Como si fuera un azar de la Naturaleza, extraño a la decisión de los votantes, la muerte del histórico PC, en las urnas, se atribuye a un inesperado bipartidismo. Al parecer, pues no está científicamente probado, una especie de virus mortal, que sólo prospera en la naturaleza de los partidos minoritarios, ha destruido el organismo donde anidaba la idea comunista. No se sabe por qué los dos partidos mayoritarios están inmunizados contra el riesgo biológico de bipartidismo. Se comprende que el médico director de IU, coalición que ha obtenido la mitad pro-indivisa de un escaño en Cataluña y un diputado en el resto de España, proclame su inocencia en la defunción del PC, de la que se siente responsable, pero en modo alguno culpable.   Esto tiene mas fundamento del que el propio Llamazares supone, pero en sentido contrario. Ha sido la miope práctica politica del PC de los últimos treinta años -desde que Santiago Carrillo pactó con el franquismo, por egoísmo de partido, para ser admitido en la clase politica y participar en el reparto por cuotas del Estado monárquico- la que ha creado la tendencia al bipartidismo. Los ideales de la libertad politica necesitaban el concurso del PC, para llegar a realizarse mediante la ruptura pacífica y democrática de la dictadura. Esa fue su noble función en la Junta Democrática. Pero el precio de su legalización, otorgada por el falangista Suárez, era letal a largo plazo. A diferencia de lo que sucedió a sus hermanos en Italia, Francia y Portugal, después de las dictaduras fascistas, aquí quedó reducido a partido testimonial. La oligarquía politica ya no lo necesita. El PSOE cumple mejor que IU el papel de izquierda estatal.   Pero este Diario no sería ecuánime si, en estos momentos, olvidara la deuda de gratitud y reconocimiento público, contraída frente a tantos comunistas olvidados por la historia que, desde 1956, sacrificaron literalmente sus vidas al ideal de la libertad colectiva. Y tampoco sería justo si, como los demás medios, silenciara el hecho de que los únicos dirigentes políticos de partido, entre toda la clase política, que conservaron la palabra en su comportamiento público y el desinterés personal en su retirada de la acción, fueron dos comunistas de la Transición: Gerardo Iglesias y Julio Anguita.   florilegio "La naturaleza humana es egoísta como la de todos los animales. Incluso el altruismo constituye la manifestación genética del egoísmo inteligente, o sea, a distancia y a largo plazo. Ante el horizonte del interés inmediato, el narcisista egoísmo de partido se convierte en peligroso egotismo."

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí