En el debate económico de Radio Libertad Constituyente del pasado 22 de Mayo, con motivo de las recientes tensiones entre España y Gibraltar, el eminente profesor universitario gallego Dº Miguel Anxo Bastos me hizo saber que la solución que propongo para el “contencioso del Peñón de Gibraltar” (la transformación del Campo de Gibraltar en un paraíso fiscal), no era nada nuevo, pero que el éxito de la medida estaba probado.

     “Tienes que conocer la experiencia de Shenzhen en China”, -me apuntó-.

     Gracias a sus conocimientos pude informarme que este antiguo puerto de pescadores de la provincia de Cantón, se convirtió hace algo más de treinta años (1979-80) en una de las cuatro primeras “zonas económicas especiales” creadas por el máximo dirigente chino Deng Xiaoping, el “comunista-capitalista”.

     De manera muy breve podemos definir las “zonas económicas especiales” de Deng como territorios de libre comercio con nula fiscalidad para las inversiones foráneas.

     El resultado del experimento ha sido la emergencia de gigantescas estructuras industriales orientadas a la exportación. Actualmente las 54 “áreas especiales” suponen el 30% de todas las exportaciones del país.

     Es decir, la ausencia de tributación no ha provocado que estos espacios se hayan convertido en centros de blanqueo de actividades ilícitas, sino todo lo contrario.

     De hecho, China ingresó el 11 de Diciembre de 2001 en la Organización Mundial de Comercio (OMC), lo que obliga a la transparencia en sus regímenes de comercio e inversiones, por lo que los territorios especiales deben acatar las normas internacionales de comercio que el país se comprometió a cumplir cuando se incorporó a la OMC.

     La elección de Shenzhen fue debida esencialmente a la cercanía con Hong-Kong (su proximidad llega al punto de que la calle Zhongying divide los dos territorios, pues una acera de la avenida pertenece a Shenzhen y la otra a Hong-Kong), pues su finalidad era integrar sin tensiones a la antigua colonia británica en la República China utilizando sus mismas armas, que no eran otras que libertad económica e impuestos mínimos.

     El éxito de la fórmula de Deng ha sido tal que la “zona económica especial” de Shenzhen ha fagocitado en tres décadas al paraíso fiscal de Hong-Kong, sin que se produzca roce alguno entre los dos territorios gracias al respeto mutuo y a la complementariedad de sus actividades de forma natural (más industrial Shenzhen, más financiera Hong-Kong, aunque Shenzhen cuenta con un pujante mercado bursátil propio).

     Lo ocurrido se podía augurar por el mayor tamaño de Shenzhen, pues dadas las mismas condiciones para la inversión, la mayor superficie de la “zona económica” china jugaba a favor de ésta.

    Llegados hasta aquí extraigamos las consecuencias de lo ocurrido en este espacio en aras a la solución del dizque “contencioso del Peñón de Gibraltar”.

     En primer lugar, ni la existencia de España como Estado ni de la Unión Europea como organización política constituyen obstáculos jurídicos para convertir el Campo de Gibraltar en paraíso fiscal.

     Precisamente la idea matriz de China para crear la “zona económica especial” de Shenzhen fue “una economía, dos sistemas”, por tanto, puede convivir un paraíso fiscal como podría ser el Campo de Gibraltar dentro de entidades políticas nacionales o supranacionales.

     Que el padre del concepto fuese Deng Xiaoping nos permite pronosticar que el apoyo de la izquierda política y sindical está garantizado.

     En cuanto a la derecha política tampoco surgirían problemas, pues las “zonas especiales” son el punto central de la canciller alemana Merkel para reactivar la economía de los países periféricos (ver Der Spiegel, 25 de Mayo de 2012). Por cierto, noticia inadvertida para los medios de comunicación españoles.

     Por último, aunque sea lo realmente importante, unos datos actualizados de geografía humana nos permitirán comprender que el partido está ganado si se juega en los términos que proponemos, esto es, Campo de Gibraltar paraíso fiscal frente al Peñón de Gibraltar. Vean.

      Hong-Kong. Superficie: 1.108 km2. Habitantes: 7 millones.

      Shenzhen. Superficie: 2.020 km2. Habitantes: más de 8 millones.

     Resultado: el antiguo pueblo de pescadores ha convertido a la megalópolis ex-británica en su “patio trasero” gracias a su mayor extensión.

    Gibraltar. Superficie: 7 km2. Habitantes: 30.000 habitantes, siendo generosos.

     Campo de Gibraltar. Superficie: 1.528 km2. Habitantes: 265.000 habitantes.

      La goleada no necesita reseña, pues si Shenzhen ha podido superar el poderío económico-financiero de los 1.108 km2 de Hong-Kong en treinta años, ¿qué resistencia podrían oponer los 7 km2 del Peñón al Campo gibraltareño?.

      Sin embargo la victoria no dejaría un regusto amargo al derrotado, pues no se disputa un juego de suma 0 (lo que uno gana el otro lo pierde), dado que el Peñón de Gibraltar seguiría siendo el territorio británico más próspero y estable, con uno de los mayores índices de calidad de vida y niveles de seguridad del mundo…, hasta que voluntariamente decidiese pasar a ser el territorio español más próspero y estable…, después del Campo de Gibraltar.

     Gibraltar no es un problema. Es el testimonio del fracaso de la clase política española para abordar de manera creativa un contencioso cuya forma de tratarlo lo ha convertido en anacrónico, pues casos similares otros países (véase China) ya los finiquitaron de manera harto eficiente hace décadas.

      Es hora de cambiar de consigna.

 

Abandonemos el “Gibraltar español” por el “Campo de Gibraltar, paraíso fiscal”.

 

                                               Jorge Sánchez de Castro Calderón.

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