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sábado 27 diciembre 2025
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Falta de seriedad

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Andrés Buenafuente (foto: Mario Rubio) Es una lacra cultural nuestra, cuyos orígenes cabría escudriñar –quizá algunos lo han hecho ya–, ese característico tirar la piedra y esconder la mano en discusiones informales. Me refiero en concreto a la actitud de quien tiene poco que decir, dice lo que no sabe con grandes gestos y después bromea sobre su propia alocución si se le objeta algo, como si no estuviese destinada a tomarse en serio. Se me antoja que en esta dinámica, tan contraria a los más elementales principios de la conversación, pueden detectarse algunos rasgos de nuestro retraso político. Pues ya no sólo entra aquí la ignorancia como tal, que por naturaleza se encerrará sobre sí antes de aceptarse como es, sino además su dispersión mediante el ácido incontestable del “humor”. En definitiva se trata de transponer una forma anodina de poder –ese “humor”– a la esfera de la verdad: definir qué es lo más acertado en determinadas circusntancias.   La jocosidad, que desprecia por principio todo ánimo de transcender un estado dado de cosas, hace quizá demasiado fácilmente presa de nosotros. Es un tipo más de defensa ante aquello que nos supera, pero con el rasgo peculiar de hacerse pasar por jovial cuando en realidad es simplemente burda. Su cultivo y extensión manifiesta nuestra impotencia de alcanzar un estado maduro de realización política.   Naturalmente la clave está siempre en los fines, pues todo medio, sentido del humor inclusive, puede utilizarse en aras de la destrucción de lo bueno, bello y verdadero, o de su vislumbramiento. El corolario sería, pues, utilizar nuestra fuerza y habilidad satírica para abordar cuestiones cuya inteligencia no puede desvelarse ya de otro modo. Pero todo antídoto puede convertirse en veneno tan pronto como se pierde el sentido que lo trajo. En distintos pueblos, esta ambigüedad se manifiesta de distintos modos: en los franceses, la sofisticación intelectual; en los alemanes, su portentoso universalismo; en los ingleses, su pulcro sentido de lo correcto.   En nuestro caso, si permitimos que domine la falta de seriedad, ésa que parte bien hacia la ira o hacia el bromazo sin sentido, en momentos donde la problemática misma –por ejemplo la falta de democracia– pide ante todo atención y racionalidad, nos condenamos a nosotros mismos a, como decía Santayana, repetir nuestra historia masivamente plagada de fracasos políticos.

Misa de familia

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Decenas de miles de personas asistieron en la madrileña plaza de Colón a una misa al aire libre, organizada en la festividad litúrgica de la Sagrada Familia de Nazareth. Esta celebración tiene como objetivo, según el cardenal arzobispo Rouco Varela, preservar el modelo de la verdadera familia, esa “comunidad indisoluble de amor esencialmente abierta al don de la vida: a los hijos”, cuya actualidad “no pasa nunca”. En la línea del discurso de Navidad ante la Curia Romana del Papa Benedicto XVI, ha recordado la necesidad de que haya una “ecología del hombre entendida en el sentido justo”, refiriéndose al valor insustituible de la ley natural como garantía del bien de las personas.   Rouco Varela ha calificado el aborto como “una de las lacras más terribles de nuestro tiempo, tan orgulloso de sí mismo y de su progreso”; y ha señalado que los sacrificados por la sobrecogedora crueldad de esa práctica, los “no nacidos”, son los nuevos “Santos Inocentes” (aludiendo a la ejecución de la orden de Herodes) de la época contemporánea.   A los esposos presentes en la Eucaristía de la Familia, el arzobispo les ha presentado “vivir el matrimonio según la voluntad de Dios” como un “reto formidable” dado que “la cultura del relativismo egoísta, del interés y de la competencia de todos contra todos, y la cultura de la muerte, son muy poderosas”. Los niños “necesitan de sus padres”, es decir, del amor de un padre y una madre, no sólo para “poder ser engendrados”, sino también “criados y educados conforme a la dignidad de personas llamadas a ser hijos de Dios”, asevera Rouco.   Monseñor Antonio María Rouco Varela, asegura que “es posible concebir, ordenar y vivir el matrimonio y la familia de forma muy distinta” a la que en determinados ambientes de nuestra sociedad se ha puesto de moda, y que dispone de “tantos medios y oportunidades mediáticas, educativas y culturales para su difusión”. Al respecto, en el libro “Entrevistas con doce obispos españoles”, Rouco afirma que “el matrimonio gay es la rebeldía del hombre contra sus límites biológicos”, yendo “contra la realidad”. La multitudinaria Misa en la Plaza de Colón concluyó sin la menor duda sobre esto: “el futuro de la humanidad pasa por la familia cristiana”.   hechos significativos   Atentados en Bagdad y en el norte de Pakistán, con decenas de muertos. Prosiguen los ataques aéreos israelíes en la franja de Gaza, mientras la ONU pide el cese inmediato de la violencia.

Abejas y arañas

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Battle of the Books, edición de 1705 * Abejas y arañas La forma más antigua de cultura es la agricultura, cuidar aquello que crece es una manera de construir. El cultivo de la naturaleza o de uno mismo, tienen en común el culto a la libertad, porque en esta habita la luz y con ella nos desarrollamos. Los griegos pusieron el sentido de la vida en el ocio; estudio y afición, quehacer y vocación se funden en una misma realidad. El «ocio estudioso» proporciona los hábitos y los recursos para esclarecer la madurez, sabiendo bien lo que se sabe y haciendo bien lo que se hace. El conocimiento requiere un lugar en la memoria, amiga leal, que incorpora capacidad para reflexionar sobre el pasado y proyectar el futuro. La inteligencia tiene un ingrediente de juego, para jugar es necesario imaginación. Los libros son cajas que guardan memoria e imaginación, aprender de ellos es apoderarse de ideas para enfrentarse a lo mundano y sus modas.   Los modernos escinden cultura y trabajo, el trabajador es empleado en ocupaciones difíciles de amar; la negación del ocio conlleva el negocio, el sortilegio de ociosidad y diversión aleja de la mismidad y degrada. La construcción cultural contemporánea, entregada a orgías electrónicas y burocráticas vive en un perpetuo presente. La propagación igualitarista de la palabra cultura como palabra contenedor para todo, ha sido obra de las industrias e ingenierías llamadas culturales; una camarilla de dinosaurios rellenos de espuma que proyecta la penumbra gris de su megalomanía en un pantagruélico festín vanidoso sobre un fondo de humo; excrecencia cultural de un régimen que infecta todo lo que toca, con devotos culturales, que como a la misa dominical, asisten al teatro, al concierto o al museo y loables actos cívicos convertidos en placebos, donde se acomodan artistas y sus pastiches.   Jonathan Swift escribió en 1697 La batalla de los libros antiguos y modernos. Una abeja vagabunda simboliza a los antiguos. Con «un par de alas y una gaita» visita las flores de todos los rincones. Tras largas búsquedas, mucho estudio, buen juicio, y capacidad para llenar las colmenas de miel y cera, proporciona a la humanidad dulzura y luz. Los modernos están representados por una orgullosa araña doméstica que hila y teje su castillo con sus propios excrementos, produciendo solo veneno y la ruina de los insectos y parásitos del momento.

Productividad moral

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El solo concepto es ya, de por si, repugnante. La cantidad no garantiza, ni puede garantizar jamás, la calidad o la bondad de las acciones morales. A diferencia de lo que ocurre en el ámbito de la economía de producción, donde la cantidad de obra producida por unidad de tiempo determina la eficiencia del sistema, en el campo de la legislación y de la judicatura, cuya materia común es de orden moral y cuyo único patrón de medida es la justicia positiva, sucede exactamente lo contrario. A mayor cantidad de leyes o decretos por legislatura, menor será la generalidad de las normas, requisito sine qua non de las mismas, y más privilegios obtendrá cada especialidad de los grupos sociales de influencia. A mayor cantidad de sentencias y resoluciones judiciales por día, como pretende el Poder judicial, menor adecuación de los hechos juzgados a las leyes, requisito de la congruencia del fallo, y más aumentarán las apelaciones y recursos.   El corporativismo judicial promueve una huelga general para disminuir la acumulación de demandas y querellas, con aumento de jueces titulares y medios tecnológicos a disposición de los juzgados. La responsabilidad por la mora judicial recae sobre los gobiernos, puesto que el CGPJ solo es un apéndice de los mismos. El corporativismo de los jueces, cuando no hay separación de poderes, es un mal menor, en comparación con el causado por la falta de corporativismo en los legisladores. El TS protesta por la ingerencia del poder ejecutivo en las competencias del judicial. Pero está por imaginar la maravillosa perspectiva de que el cuerpo de legisladores se declarase en huelga, para poner fin al escándalo de ver todos los días en televisión al Presidente del Gobierno atribuyéndose, sin necesidad de guardar las formas, las competencias del legislador y del juzgador.   La iniciativa legislativa no la tiene el Gobierno ni el Parlamento, sino los acontecimientos que escandalizan la opinión. Se legisla a golpes de efecto demagógico. Y seguirán dictándose leyes sin deliberación colectiva ni reflexión individual. La frase de los viernes de la portavoz del Consejo de Ministros es siempre la misma. “El gobierno dictará una ley para que esto no se repita. No lo duden”. Ante la indignación popular por la leve sanción impuesta a un juez que no evitó, por negligencia, el asesinato de una niña, el ministro de Justicia dice que cambiará la ley para que esto no se repita.   florilegio "La ley no puede ser tan exhaustiva de casos posibles en un mismo supuesto de hecho, que permita reducir la función judicial a una máquina donde se mete el caso y la ley aplicable, el juez tira de la palanca, y sale la sentencia."

Falacias

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La semana pasada el Presidente del Gobierno invitó a su palacio a varios Presidentes de Comunidades Autónomas para comunicarles las líneas maestras del nuevo sistema de financiación de sus gastos, oír las propuestas de cada uno de ellos y justificar las cesiones efectuadas a Cataluña. Todos los que hasta ahora han pasado por la Moncloa han salido contentos de tales reuniones y el Presidente ha comentado que todas las Comunidades Autónomas saldrán ganado. ¿De donde saldrán los recursos necesarios para que este juego no produzca perdedores?   El sistema de financiación de las Comunidades Autónomas es un conjunto de falacias montado por el actual régimen político para presumir de descentralización como signo de modernidad y de corresponsabilidad fiscal entre el Estado y las Regiones. La primera de estas falacias es la “multilateralidad” que considera a España como si fuese un Estado Confederal basado en acuerdos entre iguales a través del Consejo de Política Fiscal y Financiera. Pero el Presidente del Gobierno, el órgano todopoderoso de este régimen sin control, pacta de antemano con cada uno de los Presidentes de las Comunidades Autónomas en su sofá (bilateral) lo que dicho órgano debatirá y aprobará.   La segunda de estas falacias es el conjunto de adjetivos que le ponen a la corresponsabilidad fiscal una y otra vez en la sucesivas modificaciones proclamando su cohesión territorial, su justicia distributiva y su eficaz cobertura de las necesidades financieras de esos Entes voraces de recursos. Desde su comienzo el Estado ha cedido el 100% de la recaudación de los impuestos del Patrimonio, Sucesiones y Donaciones, Transmisiones Patrimoniales, Actos Jurídicos Documentados, Matriculación de Vehículos y Electricidad; el 33% del IRPF, el 35% del IVA y el 40% de los Impuestos Especiales. Ahora piden el 50% del IRPF (estableciendo tarifas y regulación propias), el 50% del IVA y el 58% de los Impuestos Especiales (tabaco, alcoholes, cerveza, hidrocarburos, etc.). En este relato excluimos al País Vasco, Navarra y a una buena parte de la financiación de Canarias, Ceuta y Melilla.   La tercera falacia afecta al riesgo asumido. Ante las incertidumbres de la economía mundial, estas administraciones desean que el Estado les garantice la financiación de sus gastos mediante variopintos mecanismos: Fondo de Suficiencia, Fondo de Compensación Interterritorial y otros Fondos complementarios. La actualidad de estos días nos muestra los modelos que exhiben los mandatarios regionales en la pasarela de Moncloa vistiendo a esos Fondos con las telas que más les favorece: aportación al PIB nacional, “renta per capita”, población total, envejecimiento de la población, dispersión de la población, insularidad, lejanía, kilómetros de costa escarpada o de arena, lengua propia, etc.

Política y religión

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Después de que Constantino el Grande recurriera a la Iglesia con el fin de obtener para su declinante Imperio la protección del “Dios más poderoso”, aquélla pudo dejar a un lado las tendencias antipolíticas de la fe cristiana que son tan evidentes en el Nuevo Testamento y en los primeros textos cristianos, y que tantas calamidades habían ocasionado a su grey en los primeros siglos.   Ante el derecho divino que ampara a los reyes, ¿cómo se pueden desafiar las leyes cuando es Dios el que las crea? ¿Cómo se puede afirmar que éstas son injustas cuando la justicia no es más que otro de los nombres de Dios? El poder de ejercer en exclusiva la violencia sobre los habitantes de un territorio fue la cualidad que hizo nacer el concepto de soberanía en aquella época medieval donde el imperio y el papado delimitaron sus jurisdicciones. La Iglesia saboreó, siendo legisladora, la fruta prohibida del poder.   Los organizadores de la multitudinaria Misa de la Familia recuerdan que: “La Iglesia tiene todo el derecho a manifestar lo que cree y lo que piensa”; y por tanto a decir, en defensa de la “cultura de la vida” frente a la “de la muerte” que hay leyes, como el aborto, que atentan contra el orden natural. Pero la ley es una simple opinión a la que una voluntad de poder externa a la misma comunica formalmente la fuerza coactiva.   Aunque Kierkegaard clasificaba el acercamiento a la verdad según una jerarquía en la que lo estético representaba el primer escalón, seguido por la moral y rematado por lo teológico, el primer cuidado de la religión consiste en ofrecer curación a la enfermedad incurable, salud eterna a la vida mortal, resurrección a la carne. Las religiones podrán ser mejores o peores, más o menos útiles respecto a determinados fines sociales, pero jamás verdaderas o falsas: una aspiración que sólo pertenece, como hipótesis falsable por la experiencia, a la ciencia; “ni siquiera Dios puede lograr que dos más dos no hagan cuatro”.   Confiar en que esta Monarquía de partidos se regenere, con sólo convertir a los oligarcas a la moral católica, sería volver a las andadas de la corrupción religiosa, cambiando el cinismo vulgar de hoy por la hipocresía formal de ayer. El mundo político está corrompido porque “su” Constitución no garantiza un contrapeso de poderes que evite el abuso de los poderosos, sino el reparto “consensuado” de prebendas estatales en una sociedad civil inerme.   Rouco Varela (foto: tienesmuchoquedecir)

¿Tiramos del carro?

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Juan Carlos I <<Carta inversa al Rey Mago: El Rey, que sigue amortizando su intervención en el 23F, nos pide, que tiremos del carro. Bien Rey mío, después de 32 años tirando del carro en las repetidas crisis socialistas, tirando del carro en el mantenimiento de las 17 autonomías con sus 17 gobiernos pedigüeños, del carro de los distintos ayuntamientos corruptos, pagando los desmanes económicos por medio de impuestos abusivos, cuando se hacen regalos fiscales a banqueros y a los de a pie se les incrementan lo impuestos, cuando se derrochan los millones de euros a troche y moche en subvenciones a amiguetes y gastos suntuarios, yo, el gilipollas del trabajador ordinario, mileurista y masacrado, que mantiene a un Estado delirante y a una Casa Real cada día mas extensa, estoy dispuesto a seguir tirando del carro que ayer se mencionó, aun a pesar de que me suban de nuevo los impuestos, el recibo de la luz, los transportes y mil cosas más. Sólo una condición. Bájense todos del carro, ajusten sus cinturones, dejen de despellejar al contribuyente con conciertos de financiación autonómica delirantes, y tiren todos de él en las mismas condiciones. Dicho de otra forma, tú delante."   A esta interesante misiva hallada en La Red, yo le añadiría: tiraremos del carro cuando el carro lo construyamos entre todos, cuando podamos elegir quién lo dirige y sustituir a quien lo haga mal. Tiraremos del carro cuando el pueblo sea el soberano, y no un sucesor designado por Franco. Todos estamos deseando tirar del carro Señor, pero, para hacerlo, primero hay que descabalgar a los que nos llevan hacia el precipicio. Y lo vamos a hacer, no le quepa la menor duda. Esta vez, las condiciones las pondremos nosotros, lo dejaremos todo atado y bien atado… pero a nuestra manera; con un periodo de libertad constituyente en el que los españoles sean quienes por fin decidan que es lo que quieren, con una nueva Constitución que garantice la libertad política en España. Ese nuevo carro del que todos nos morimos por tirar, Majestad, ya está diseñado; se llama República Constitucional; el material del que está hecho es nuevo. Y es que ese material tiene la propiedad de ser incorruptible, justo lo contrario de la sustancia que conforma y mantiene a esta Monarquía putrefacta; por lo que me temo que, esta vez, no será usted el elegido para llevar las riendas. Si quiere seguir acompañándonos en esta nueva etapa, tendrá que ser como dice el anónimo de la carta: delante.

Una votación legítima

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El veterano político de partido catalán, Jordi Pujol, ha declarado recientemente que Cataluña no está preparada todavía para constituirse en una república independiente de España.   Una muestra más de que el fin buscado por los partidos nacionalistas en el Estado español de la transición es lo mejor para sus nacionalidades pero no, necesariamente, lo mejor para la nación española.   Treinta y tres años lleva ya el pueblo español esperando una votación legítima y legal para elegir una república y una constitución o, en cambio, una monarquía parlamentaria. La legalidad y legitimidad irían unidas en la situación política actual si un poder del Estado exigiera tal votación o referéndum a toda la nación. La Monarquía –y no solamente la República- estaría legitimada expresamente por el pueblo español si se realizara esa única votación ausente aún en la Transición.   La votación o referéndum para elegir, sin condiciones, una república o monarquía todavía no se ha realizado. El referéndum del 6 de diciembre de 1978 no preguntaba expresamente si se elegía una república o una monarquía y, además, se condicionaba la existencia de la monarquía a la de la constitución que dejaba algunos derechos civiles a los españoles. Por lo que éstos prefirieron un mal menor a volver a una dictadura expresa. No se pudo votar con claridad y distinción entre una monarquía o una república.   El sistema de partidos surgido de aquella componenda ha ido dejando para un futuro lejano la votación trascendental de la Transición. Los nacionalismos, y el partidismo, han aprovechado el Estado de las autonomías diseñado en el año 1978, para impedir una votación legítima: la de si queremos una república o una monarquía.   Jorge Pujol (foto: congrescdc)

Dejadme en paz

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Etienne de la Boetie La actitud con mucho mayoritaria de indiferencia política, siempre y cuando uno pueda seguir tranquilamente con sus cosas, merece una breve reflexión. Pues los que se amparan en ese motto silencioso que reza básicamente “déjame en paz”, manifestado de muy diversos modos según la ocasión, a veces explícitamente con estas palabras, pero en todo caso idéntico en sustancia, probablemente desconocen que esta actitud incuba precisamente intervenciones inesperadas del poder en esa esfera privada que tanto se esfuerzan en preservar.   “Dejadme en paz” es el lema por antonomasia de una sociedad conforme con y conformada por la oligarquía. Promoviendo la ignorancia de lo que podría ser público, fecunda el útero de la libertad con simientes de intervencionismo discrecional que la filtran y en último término la destruyen. De ahí que el tránsito de la oligarquía a la tiranía de uno solo haya sido en la historia tan sencilla, pues la actitud más bien medieval de cada cual ocuparse de sus propios asuntos y de entender la libertad exclusivamente en términos de interioridad, había sido fomentada ya entonces. Y, en un último estrato que no debemos olvidar jamás, esta actitud generalizada fue la que permitió la totalitarización plena del Estado típica del siglo XX europeo.   Si los intentos de participar en política dentro de un sistema de coordenadas oligárquico como el nuestro están condenados al fracaso, la indiferencia es tanto más nefasta cuanto que jamás sabrá decidir cuándo es preciso entrar en acción. Mientras uno pueda disfrutar un poquito más, o edificar un cerco de seguridad personal razonable, se adaptará a las circunstancias, sean las que sean. Pero el problema es que, al basarse en la funesta ilusión de colocar el placer (o salvación) personal como último criterio político, uno pierde la oportunidad de moldear las circunstancias de acuerdo precisamente con esos criterios de seguridad razonable y disfrute de la vida.   Nadie, fuera de la democracia, está a salvo de perderlo todo de repente. Pues ni la dictadura de uno ni la de muchos garantizan que lo elemental para todos sea establecido. Por muy paradójico que parezca, la única opción para aquéllos que quieren simplemente disfrutar es luchar para que otros puedan hacerlo también, sabiendo de antemano que la lucha no tiene fin.

El carro del rey

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A tenor del discurso navideño que el rey ha leído ante las cámaras de televisión, hemos averiguado que “no hay recetas mágicas para solucionar la crisis” pero que para superarla, debemos “tirar del carro en la misma dirección, aportando cada uno su granito de arena”; además, “necesitamos más eficiencia y competitividad”, si queremos “volver a crecer de forma sostenible”. El jefe del Estado, en consonancia con las declaraciones de Zapatero durante la Cumbre del G-20, afirma que se han de “proponer nuevas reglas internacionales” que refuercen “la estabilidad, supervisión y transparencia del sector financiero en un nuevo entorno globalizado”.   A pesar de la “seria crisis que vivimos” “no es tiempo para el desánimo” – dice don Juan Carlos-, sino de confiar en “la labor y solidez de las instituciones” y en “alcanzar nuevos objetivos con sentido de Estado”. Al fin y al cabo, “la Constitución asegura nuestra estabilidad y progreso” y sus “reglas, valores y principios son hoy nuestra principal fuente de fortaleza como Nación moderna, unida, solidaria y diversa”. Gracias a ella, (aunque muchos lo pongan en duda, no se hayan percatado, o lo nieguen), habríamos disfrutado, “por primera vez, de treinta años de democracia plena”.   Los partidos estatales han celebrado el mensaje del monarca frente a la crisis. Desde el PSOE, ven “oportuno y coherente” el “llamamiento a todas las fuerzas políticas para arrimar el hombro” de un rey que habría demostrado serlo de todos los españoles. En el PP, además de creer que aquél, un año más, ha dado pruebas de que “vive en la España real en la que vivimos todos”, están dispuestos a seguir haciendo propuestas para que el “carro de España salga del barrizal en el que está”.   Sin embargo, para IU, el mensaje real se sitúa “fuera del mundo y de los problemas de los españoles”. Cayo Lara ha señalado que en “el carro” iban subidos los oportunistas del negocio fácil, los reyes de las finanzas especulativas y un sector de empresarios sin escrúpulos”. Y el portavoz de Izquierda Vasca (Ezker Batua) ha recordado que esa “institución retrógrada” no tiene el más mínimo aval democrático, puesto que fue impuesta por un dictador en lugar de ser elegida por la ciudadanía en una consulta popular.   hechos significativos   Un hombre vestido de Santa Claus mata a seis personas en Los Ángeles.   El Papa dice que “si cada uno de los hombres sólo piensa en sus intereses, el mundo se encamina a la ruina”.

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