Se acercan fechas de andanzas electorales y, según las encuestas, tanto en las venideras elecciones municipales y autonómicas como en las generales de 2012 se producirá un vuelco que otorgará el poder de gobernar a la derecha rajoniana, a no ser que lo remedie algún inesperado demiurgo pesoísta, que, me temo, no existe. El caso es que se producirá un cambio de gobierno con un líder del PP que nunca ha conseguido el aprobado en valoración de la opinión pública debido a su levedad de ser. La paradoja política del asunto no es baladí, ya que conecta directamente con la insuficiente empatía política de la ciudadanía respecto de un líder que es impuesto desde arriba por el aparato de su partido para gobernar. Y a pesar de la distensión entre ciudadanos y líder, gobernará.   Este hecho de nuestro escenario público liga con la degeneración que embarra todo el régimen debido a la usurpación que los partidos políticos han hecho del Estado, adueñándose de tal modo de sus instituciones y funciones que han desplazado a la sociedad civil como protagonista legítimo de la organización social. Por otro lado, el método proporcional que se practica en la "representación" ciudadana está concebido para la autorrepresentación de los partidos políticos que así se aseguran mayorías parlamentarias capaces de afianzar el consenso en las "políticas" que convienen a intereses ideológicos, económicos, morales, etc.   En muchas de las últimas convocatorias electorales se ha dado el caso de que con sólo el 30, 40 o el 50 por ciento de votos, se han legitimado gobiernos sin el aval de los votantes que no han ido a depositar su voto a la urna porque no deseaban seguir soportando a unos gobernantes que se han apoderado de la soberanía ciudadana y han creado un cuerpo político con demasiadas conexiones onerosas con la corrupción, el clientelismo y los poderes económicos y financieros del capitalismo especulativo o de casino, dando la espalda así a la libertad política colectiva, generadora ésta de formas democráticas más acordes con la etimología del concepto democracia y ligadas a un progreso humanista.   La continuidad en la aplicación del sistema electoral actual de nuestro país y de la mayoría de países occidentales no despejará en nada el futuro de sus "democracias", sino que más bien, a medida que se vayan sucediendo las convocatorias electorales, nos iremos adentrando en espacios abisales en los que el Estado conducirá la deficiente democracia actual hacia totalitarismos "democráticos" de partidos. Si, por el contrario, estamos dispuestos a deslegitimar  el  actual Estado de Partidos que tanto daño está ocasionando a la sociedad civil, hemos de reconvertir nuestra estructura mental de acción política en pos de desactivar la bomba destructiva de la libertad política. La única acción altruista ciudadana que puede abortar tal estado de cosas, es la abstención masiva en las futuras convocatorias a voto.   Esta abstención desenmascararía por completo el actual fraude electoral sistemático y a sus beneficiarios (partidos políticos), siendo necesario así construir otro edificio de representación electoral en el que los partidos políticos quedasen sometidos a la iniciativa ciudadana. Sólo de esta manera conseguiremos al menos que el intrusismo de los partidos quede eliminado para dar luz verde a un nuevo periodo constituyente que vertebre la democracia en torno a una ciudadanía responsable, capaz de construir una convivencia sin lastres que obstaculicen el desarrollo de la libertad política, esa misma que tanto confundimos con la farsa de las elecciones partidocráticas.

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