador lo desmiente hasta cierto punto, pues, como en todo el resto del continente americano, incluyó prácticas aberrantes de exterminio de las poblaciones nativas tales como el contagio intencionado de las paperas inoculadas en mantas que repartía la Hudson Bay Company, diezmando tribus enteras debido a la absoluta novedad del virus; u, hoy siendo materia de debate nacional, el encerramiento, lavado de cerebro, violación sexual y asesinato de niños y niñas en las monstruosas residential schools (“escuelas residenciales”), por las que el Primer Ministro recientemente pidió perdón oficial a la manera en que el Papa se excusó por los juicios a Galileo o las quemas medievales de herejes y brujas. Estos acontecimientos constituyen sin duda una mancha en su historial; sin olvidarnos de que con respecto a las hoy día llamadas “Primeras Naciones” sigue en pie la cuestión del cumplimiento de los Tratados, e incluso, como en la Columbia Británica, que carece de ellos, de su implementación.   Con todo, Canadá da muestras de un respeto muy cuidadoso por lo distinto. Se trata de un caso diferente al de los EE.UU., donde los inmigrantes tendieron a adoptar la naciente cultura “americana”. En Canadá tiende en cambio a conservarse la cultura ancestral de cada cual, con su lengua, atuendo y costumbres. Resulta notorio que Canadá siga recibiendo inmigrantes y refugiados de todo el mundo bajo condiciones relativamente abiertas si las comparamos con las de la inmensa mayoría de países occidentales. Aunque algunos exploradores españoles ya habían navegado las costas atlánticas y pacíficas de la actual Canadá muy temprano, este país se originó gracias a una extraña mezcla de aventureros franceses, loyalists o lealistas ingleses a la Corona británica tras la independencia de los EE.UU., y con ellos una larga retahíla de inmigrantes aptos para la construcción del gran ferrocarril transcontinental, casi todos chinos y algunos italianos entre otros, ordenado por el primer Primer Ministro –valga la redundancia– Jonh A. McDonald, padre de la Confederación. Los orígenes del Canadá, tan a caballo entre la súbita irrupción en un mundo vasto y desconocido, el conservadurismo inglés, la influencia constante de los EE.UU. y la necesidad de un continuo flujo de inmigración, hace de él un país abierto a la novedad y al cambio, al mismo tiempo que poco dado al radicalismo político. No obstante, la clase trabajadora nunca careció de fuerza. Los españoles no debemos olvidar la deuda contraída con ella, pues durante nuestra guerra civil pusieron al servicio de la II República el mayor número de tropas extranjeras después de Francia, aun a riesgo de perder su ciudadanía (que luego, al regresar, les fue restituída).   Una compleja descentralización del poder estatal, que otorga más competencias a los gobiernos regionales y provinciales que al federal, pone en las manos de los ciudadanos la posibilidad de múltiples iniciativas en numerosos campos de acción que se ven recompensadas con frutos mucho más inmediatamente. Son, por lo menos, infinitamente menos susceptibles de la corrupción burocrática partidista que abunda en la Europa continental. Se trata de una sociedad educada desde el inicio en la responsabilidad personal y social.   Aunque no exista división formal de poderes, pues el partido en simple mayoría tras las elecciones al Parlamento elige al Gabinete sin elecciones presidenciales independientes, una contrariedad entre el legislativo y el ejecutivo, como sucede a veces en los EE.UU., no es imposible, si bien improbable.   El Parlamento se compone de miembros elegidos en cada distrito individualmente, y no siempre sujetos a los partidos. Las desavenencias entre los candidatos de distrito y la jefatura del partido no son poco frecuentes, y en ocasiones provocan el abandono de la afiliación partidista y la consiguiente presentación de tal candidato como independiente. Puede admirarse, pues, que la responsabilidad personal ante la ciudadanía que lo elige predomina sobre la obediencia ciega al líder.   Y, aunque lejos de corresponder a las insulsas idealizaciones en que se complacen los siempre vanos propangandistas del Estado, Canadá puede servirnos en muchos sentidos de ejemplo sobre las ventajas y limitaciones de un régimen más parecido a una democracia que el español tanto en su Constitución formal como en la sociedad que la sustenta.   En todo caso, no cabe esperar demasiadas sorpresas en estas próximas eleciones. La Gobernadora General Michaëll Jean, representante oficial de la Reina Isabel II, dará su visto bueno, y las cosas seguirán su curso, a ratos conservador y cristiano, a ratos liberal y agnóstico, y con una pizca de progresismo de la que todos, quien más y quien menos, se sienten orgullosos.

El desierto crece

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Masanobu Fukuoka, enero 2008 (foto: grupopermacultura) En una entrevista al sin par Masunobu Fukuoka durante una visita a nuestro país, este revolucionario y renombrado horticultor expresó sin ambigüedades que “España es un desierto”. Fukuoka se refería en concreto a la defenestración arbórea que comenzó hace aproximadamente dos mil años, cuyas consecuencias hoy más que nunca estamos empezando a comprender. Desde aquel entonces las cosas no han hecho sino empeorar. Aunque tenemos conocimientos incontrovertibles sobre el estado de salud de nuestro suelo y sobre los medios para mejorarlo, las medidas que se toman al respecto son prácticamente nulas. No creo que debamos desoír completamente el pensamiento ecologista radical que hace de nuestra civilización industrial y el cuidado del medio ambiente algo incompatible. Cuando menos puede enseñarnos hasta qué punto privilegiar el crecimiento turístico, por ejemplo, sobre ayudas para el desarrollo de la agricultura orgánica es un error monumental. En todo caso el movimiento ecologista conoce perfectamente factores que tanto nosotros en cuanto individuos como nuestros gobiernos persistimos en obviar, como si las fuentes de las que manan nuestros bienes materiales fuesen infinitas y las pudiésemos lastimar sin consecuencias. Un amigo que vive en una pequeña población cercana a la madrileña sierra de Navacerrada tiembla diariamente al observar la virtual ausencia de insectos en la zona. Otros animales, como los conejos, que hace tan solo treinta años eran discernibles entre la jara, han desaparecido ya. La vegetación –esto también lo indicaba Fukuoka– es simple, en realidad menos que elemental, y con una fuerte tendencia a la inexistencia. Aparte de procesos naturales irreversibles causados por nuestra negligencia, en zonas rurales la legislación prioratiza la industria ganadera. Y no hay nada ni nadie que lo detenga. Lamentablemente los gobiernos municipales, autonómicos y estatales prefieren diseminar a los cuatro vientos pura propaganda ecologistoide mientras sigue haciendo la vista gorda a señas tan ominosas como las que cualquiera con dos ojos, en un paseo por el campo, puede detectar. Aunque Nietzsche se refieriese a otra cosa distinta con su famoso “el desierto crece”, ningún otro dicho parece más ajustado a nuestra situación.

Zapatero, previsor

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Ante la inestabilidad financiera y el pánico bursátil, el Gobierno ha tomado dos iniciativas de última hora. La primera consiste en elevar hasta 100.000 euros el mínimo garantizado por depósito bancario, lo que, según el gobernador del Banco de España, beneficia más a los bancos que a los clientes: “A los depositantes les va a dar lo mismo porque no hay nada que ponga en riesgo los ahorros de los españoles”; pero a los bancos sí les va a afectar ya que están compitiendo en un mercado donde se están produciendo “movimientos desordenados” en los últimos quince días. En plena descoordinación europeísta, el presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorro ha defendido la necesidad de esa medida gubernamental para compensar la “acción desleal” de otros países al anunciar que garantizaban todos los depósitos de los bancos nacionales, una iniciativa irlandesa a la que se sumaron Portugal, Dinamarca y Alemania. Sin embargo, mientras en EE.UU., ante posibles quiebras bancarias (aparte de garantizar una cifra mayor con el plan de rescate aprobado), la legislación obliga a devolver el dinero en 48 horas, en Europa se puede tardar seis meses. La segunda iniciativa de Zapatero ha sido crear un fondo con cargo al Tesoro Público de 30.000 millones de euros, ampliable a 50.000, que se inyectaría a las entidades financieras con problemas de liquidez, comprando sus “activos sanos no tóxicos” para “prevenir riesgos”, como ha justificado el Presidente y no “para intervenir en los bancos a diferencia de otros países”. No es una subvención a las entidades de crédito sino un préstamo temporal (hasta que los mercados recuperen su normal funcionamiento) que podemos realizar porque “tenemos una deuda en unos niveles muy razonables”. Según Zapatero, semejante iniciativa sólo es preventiva, y no pretende rescatar ni sanear el mercado financiero. No obstante, desde el Banco de España, el señor Fernández Ordóñez considera “absolutamente inevitable” un proceso de reestructuración en ese sector, ya sea con fusiones o con otras fórmulas. Los bancos y cajas de ahorro necesitan una elevada financiación exterior y buena parte de su negocio deriva del sector inmobiliario. hechos significativos Alimentos como el aceite y la harina son los que más se han encarecido en el último año. Zapatero pide a los medios de comunicación que manejen la crisis financiera como “material altamente sensible”. Un juez federal ordena liberar en EEUU a un grupo de presos en Guantánamo.

Fractalidad y venganza

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Árboles pelados (foto: masochismtango) Fractalidad y venganza Irregularidades, arrugas por todas partes. Además de demasiadas veces áspera, la Naturaleza es rugosa. Recorrer el perfil de unas ramas de otoño sería tarea imposible hasta para el propio Odiseo si tuviera que husmear en cada recoveco real. La mente encontró protección contra esta indefinición para concebir el mundo a través de un encéfalo que actúa como un ojo. La fisiología de la visión es análoga a la de la del pensamiento. El cerebro es un voyeur que convierte en perfecciones lineales lo que en realidad son miríadas de discontinuas imperfecciones. Y así, la vida es cine. El sentimiento de lo uno debió de florecer cuando pudo verse difusamente algo en el universo inmensamente vacío y para pensarlo en el éter callado como una pantalla, mientras nuestros sentidos nos engañaban, la mente arquetipó y el verbo principió. Desde entonces, siendo más mundano el pensamiento que pensable el mundo, para poder pensar tuvimos que absolutizarnos. Hoy incluso los ciegos ven con la mente y para todos, ciegos o no: oui, le monde c’est moi. La venganza es un sentimiento profundamente literario y cinematográfico. En lo íntimo, la sensación de equilibrio es tan placentera cuando se elimina al asesino que la tentación de llevarla hasta el Estado es invencible para la brutal geometría moral de los espíritus toscos. Se puede comprender que, para estos, su cumplimiento certifique la existencia autónoma de la Justicia en su imagen de estatua divina. Ni una sola rugosidad. Nacionalizar guiado por un afán de venganza hacia el poder y las fechorías acumulados por el capital y sus adláteres, como liberalizar por venganza hacia la represión de la libérrima naturaleza del individuo que supone el Estado, nos convierte en Montecristos desclasados. En picadillo social. Para evitarlo, confiemos en la inteligencia aplicada al diseño institucional. ¿No sugirió Platón que las mujeres de los cargos públicos fueran públicas? Pues eso.

Banca estatal

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No serán las ideologías, sino los futuros acontecimientos, quienes decidirán si los bancos de depósito y crédito, deben continuar siendo propiedad de los accionistas, y dirigidos por unos administradores de su confianza que, por ser fieles al ánimo de lucro inherente al capitalismo, han creado la inflación crediticia causante del colapso internacional del sistema financiero. Pues los hoy denostados administradores sólo han hecho lo que les permitía el mercado amoral de la especulación, como lo harían los que los critican a toro pasado, si hubiesen tenido esa misma oportunidad de negocio. De momento, y por temor ideológico a la nacionalización, los gobiernos liberales de EEUU y los socialdemócratas europeos están improvisando fórmulas intervencionistas, de porvenir incierto, que convierten de hecho al Estado: en propietario de bancos hipotecarios quebrados; en rescatador de bancos de negocio y fondos de inversión naufragados; y en avalista de los depósitos en todos los bancos comerciales. Estas medidas expeditivas serán gestionadas por los mismos expertos en especulación que ocasionaron el caos financiero. El secretario del Tesoro, Hank Paulson, ha reclutado para su equipo gestor a los mejores especialistas de la odiada Wall Street. Si la crisis del sistema financiero, en una economía mundialmente globalizada, llega a estancar el sistema de producción, empleo y consumo, lo que hoy parece un despropósito de la economía de mercado, estatalizar la banca, será moneda de uso corriente en la opinión pública. Fueron las necesidades de los mercados nacionales las que estatalizaron los bancos emisores de moneda, en el siglo XIX, y ningún sector liberal pide hoy que se privaticen los Bancos Centrales. Fue la Gran Depresión del 29 la que impuso la intervención directa del Estado, no en la simple regulación del mercado, sino en la economía de producción y consumo, con gigantescas obras públicas y demandas a largo plazo de bienes de equipo a la industria privada. La guerra mundial acentuó esa tendencia, que en la postguerra dio lugar a la formación de grandes corporaciones. La gran industria necesitó ser asistida por una gran banca privada. Hasta que, con el final de la guerra fría y de los viajes a la luna, ese predominio se invirtió, y el capital financiero tomó el control de la economía industrial y los gobiernos. La reflexión no ideológica, sobre la actual coyuntura económica y la adecuada política estatal que requiere, está convocada en la vocación de este Diario. florilegio "Ya no es aquel tiempo de los Henry Ford, cuando la banca era sitio seguro de guardar dinero industrioso, dándole intereses en lugar de cobrárselos."

Presupuestos generales del Estado para 2009 (II)

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Los Gastos previstos en los Presupuestos Generales del Estado para el ejercicio 2009 (PGE-09) ascienden a 364.203 millones de euros, el 32% del PIB previsto para dicho ejercicio y se asemejan a una prórroga de los PGE-08 + un 4,2%. El mantenimiento de las instituciones básicas del Estado (Justicia, Defensa, Seguridad Ciudadana, Política Exterior), la cobertura de las pensiones públicas y el desempleo, el servicio de la Deuda Pública, las aportaciones para la financiación de la Unión Europea y las Administraciones Territoriales representan casi el 80% de todos los gastos; así que el margen de maniobra es mínimo. Euro estarcido (foto:gibarian) No abordan los principales problemas de la sociedad española porque los típicos servicios públicos de un Estado moderno, como educación, sanidad y vivienda, que sirven para mejorar la vida de los ciudadanos, tienen una relevancia menor en el montante de los presupuestos (3%) y están transferidas a las Comunidades Autónomas. Y en manos de éstas no han conseguido la eficacia perseguida, a la vista del lugar que ocupa España en los informes internacionales publicados ni han servido para cohesionar la sociedad española. Las actividades públicas que en teoría sirven para dinamizar la economía, mantener el equilibrio territorial de la sociedad española y fomentar la productividad de los diversos sectores, como es el caso de la investigación civil y militar, las infraestructuras y la regulación de los mercados agrarios y pesqueros (de los fondos europeos FEAGA y del FEADER), el comercio y el turismo, la industria y la energía, representan el 10,7% y son empleadas en el mercado político como moneda de cambio: votos afirmativos a los PGE-09 a cambio de infraestructuras, o como pago por los votos recibidos. Su eficacia y su eficiencia quedan en entredicho por el Banco Central Europeo (BCE) al publicar que España ha perdido 17 puntos en el índice de competitividad europeo desde la creación del euro y al reprochar que sus productos, junto con los de Italia y los de Portugal, son los que peor se defienden en los mercados internacionales (ver su informe “Globalización y competitividad”).

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