Fragmento del «Discurso de la servidumbre voluntaria», Étienne de la Boétie (1577). Cartel de Superabundans haut, Buenos Aires, 2010.

Colectivamente, la sociedad que tolera o admite que sus políticos mientan y engañen, tiene los gobernantes que merece su miseria y podredumbre moral.

Individualmente, el ciudadano que defiende, apoya o sigue votando a los políticos que le han mentido o engañado alguna vez, carece de legitimidad para criticar o protestar por lo que hacen o deciden esos políticos a los que ha votado. Y, por el comportamiento servil de esta forma de proceder, tiene la vida que merecidamente le permiten esos mismos políticos.

Dos ejemplos:

El PP de Rajoy durante la campaña electoral de 2011, tras la que obtuvo mayoría absoluta, prometió no subir impuestos, terminar con la politización de la justicia, derogar las leyes de memoria histórica y del aborto, etc.
Inmediatamente materializó la mayor subida de impuestos de la historia de España, ni un sólo intento durante aquella legislatura de derogar las leyes que prometió derogar y, además, contribuyó con modificaciones legales a un mayor control político de la justicia, etc.

El PSOE de Sánchez durante la campaña electoral de 2019 se comprometió a no pactar con Podemos ni con EH-Bildu.
El primer Gobierno de Sánchez poselectoral es un Gobierno de coalición entre el PSOE y Podemos, con apoyo parlamentario, entre otros, de EH-Bildu.

Independientemente de compartir o no el contenido de las promesas electorales anteriores, una vez que han incumplido sus promesas, el que le sigue votando, además de carecer de legitimidad para quejarse por la vida que lleva y que aquéllos le organizan, sin ser consciente de ello ha renunciado al orgullo de ciudadano para convertirse en siervo voluntario de los jefes de partido.

Desde luego, como no se cambian estas cosas es apoyando con el voto a los de siempre y a los nuevos (Cs, Podemos y Vox), que se han incorporado al régimen para seguir pactando y repartiendo por consenso. Más pacto y reparto a costa de los dineros de los contribuyentes.

Los jefes de los partidos no tienen más poder que el que se reparten, según el apoyo de los votos que reciben las listas electorales de cada partido. Los políticos, que defienden su modo y medio de vida, no son los únicos responsables de cómo funcionan las cosas. Quien vota, apoya o defiende a esos partidos y a sus jefes, son los principales responsables del funcionamiento de las cosas hoy en España y, sobre todo, de que continúen y continúen funcionando así.

Para cambiar esto no es necesario hacer heroicidades ni arriesgar el patrimonio personal, es suficiente con no apoyar, no votar, no legitimar al régimen. La clave no son ni los partidos políticos ni los políticos de esos partidos, son sus votantes, que voluntariamente los legitiman una y otra vez. Resulta aplicable lo de «sarna con gusto, no pica».

Sí hay alternativa. Sí hay salida. Cuando te llamen para que acudas a votar, no des poder ni legitimes con tu voto a partidos y políticos, sin excepciones. El pasotismo, la dejadez y la ignorancia inexcusable son culpables, y responsables quienes practican estas actitudes.

Sapere aude. Carpe diem.

3 COMENTARIOS

  1. Muy interesante el artículo. Es una percepción ilustrativa. Con todo se da por sentado que el colectivo de votantes está hecho en serie y todos votan porque son amantes de la servidumbre. No, yo no lo creo, cada uno votará por sus razones, unos por unas y otros por otras. Es más, yo no creo que nadie vote por amor a la servidumbre. Me da por pensar que es muchísimo más lógico y más racional, escribir que el que vota no es plenamente consciente de las consecuencias reales de ese voto. Tal vez, haya que asumir, que a lo mejor, los que somos plenamente conscientes de ese hecho, no lo estamos haciendo tan bien como pudiéramos. Por ejemplo, es un hecho evidente, que la unidad entre todos aquellos que son totalmente conscientes de lo que implica votar, deja mucho que desear. Y eso siempre resta eficacia a la acción. Eso para no seguir la lista de evidencias. Tal vez sería bueno, empezar a cuestionarse como lo estamos haciendo, y tener un muy agudo sentido de autocrítica. Enhorabuena y muchas gracias por el artículo.

  2. Se mueven por pasiones, igual que nosotros, pero son pasiones distintas. Como dice García-Trevijano en «La servidumbre voluntaria», «el mecanismo autónomo de la obediencia universal está basado en el cálculo de conveniencia egoísta de que lo mejor para cada cual es obedecer a quien los demás obedecen». Los repúblicos se mueven por la pasión de libertad.

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