Globalización La urgencia de la democracia Vivimos en una Sociedad hipertecnificada que ha llevado más allá las previsiones de los Hermanos Toffler en "La Tercera Ola": El conocimiento circula ochocientas veces más rápido que hace sólo un siglo. Al amparo de la oligarquía política surge una oligarquía financiera que actúa globalmente, y sus condiciones y exigencias se sustraen a las instituciones representativas, desligadas éstas de todo control popular a través del mandato imperativo.   Se calcula que tan sólo nueve empresas multinacionales controlan el 66% del comercio internacional del planeta. De los miles de conglomerados multinacionales que operan, sólo las 100 primeras mueven un volumen de negocio equivalente al 25% de la población mundial; por otro lado, los nuevos bancos transnacionales trasladan en apenas segundos millones de divisas de un lado a otro del planeta, y todo ello en apenas seis centros financieros: Nueva York, Tokio, Londres, París, Frankfurt, y Singapur. Esta reorganización expansiva de la delincuencia oligárquica –contraria incluso a la teoría clásica liberal– necesita una nueva vertebración, ágil, rápida, y en consonancia con el ritmo de sus movimientos, no quiere sociedad civil organizada ni instituciones representativas controladas por los gobernados.   Además, este conglomerado multidisciplinar ejecuta sus planes globales fortaleciendo instituciones supranacionales (Unión Europea, OTAN, UEO) de carácter sectorial que le den la legitimidad jurídica necesaria, sin importarles en absoluto lo que en su día fue piedra de toque de la democracia: la teoría de la representación.   Este conglomerado político-financiero no representa, ni quiere representar al pueblo. Se trata de una entidad distante y abstracta con afán de dominio mundial que tras el hundimiento del bloque soviético,  no  necesita la ficción de representar a los ciudadanos. Como botón de muestra: la Unión Europea. En ella, la política económica es diseñada por el Banco central europeo, el poder ejecutivo no pasa por convocatorias electorales, y el parlamento, único órgano elegido por decisión ciudadana, tiene carácter consultivo. Detecto aquí una vuelta de tuerca más a la usurpación del poder.   Se trata de un nuevo contrapoder de naturaleza supranacional, sin límites territoriales algunos y de naturaleza descentrada, en él se coordinan empresas multinacionales, instituciones financieras y organizaciones internacionales (FMI,..), al amparo necesario de la oligarquía de partidos gobernante en Europa desde mediados del siglo pasado que le ofrece la legitimidad arrebatada a la ciudadanía en la implantación de sus planes descivilizadores.   Una nueva vuelta de tuerca de esta absoluta despreocupación de las nuevas instituciones por legitimarse representativamente es la organización de una fuerza rápida de intervención militar a nivel global, legitimada mediáticamente por la llamada “guerra preventiva”, sin sujeción a los procedimientos burocráticos de las “viejas instituciones “: ONU, etc.   En España, la monarquía juancarlista no ha significado una revitalización del impulso de constituirnos en Nación avanzada que arrancó en 1812, y cuya manifestación fue también el 14 de Abril de 1931, antes bien, nos encontramos con un sistema monárquico que convive cotidianamente con la corrupción, que confunde autonomismo o federalismo con neofeudalismo, y con una clase política constituida en policías y voceros de los capitales transnacionales.   La Oligarquía financiera necesita todavía la legitimación de las instituciones políticas que consigue a través de la oligarquía de partidos, aunque sueña con hacer incluso innecesaria ésta, por lo que es aún más urgente si cabe la implantación de la República Constitucional en España, y a través de la Sociedad Hipertecnificada construida en principio para beneficio oligárquico, extenderla a toda Europa. Hemos visto como los cambios políticos en otras partes del mundo se han extendido a través de las comunicaciones, y si en España tenemos una respuesta indignada y una propuesta política que la vertebre tenemos que ser capaces de actuar globalmente e instaurar la República Constitucional, más allá del ámbito nacional y a la vez que ésta. Una respuesta solitaria en un mundo hipertecnificado e interconectado podría ser objeto de una reubicación desterritorializada de la oligarquía para ejercer después una presión sobre el centro "anómalo". Hemos visto eso a lo largo de la historia y podría ocurrir ahora.   Entiendo que el pensamiento político de Antonio García-Trevijano se constituye, voluntariamente o no, en una teoría política supranacional que emerge en varias direcciones desde el centro neurálgico dónde ha aparecido convertida en acontecimiento la indignación. No veo teorías políticas ni en la respuestas populares en el mundo Islámico ni en el episodio de Islandia, y por la propia dinámica de los tiempos, la vertebración supranacional no implica tiempo ni trabajo extra sino una ampliación de horizontes.   Seguimos pensando.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí