El rey Juan Carlos, Francisco Franco y Carlos Arias Navarro posan en El Pardo con los miembros del Consejo de Ministros.
El rey Juan Carlos, Francisco Franco y Carlos Arias Navarro posan en El Pardo con los miembros del Consejo de Ministros.

El príncipe Juan Carlos, que había asumido la Jefatura del Estado en funciones, realiza el dos de noviembre de 1975 una visita relámpago a El Aaiún de cuatro horas donde da una arenga a los militares y les dice: “Se hará cuanto sea necesario para que nuestro Ejército conserve intacto su prestigio y el honor”, “Deseamos proteger también los legítimos derechos de la población civil saharaui, ya que nuestra misión en el mundo y nuestra historia nos lo exigen” y también: “quiero ser el primer soldado de España”. Cuatro días después, Marruecos, con la Marcha Verde y veinticinco mil soldados, da los primeros pasos para la ocupación de la colonia española.

El General Franco agonizaba en el hospital. El seis de noviembre, decenas de miles de movilizados por el régimen marroquí cortaban las alambradas de la frontera e invadían el territorio del Sáhara español -del que previamente se habían retirado las tropas españolas-. Ese mismo día, en Madrid, varios individuos con la cara cubierta pertenecientes a un grupo terrorista de extrema derecha, armados con pistolas y metralletas, irrumpían en el despacho del abogado José Manuel Muñoz Salvadores donde se había congregado un grupo de personalidades de la oposición democrática para ser entrevistados por unos periodistas venezolanos. Por la Junta Democrática se encontraba Antonio García-Trevijano, Jaime Cortezo por Izquierda Demócrata Cristiana y cuatro personas más en representación de grupos socialdemócratas y liberales, más dos periodistas venezolanos del diario El Nacional.

Los asaltantes dispararon al aire, amenazaron y obligaron a los presentes a tumbarse en el suelo y los golpearon con las culatas de sus armas, cadenas y a patadas. Algunos  de ellos resultaron seriamente heridos, como García-Trevijano, al que ocasionaron fracturas en varias vértebras del cuello. Antes de marcharse, los individuos lanzaron varias granadas lacrimógenas. La impunidad y el atrevimiento con el que actuaban, la presencia inmediata en la calle de la policía, que parecía más bien asegurar su retirada y no otra cosa, indicaba que los asaltantes tenían vínculos con la policía. La relación de grupos violentos de extrema derecha con la policía era algo conocido. El embajador Stabler relata este suceso en un cable confidencial de la embajada y se refiere a los lazos de los Guerrilleros de Cristo Rey y otros grupos de extrema derecha con elementos de la policía. (1)

En su historial de lucha por la libertad y la democracia, Antonio García-Trevijano sumaba este atentado a otras acciones represivas del poder. Intentos de asesinato decididos en Consejo de Ministros, la difamación del Ministerio de Asuntos Exteriores en 1968 por querer dar al pueblo guineano una constitución digna y que su independencia no estuviera dirigida por los intereses colonialistas; detenido en mayo de 1975 por el policía Matute, célebre por su sadismo y torturas, a la salida de la Universidad de La Laguna después de dar una conferencia y retenido varias horas en la comisaría de Tenerife; multas, amenazas, retiradas de pasaporte, … Todavía tendría que sumar al año siguiente varios meses de cárcel y la campaña de difamación que el PSOE lanzó contra él.

Después del atentado, temiendo por su vida, García-Trevijano buscó refugio en la Costa del Sol donde se aisló y se protegió con una pistola. Fue allí donde se enteró por la radio del fallecimiento del General Franco. Inmediatamente regresó a Madrid para movilizar a la oposición, contactó primero con los grupos más dispuestos como el Partido del Trabajo y terminó sumándose toda la oposición. Las movilizaciones se demoraron hasta principios de 1976 cuando las huelgas y manifestaciones pacíficas inundaron España con el lema “Amnistía y Libertad”.

 

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(1) 1975MADRID07833_b, Public Library of US Diplomacy, Wikileaks.org

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