A Suárez le dio por evadirse de la problemática realidad que lo envolvía construyendo castillos de arena internacional y vislumbrando geoestrategias que pasaban por el estrecho de Ormuz. En estos de días de fervorín juancarlista y conmemoración del 23-F, José Bono ha recordado, con acentos ditirámbicos y maneras de histrión, la figura de Adolfo Suárez y las despiadadas críticas a las que fue sometido por parte de la prensa y de la oposición (por supuesto, Bono ha omitido el desprecio y la presión del Rey).   El presidente del Congreso aprecia similitudes entre aquel acoso y el que está padeciendo Zapatero. Lo cierto es que éste, apagado el faro de la Alianza de Civilizaciones a causa de la crisis económica, vuelve a retomar la agenda de la política internacional para ponerse al frente de los acontecimientos que están conmoviendo al mundo.   Zapatero, primer mandatario europeo que visita Túnez después de la Revolución de los Jazmines, desea exportar el modelo transicional autóctono a estos países que van desembarazándose de sus dictadores. Pero resulta que los tunecinos, por ejemplo, no están por la labor de ser guiados por elementos del Antiguo Régimen, y demandan en sucesivas manifestaciones la salida de todos los dirigentes que hayan tenido responsabilidades durante los 23 años de dictadura. Y Ghanuchi –primer ministro que acaba de dimitir merced a la presión popular y al que Zapatero comparaba con Arias Navarro-, era uno de ellos.   Por su parte, el sucesor de Franco, ha viajado recientemente a Kuwait, no para vender la mercancía averiada de la transición, sino para avalar con su prestigio personal a las monarquías absolutas del Golfo Pérsico y apoyar la estabilidad política que proporcionan estos privilegiados suministradores de petróleo. Y es que Don Juan Carlos debe mucho a sus hermanos árabes, principalmente a los de Arabia Saudí y a los de la liberada Kuwait, tal como podrían haber atestiguado Javier de la Rosa y Manuel Prado y Colón de Carvajal. A pesar de todo, la corte mediática proclama que el monarca español es “un ejemplo para los reinos árabes”.

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