Todos los expertos en economía, tras profundas reflexiones, creen haber descubierto la causa última de que la crisis depresiva de la actividad crediticia en la banca, y de la contracción de la demanda, sea impermeable a las grandes medidas estatales de estímulo. Satisfechos de haber diagnosticado la naturaleza de la enfermedad, una crisis de confianza, no son conscientes de que la desconfianza social está producida por algo distinto de la falta de confianza, y que ese algo no se cura con dotaciones de dinero, a no ser que la desconfianza general provenga de la particular falta de confianza en sí mismo del capital financiero, asustado de asumir las consecuencias de sus propias acciones. Susto compartido por los gobiernos, en contraste con su frialdad ante la extensión de la crisis al capital industrial. ¿Había duda sobre la hegemonía política de las finanzas?   Los expertos confunden la causa particular de la crisis con la de sus efectos universales. Si el origen está en la burbuja financiera fabricada por la banca, dando créditos hipotecarios superiores al valor de lo hipotecado, y en la especulación delictiva, con valores bursátiles de los fondos de inversión, lo coherente sería que se dejara caer al sector inmobiliario y al especulativo, y que los gobiernos atajaran con rapidez la extensión de la situación crítica a los sectores de producción y consumo no implicados en las acciones fraudulentas que la han provocado. Los bancos han paralizado el interbancario porque sospechan que todos están repletos de activos dañados. Y no prestan a sus clientes habituales por miedo a quedarse sin recursos ante una morosidad extraordinaria que los arrastraría a la bancarrota. Así, es lógico que la crisis empeore y se prolongue.   El director gerente del FMI, Strauss-Khan, dijo ayer en Madrid que los gobiernos del G-20 “parecen ahora más reacios a aplicar políticas con las que estaban de acuerdo cuando estaban juntos en Washington”, y que las medidas adoptadas están “mal inspiradas en cuanto a su diseño y dudosas en cuanto a su implantación”, por lo que la recuperación en 2010 dependerá de que “los Gobiernos actúen con más contundencia”. Este hombre inteligente sabe más de lo que dice. Pues si pide “pisar el acelerador del gasto fiscal”, sin que se corrija la inspiración del diseño, la crisis continuará agravándose, sin que ningún experto pueda divisar el horizonte donde comience a declinar, a no ser que la interrumpa una gran crisis política.   florilegio "Si los gobernados no son dueños de los gobiernos, es iluso que éstos se revuelvan contra sus sostenedores. Desconfiad de la esperanza misma."

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