Sofia rufescens   Recientemente fueron publicadas unas declaraciones de la Reina Sofía sobre si se debía impartir la materia de religión en la escuela: "Se ha de enseñar religión en los colegios, al menos hasta cierta edad: los niños necesitan una explicación del origen del mundo y de la vida". En primer lugar, es sorprendente que la Reina Sofía, educada en la discreción que una hembra real debe guardar para poder actuar de acuerdo con su voluntad, traspase los bastidores de la razón oculta del Estado, para adentrarse en el reino de lo político de una forma al menos tan formalmente espontánea. Quizás olvidó en aquel instante que la libertad lleva en sí misma el germen liberador de un pueblo que no quiere saber de su esclavitud, quizás olvidó que la publicidad de sus convicciones podría recordar a sus súbditos su condición de siervos, quizás guardando sus opiniones para la esfera privada de los mandamases globales, su pueblo la amara como si fuera libre. Quizás sólo fuera un instinto esclavizador, similar al de Formica rufescens.   El joven Charles Darwin tras los muros del Christ College de Cambridge, donde había sido instruido para llegar a ser un hombre de fe, escribía una desesperada y entusiasta misiva a su primo Darwin Fox, quien le había iniciado en la entomología: “Mi querido Fox, me muero por momentos por no tener a nadie aquí con quien hablar sobre insectos…”. Tiempo después, Darwin rechazaría inicialmente la propuesta para embarcarse en el HMS Beagle como naturalista, debido a la oposición de su padre, quien pretendía que se asentara como un clérigo respetable. La lucha del joven Darwin por la comprensión cabal del mundo, en una época en la que la Historia Natural era una disciplina extracurricular, dio sus frutos en la única teoría científica capaz de explicar el origen y transmutación de las especies.   Sofía de Grecia (foto: Óscar Galván) La fe no se puede instruir y la religión sólo puede ser enseñada en un Estado laico, separado de la iglesia, en su multiplicidad de manifestaciones culturales, pero nunca su enseñanza puede ser justificada por su utilidad para comprender el origen de la materia. La ciencia, de momento, explica la generación de todas las cosas remontándose a unos (13,7 ± 0,2) × 109 años. Todas las religiones, sólo pueden explicar el mundo remontándose a unos pocos milenios antes de Cristo y su mundo es tan pequeño y antropocéntrico que carece hasta del concepto de especie. La Reina Sofía, como miembro de la especie Homo sapiens desciende del mono y su genoma se diferencia del chimpancé tan sólo en un 6%, pero siendo el discurso aquella capacidad única del hombre, a partir de estas declaraciones, la Reina es más humana que mona, por lo que ningún científico puede tolerar que su opinión sea adoptada.

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