Hulk angry (foto: owenbooth) Masa e individuo Un individuo capaz de concentrar en sí toda la fuerza de la masa se convierte en un gigantesco ser verde, colérico, confuso, necio, depresivo y tan indómito como cualquier otra furia de la naturaleza. Este personaje de los señores Lee y Kirby constituye una metáfora psicológica sublime. Un individuo capaz de ausentar de sí toda relación con la masa, sólo podría transformarse en un ser blanquinoso, amoral, decidido, sumiso, débil y frío como el Yago que creó el genio de Shakespeare. La Masa es impetuosamente vital y, sin comprender por qué, sufre en un mundo que la persigue mientras ella sólo desea encontrar sosiego; Yago es genuinamente destructivo y, creyendo que la listeza lo llevará hasta los egoístas fines que persigue, corre hacia la muerte. Lo vivo no puede estar solo y lo degenerado, inmensamente solo, no sabe seguir vivo.   Parece que a la par que, como dice García-Trevijano, la inmortalidad de la especie se fundamenta en su división en individuos mortales, estos sólo pueden encontrar la compensación que la vida en sociedad exige a su egoísmo genético volviendo al natural manantial de moral que es la masa. Este camino lo dificulta hasta lo imposible la Monarquía. En ella la razón de Estado sustituye a la inteligencia, el consenso a la libertad, el oportunismo a la moral, el orden público a la lealtad institucional. El individuo es arrinconado en sí mismo y en ese angosto espacio sólo puede encontrar los horrores de la náusea o el camino del medro a toda costa. La izquierda cree que el poder económico creó el individuo abstracto y alienado porque lo identifican con el consumidor al que van dirigidos los anuncios, pero ha sido generado por el poder político y su razón de ser no es el consumo sino la obediencia. Los ciudadanos del Estado de Partidos se incivilizan por vía administrativa, porque las instituciones de la Monarquía están destinadas a integrarlos atomizadamente en el régimen.   Mientras esta semana la partidocracia española inventa la Historia a través de una serie de televisión sobre el 23F, una masa sin fuerza de espectadores comprenderá vagamente cuánto le debe al titular de la corona y millones de Yagos sentirán que sólo les es dado inventar su propio camino y saldrán a la calle a triunfar.

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