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viernes 26 diciembre 2025
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De la memoria histórica

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A un sujeto colectivo, como el “pueblo”, no se le pueden atribuir facultades humanas, como la memoria, sin caer en la retórica poética y literaria o, en el peor de los casos, sin incurrir en el más estrepitoso sinsentido. El concepto de “memoria histórica” es, por ello, de problemática definición, y su aplicación no puede dejar de verse afectada por ello. La memoria humana es, por definición, selectiva y olvidadiza; el grado de implicación del sujeto en una situación es, con frecuencia, inversamente proporcional al grado de percepción de la misma: los toros se observan bien desde la barrera, el torero se encuentra tan embargado por la situación, la mediación de la subjetividad es tan determinante, que difícilmente el recuerdo de lo acontecido puede dejar de verse distorsionado por ello.   Por el contrario, la honestidad intelectual del estudioso, del historiador, le obliga a adoptar con respecto al objeto de estudio la fría y desapasionada mirada del científico: es éste el que debe acudir al encuentro de la cosa, no esta la que acudirá a él; menos aun puede hallarse dentro de él antes siquiera de empezar. En caso contrario no hay investigación histórica propiamente dicha, sino memorias, autobiografía, hagiografía o novela histórica. Dicho sea sin menoscabo de la dignidad de tales disciplinas. La confusión que inevitablemente surge de la unión, en un mismo semantema, de las nociones de “memoria” e “historia” viene dada, precisamente, por la heterogeneidad descrita. Por eso el concepto de “memoria histórica” se arrima inevitablemente al de “historia oficial”, o a los mitos fundadores de pueblos, patrias y naciones, que solo la escritura hace fehacientes.   A esta confusión se añade un segundo problema: la tentación de redimir a las víctimas del avance prepotente y destructor de la razón histórica. Así es como precisamente en nombre de la “memoria histórica” se tiende a plantear la historia que debería haber sido y no la que ha sido, soslayando la evidencia de que lo que ha pasado no puede dejar de haber pasado. De este tenor es la reciente propuesta del poeta Benjamín Prado de traer a España los restos de Machado y Azaña: al parecer la España “democrática” puede hoy corregir a la España que ha sido, el pasado “injusto” debe hoy ser enmendado, aunque se haga saltando sobre la evidencia de que el daño supremo, la muerte, no admite enmienda posible: más aun, el genuino respeto a los muertos pasa por subrayar la evidencia de que su dolor no admite reparación, conmutación ni sentido alguno.   Un profesor tan honesto como Reyes Mate incurre, literalmente, en la estrepitosa contradicción aquí descrita: “Hacer justicia a las víctimas es reparar lo irreparable en ellas”. (EL PAÍS, “Un difícil encaje”, 2 de abril de 2006). ¿No debería haberle llevado esta contradicción a constatar lo imposible de toda reparación? No, cuando las exigencias de la “memoria histórica” pretenden prevalecer sobre la historia en si.

Sociedad mecánica

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Adam Smith (foto: surfstyle) El colapso financiero obliga a reparar en la complicidad política o su dolosa imprevisión y en la mansedumbre e impotencia de las sociedades civiles; así como en las tenues líneas divisorias entre las actividades productivas y la economía ficción; en la tendencia a un endeudamiento que resulta devastador; y a la relación de la disminución del consumo masivo con la recesión y la destrucción de empleos.   Algunos factores de la crisis pueden rastrearse en la historia de las mentalidades y las convenciones. Hay que remontarse a los últimos decenios del siglo XVII para hallar el origen de la idea moderna del trabajo. Dentro de las tres corrientes de economía política que se suceden por entonces (el mercantilismo evolucionado, la fisiocracia, y la investigación de Adam Smith sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones) nacen y circulan los conceptos de “trabajo productivo” a partir de la teoría del valor-utilidad, de “sociedad ocupada”, y el de trabajo “animado” o subjetivamente motivado del “hombre de pasiones”.   En la época de la Ilustración se produce la primera elaboración de una teoría general del consumo que conlleva un nuevo discurso del trabajo ligado a la apología del lujo. El consumo de bienes no estrictamente necesarios se convierte en una motivación económica de primer orden, que además determina una laboriosidad ininterrumpida. Pero también quedan conformadas las virtudes comerciales y profesionales de las sociedades abiertas al capitalismo: las recompensas que se obtienen, más allá del pan, con el sudor de la frente, los ideales de utilidad y búsqueda de la felicidad material, la capacidad de ahorro, la sana ambición… todo ello aureolado de mediocridad.   La pasión por el bienestar puede ser considerada la “madre de la servidumbre” cuando forja únicamente “hombres disciplinados y ciudadanos cobardes”. Y por ese camino, según Tocqueville, iban los economistas cuya aspiración era crear individuos no sólo iguales en derechos, sino también en pautas de conducta, consolidando la uniformidad adorada por una publicidad comercial que se dirige al hombre-masa; unos sujetos tan idénticos entre sí como aislados unos de otros, que sólo piden a su gobiernos el mantenimiento del orden y la estabilidad, aunque no incluyan la libertad política.

Repsol y Lukoil

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A finales del 2006 Sacyr Vallehermoso se convirtió en el principal accionista de Repsol YPF; dos años antes, unas privilegiadas relaciones con el PSOE y la ambición del presidente de ese grupo constructor, Luis del Rivero, llevaron a éste, a intentar hacerse con el control del BBVA. Ahora, cuando el desplome inmobiliario, el cierre crediticio, y una gigantesca deuda amenazan con hundirla, esa empresa se aferra a la posible venta de su participación en la petrolera española como único salvavidas.   En los últimos días Sacyr y La Caixa están negociando con la primera petrolera rusa, Lukoil, venderle cerca de un 30% de Repsol; pero los que actúan como verdaderos propietarios del porcentaje accionarial de la constructora son sus acreedores, liderados por el Banco Santander, que está dispuesto a financiar a la compañía rusa si ésta mantiene su oferta de 28 euros por acción, el doble de su valor actual en Bolsa.   Al tratarse de una compañía privada por obra liberalizadora de José María Aznar, el Gobierno arguye que no puede hacer nada para evitar su compra por Lukoil, salvo solicitar a ésta que la dirección de Repsol siga en manos españolas. Sin embargo, el jefe del PP desestima en esta ocasión la libertad de comercio internacional, y exige al Ejecutivo que impida la entrada rusa en el capital de la petrolera por “razones de seguridad estratégica nacional” y para no convertir a España en un país de “quinta división”: “nadie en Europa ha vendido su suministro y se ha puesto en manos de una empresa rusa”. Esta operación “inmoral e inaceptable” pretende, según Rajoy, “arreglar los problemas personales” de una promotora inmobiliaria apoyada por el Gobierno español.   El Financial Times no toma en serio esos escarceos entre una Sacyr “sobreapalancada” y Lukoil, cuyo presidente no es más que un oligarca a la sombra del poder putinesco. Todo esto es calificado por esa publicación de “ópera bufa”: Repsol seguirá siendo una empresa nacional porque “la política española hace difícil que esta operación se ejecute”. En efecto, si entre oligarcas anda el negocio petrolero, seguro que los hay en España dispuestos a comprar el 20% de la constructora en apuros, con el beneplácito de los partidos estatales.   hechos significativos   Zapatero afirma que la elección de Obama significa que ahora la bandera americana ondeará en países donde antes se quemaba. A Rajoy le parece muy bien que ayuden a los bancos, pero sin olvidarse de los demás, que “también son de Dios”.

Tiempo político

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Como si el cielo quisiera besarlas (foto: fernando) Tiempo político El mismo mercado que hace sólo días fue intervenido en nombre de la salvaguarda de su vis financiera, menor cuantitativamente hablando pero políticamente engrandecida, sería intocable si se tratara de evitar que la gestión energética de un país quede, mercantilmente, en manos de otro. Pero como quiera que estas operaciones, contrarias en sus sentidos técnico e ideológico, benefician a las mismas personas del oligarcado, se olvida convenientemente lo ocurrido en las cumbres del mundo. Mientras, la memoria histórica, que nadie sabe qué recuerdos contiene, se arrastra por el fango para volver con la costilla que recreará la dignidad de la sociedad civil.   El poder cumple con la ley de conservación del tiempo. Y no sólo porque cualquier tipo de poder necesite del presente (el estar como única forma de ser) para conservar su propia esencia, sino porque el poder facticio requiere imperiosamente de él para legitimarse. Esta coherencia existencial, prisionera de sí misma, exige al discurso en foto fija de los políticos escapar a la coherencia lógica. En este sentido, el presente es más que cualquier otra cosa un apetito. El presente y el entretenimiento son conservadores de sí mismos, como todos los apetitos. No hace falta sino observar cómo los nostálgicos se nutren de su propio pasado.   Cualquier artefacto inventado para distraer a los siervos políticos y no para engrandecer, discriminándolos, las pasiones y pensamientos, sólo puede reconocer su propia valía en el Estado. Los premios y subvenciones del poder (léase Barceló) suponen el reconocimiento a esa labor. El presente es el premio que el Estado de los usurpadores se entrega a sí mismo. El artista orgánico comprende que su obra debe oler mal y desaparecer en poco tiempo si quiere ser presente. El entretenimiento debe ser efímero y caro; pero la deformación mental que produce el constante entretenimiento, avoca permanentemente la persona ligada a ese poder no sólo al fracaso intelectual, sino al artístico y político, pues ambos se encuentran psicológicamente unidos a la subversiva proyección del presente, a la acción.

A la deriva

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La deriva no significa lo mismo que la derivada de una variable, expresión muy precisa en las matemáticas, ni que el desvío de una corriente hacia un ramal o la derivación de un argumento deducido de otro. Fuera del campo de la geología (deriva de los continentes) o del rumbo en la navegación marítima, la deriva tampoco es “la evolución que se produce en una determinada dirección”, como dice equivocadamente el Diccionario de la Academia, poniendo como ejemplo “la deriva burocrática del régimen”, o el diario El País (22-11-08), denunciando la deriva autoritaria del régimen ruso, o todos los medios informativos, pregonando la deriva recesiva del sistema financiero hacia la depresión universal de la actividad económica.   La deriva en asuntos humanos es otra de esas expresiones que triunfan en el lenguaje periodístico -como sistémico en lugar de sistemático, gobernanza en lugar de gobernación, trascendental en lugar de trascendente, analítica en lugar de análisis, errático en lugar de erróneo-, porque eluden toda idea de responsabilidad de los gobiernos en los desastres mundiales causados por ignorancia de las consecuencias de sus torpes o delictivas acciones y omisiones, en materia de economía política. Se desconoce hasta donde llegará la deriva de un iceberg, aunque se sepa la causa que produce su desgajamiento del glaciar y la de su disolución en aguas cálidas. Del mismo modo, se desconoce hasta donde llegará la intensidad, extensidad y duración de la actual crisis económica, realmente a la deriva, aunque se conozca la causa de psicología social que la ha desgajado del bloque de poder mundial de los gobiernos. Los vaticinios de los expertos, cambiantes a remolque de las noticias, son esforzadamente arbitrarios porque ninguno de ellos quiere saber que la crisis no es una deriva natural, ocasionada por el calentamiento de las finanzas, dentro de un supuesto determinismo de los ciclos económicos, sino la derivación normal de todo sistema dependiente de la estulticia personal, con codicia de poder y dinero, en sus dirigentes. No hay deriva si se conoce la dirección del movimiento, no movido a voluntad, que se desvía de su sentido inicial, aunque se ignore el punto de arribada. Desde que existe una economía globalizada por la acción de primordiales y potentes actores, siempre amparados por los gobiernos de los grandes Estados, no puede haber deriva, sino derivación natural del mal sistema hacia lo más indeseable, a causa de lo innoblemente deseado por la concupiscencia de los modernos gobernantes, reales aprendices de brujo.   florilegio "Las crisis económicas, como las políticas, siguen la regla histórica de introducción de la desesperanza en la falla de los sistemas subjetivos."

Progreso moral y político

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La miseria económica y moral de las grandes urbes del orbe remiten a una realidad humana sierva, egocéntrica e individualista sin más autonomía personal que la propia del niño ante el Estado paternalista y benefactor, aunque sea a costa de su aniquilación como conciencia libre. Ante tal panorama la figura del policía que socorre frente al delito y al accidente confirman una razón y un motivo para mantener la esperanza en el progreso moral. Hay un sujeto humanitario. Si pensamos en el anónimo policía de un mundo globalizado su nombre no puede ser otro que “EE.UU.”. Él es el policía del mundo desde el final de la primera gran guerra y, sobre todo, desde la segunda.   Y con Kant podemos, entonces, preguntarnos: “¿Qué hecho de nuestro tiempo prueba la tendencia moral del género humano?”. Interrogarnos acerca de si, en medio de la recesión económica, es posible, sin embargo, postular aún el progreso moral y político en el género humano, que los pueblos y los estados se hallan en un progreso hacia lo mejor.   Barack Obama (foto: Barack Obama) En nuestros días, lo equiparable a la Revolución Francesa para Immanuel Kant sólo podría ser la abrumadora victoria electoral de Barack Obama: un negro ha unido de nuevo a la nación más poderosa de la Tierra y policía mundial, para dirigirse hacia una “revolución” pletórica de espíritu moral. Las recientes declaraciones públicas del presidente electo así lo confirman: “Quiero cerrar Guantánamo y retirar las tropas de Irak”. Puede triunfar o no, pero esa propuesta moral, que es de la mayoría del pueblo de los EE.UU. y no sólo de Obama, es, “a mi modo de ver”, lo que se “encuentra en el ánimo de todos los espectadores del mundo”, y siguiendo con palabras de Kant: “es una simpatía (por parte de todos) rayana en el entusiasmo que no puede tener otra causa sino la de una disposición moral del género humano”.

Selección política

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Comite Federal PSOE (foto: Partido Socialista) En los grupos de animales con características sociales, así como en las primitivas comunidades humanas, se establecen relaciones de liderazgo y sometimiento entre los individuos. Los denominados machos y hembras alfa acaparan las funciones de dirección y coordinación del grupo en cuanto a la búsqueda de alimentación y la defensa frente a agresiones externas. Sólo los más aptos para desarrollar esas tareas que benefician a todo el grupo, así como con capacidad para mantener esa posición jerárquica superior en la manada frente a otros aspirantes, pueden optar a tan deseado estatus de privilegio. Si por alguna razón alcanzan el liderazgo individuos incapaces de dirigir correctamente al grupo, esto puede suponer la autodestrucción del mismo, bien por incapacidad para encontrar alimento o por sucumbir en manos de agentes externos, ya sean depredadores o efectos medioambientales. Se originaría una presión de selección muy fuerte en contra del grupo, y por ende del nefasto líder: a medida que las condiciones adversas presionen al grupo, más aspirantes habrá dispuestos a derribarlo y a ocupar su lugar debido al descontento general. Sin embargo, si el individuo alfa consigue mantener su estatus, la presión de selección seguirá actuando contra el grupo en su totalidad, hasta destruirlo por completo.   En las modernas sociedades humanas, también se establecen muchas relaciones de liderazgo y sometimiento entre los individuos, unas veces consentidas y otras no tanto. La sociedad civil delega los asuntos relacionados con el liderazgo y los individuos alfa en la clase política: confía en que sean ellos los que provean de alimento (trabajo) y protección frente a factores externos.   Pero la complejidad de las relaciones humanas ha hecho que no solamente puedan alcanzar el estatus de individuo alfa los mejor preparados para guiar al grupo, sino aquellos que son capaces de aparentar que poseen esa preparación. En el caso de que estos últimos accedan a la posición de liderazgo, las consecuencias pueden ser tan desastrosas como las explicadas para una manada en el párrafo anterior. Pero si la sociedad civil es capaz de reaccionar y crear los mecanismos necesarios para sustituir a los líderes incompetentes por otros realmente preparados, el problema no es tan grave.

Encopetados

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Las frecuencias de radio eran concesión estatal. El Estado franquista de partido único se reconvirtió en el juancarlista de varios durante la “transición”. El consiguiente reparto proporcional del poder, añadiendo un mayor espacio con la división autonómica, entre los partidos estatales del pacto, razón fundadora del nuevo Régimen, hubo de tolerar la oportuna licencia de libertad de partido, lo que multiplicó la necesidad y las oportunidades de negocio en el flamante mercado de la comunicación social. Tal apertura fue jaleada al unísono. Y el adecuado cóctel de propaganda, novedad y expectación, terminó por subvertir el fenómeno fijándolo en el inconsciente colectivo como la proverbial llegada “la libertad de expresión”. Mas la adjudicación de frecuencias, como el resto de las telecomunicaciones, continuaron siendo una prerrogativa estatal, ahora dependiente del obsceno consenso de los partidos.   Durante todos estos años de la llamada por ellos “La Democracia”, hemos asistido a la formación de grandes grupos de comunicación a la sombra del poder. Jugando con la selección informativa y la línea editorial, a caballo entre su adscripción ideológica, un espacio propio en el público y la forzosa apuesta partidista, más o menos declarada a favor o en contra, siempre buscando ganar, o al menos no perder, los favores administrativos; los diferentes medios han medrado, creciendo o simplemente sobreviviendo, aprovechando la influencia de los fenómenos de opinión pública en la competencia electoral entre los partidos estatales, aun jamás rechazando su proporcional reparto del poder, ni, pasara lo que pasara, osando cuestionar el orden institucional que lo así lo dispone, evitando ofrecer pública alternativa a esta Monarquía. La “libertad de expresión” se reservaba como invocación particular cuando se sufría algún abuso administrativo o sentencia judicial contraria; pero el periodismo español nunca marchó unido bajo su bandera, demostración evidente de que es incapaz de ir más allá del Estado de Partidos al que se debe.   La pataleta de COPE, después de que el Consejo Audiovisual de Cataluña no renovara la licencia de sus frecuencias en Lérida y Gerona, carece de valor. No es posible reconocer un determinado orden legal y la autoridad que de él emana para después oponerse a sus dictámenes si resultan desfavorables, presentándolos no como particularmente injustos, sino aludiendo al incumplimiento de un principio fundamental previo, en este caso el de la libertad de expresión, cuya realización material debiera ser intrínseca al mismo. La denuncia de la Cadena tiene que ir acompañada del rechazo de tal orden. Sin embargo, COPE apoya explícitamente la Constitución que consagra el entramado institucional de reparto de poder entre los partidos, y así ha de asumir sus consecuencias cuando no le sea propicio. ¿Acaso no nos ha venido revelando que en tal cosa consiste “La Democracia”?

Política Kitsch

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Pedro Almodovar (foto: kandinski) Paul Valéry creía que los museos mataban el sentido de la pintura y la escultura, y que sólo su madre, la arquitectura, podía recobrarlo, colocándolas en su lugar. Entonces, el de las cotizadísimas obras de Barceló, atendiendo a la ininteligible parla de la secta de críticos del arte modernitario, debe estar en los edificios más emblemáticos del planeta.   El artista es el creador de esas obras que todas las civilizaciones dejan tras de sí como la quintaesencia y el testimonio duradero del espíritu que las anima. Pues bien, los fabricantes de arte industrial, los productores de artificios, los artesanos de los materiales de desecho, los adoradores de la abstracción, lo informe y lo experimental, dejarán constancia en plazas, cruces de avenidas y museos provinciales, de la alienación cultural de nuestra sociedad de consumo.   Ese insaciable apetito de mal gusto al que la comunicación de masas sirve, está unido al anacronismo y al efectismo de las producciones artísticas imperantes: el regreso a los talleres medievales de artesanía, o esa arquitectura posmoderna con rascacielos rematados en la altura con templetes griegos o pirámides mayas o aztecas.   En sus “Observaciones sobre el kitsch” Hermann Broch escribe que el kitsch (que nació o fue identificado en Alemania y en el siglo XIX) moderno, lejos de haber terminado su carrera victoriosa, también, particularmente en el séptimo arte, “desborda de almíbar y de sangre”: algo que aquí podemos comprobar con la vulgaridad y el sentimentalismo de la celebrada cinematografía almodovariana.   Broch asocia la mentira con un kitsch que también impregna las razones del Estado de Partidos con la demagogia imperante en materia de arte. Los rituales del poder, la irrupción de la cursilería en la jerga política, la retórica de pacotilla, los gestos y discursos enfáticos, la permanente pretensión de agradar de un actor tan mediocre como Zapatero, la acartonada figura del Rey leyendo textos escritos por otros, estaban en consonancia con la degradante “genialidad” del decorador de la cúpula de la ONU y la insustancialidad de la alianza de civilizaciones. Toda esta solemne mascarada política sería risible si no tuviéramos en cuenta la opresión que hay detrás.

Los iluminados

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Después de ser invitado a la cumbre del G-20 en Washington y ser recibido por fin en la Casa Blanca, algo ha cambiado en el espíritu de Zapatero, en su manera de ver las cosas al otro lado del Atlántico, tal como se ha comprobado en la entrega de los Premios de Periodismo de El Mundo, donde ha confesado compartir con el director de ese periódico “la admiración por la democracia americana, por su Historia y por el legado de sus padres fundadores, revestido de un cierto carácter épico para los demócratas de todas las latitudes”.   Con un pasado “emblemático”, un presente “decisivo” y un futuro “relevante”, conforme a la visión del jefe del Ejecutivo español, la democracia americana, a causa del triunfo esperanzador del cambio que representa Obama, “está viviendo uno de esos momentos particularmente benéficos y radiantes que trascienden las fronteras de EEUU para iluminarnos a todos”.   Esperanza Aguirre tampoco ha perdido la oportunidad de manifestar su admiración por los Estados Unidos, porque es el país “que más ha hecho por la defensa de la libertad, junto con el Reino Unido”; por eso, “le dolió mucho” ver a Zapatero “sentándose al paso de la bandera americana” en el desfile de la Hispanidad de 2003; de todas maneras, afirma estar segura de su arrepentimiento, aunque ahora, “puesto que tanto le gusta Obama, sería bueno que pidiera disculpas” por aquel desaire.   El señor Rodríguez Zapatero concluyó su intervención en la sede de El Mundo, pidiendo, en general, “que seamos capaces de sentir y expresar esa admiración por nuestra propia democracia, porque no nos faltan motivos”. La misma Esperanza ha declarado recientemente que la derecha estatal ha de sacudirse sus complejos franquistas porque “el Partido Popular nace en la democracia” y que “no es verdad que hubiese memoria o amnesia impuesta” cuando muere el dictador, sino que los protagonistas políticos de aquellos años “recordaban lo que fue la República y la Guerra Civil y por ello hicieron La ley de Amnistía y la modélica Transición”. Los iluminados por el ajeno resplandor democrático siguen cegados por el consenso oligárquico propio.   hechos significativos   En presencia del Rey, el lehendakari Ibarretxe también reclama “el derecho a decidir” de los vascos para afrontar y superar su propia crisis económica. Abel Matutes se da de baja en el PP para evitar que el Gobierno balear siga entorpeciendo sus negocios.

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