El 13 de marzo de 2021 el diario Público realizó un avance del capítulo «La armadura mediática», correspondiente al libro La armadura del rey (escrito por los periodistas Eider Hurtado, Albert Calatrava y Ana Pardo de Vera), publicando una noticia con el siguiente titular: «Cebrián: “El Rey daba fiestas a las que acudíamos directores de diarios y medios”».

En dicho capítulo las declaraciones de Juan Luis Cebrián (presidente de honor del diario El País desde mayo de 2018, habiendo sido su primer director hasta 1988, año en que pasó a ser editor del mismo, y quien ha ocupado asimismo los cargos de presidente y consejero delegado del grupo PRISA) respecto a los medios de comunicación en relación al reinado de Juan Carlos I fueron las siguientes:

Hubo una especie de asunción tácita por parte de todas las fuerzas políticas y de los medios de opinión, un pacto no escrito para no discutir sobre la monarquía como forma de Estado y no enturbiar el debate público con el debate de la Corona (…)

Calvo Sotelo nos reunió varias veces a los directores de los periódicos. Además, el Rey daba fiestas a las que acudíamos todos, directores de diarios y medios (…)

Francisco Fernández Ordoñez me llamó un día para pedirnos que no asistiéramos a las recepciones reales vestidos de esmoquin porque los comunistas y socialistas no lo vestían, “y no conviene que se sientan discriminados”. Ese era el ambiente.

Por su parte, también se recogen las palabras de Jaume Roures, empresario catalán fundador de Mediapro:

Nunca se ha puesto en cuestión la monarquía. Este blindaje forma parte de los lastres de la Transición, que ya implica un maridaje entre la prensa y el régimen que se mantiene hasta hoy. A cambio de esa colaboración activa, lograron formar parte del sistema. Si se observa quiénes son los accionistas de PRISA o de algunas entidades bancarias, se entiende todo.

Los autores del libro hablan, a su vez, de la periodista y escritora Pilar Urbano, a quien «le fueron vetados del manuscrito de un libro once folios en los que se recogían conversaciones grabadas por el CESID sobre los GAL». Urbano asegura lo siguiente al respecto:

En esas conversaciones, que pude confirmar con fuentes suficientemente acreditadas como para publicar algo tan importante, quedaba clara la acción de Felipe González, Narcís Serra y Emilio Alonso Manglano —este bajo la dependencia jerárquica de aquellos— sobre los GAL, pero también que el Rey da el impulso. El impulso fue soberano, y como se implicaba al Rey, esos once folios fueron censurados por la editorial.

Los autores del libro añaden que «en la construcción de esa armadura mediática tuvo un papel  protagonista  el  fiel  escudero  de  la  institución  monárquica, Sabino Fernández Campo». Aseguran que «era quien trataba directamente con  el  mundo  de  la  información.  Antes  de  publicar,  la  prensa  le  consultaba  cualquier  tema  importante  que  afectara  a  la  familia real y Sabino les convencía de que no publicar era mejor para todos».

Recordemos que Fernández Campo le contó en persona a Antonio García-Trevijano, a iniciativa propia, como este refirió públicamente tras el fallecimiento de Sabino, que el golpe de Estado del 23F se llevó a cabo con la aprobación previa del Rey.

A modo de conclusión queremos resaltar que no es que este libro saque a la luz algo que los españoles no intuyan o no hayan podido conocer previamente, pues el periodista y escritor Jesús Cacho ya publicó en el año 2000 el resultado de sus investigaciones en un libro titulado El negocio de la libertad, dejando en evidencia el modus operandi de los grandes medios de comunicación españoles en connivencia con el poder político. Sin embargo, lo que sí hace el libro La armadura del rey es, a nuestro juicio, poner de relieve nuevamente la imperiosa necesidad de seguir difundiendo desde nuestros medios la verdad de los hechos y las ideas de la libertad política, la cual ha de ser la fundadora de los demás derechos para que los ciudadanos podamos ser libres.

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