El miércoles 2 de Febrero amanece en calma tras la jornada histórica vivida el día anterior en la plaza Tahrir (plaza de la liberación) con “la marcha de un millón de hombres”. Varios miles de ciudadanos egipcios han permanecido acampados en la plaza tras rechazar el desafiante discurso del dictador Mubarak, en el que anunciaba que no se presentaría a la reelección presidencial en septiembre, a siete meses vista. El ejército aconseja a los ciudadanos abandonar la plaza, visiblemente hay menos unidades militares que el día anterior. Algunos testigos observan como en camiones militares conducidos por policías uniformados se transportan personas a las inmediaciones de la plaza de la liberación. Se concentran unos cinco mil manifestantes en favor de Mubarak accediendo libremente a través del puente 6 de Octubre en dirección a la plaza Tahrir.   A las tres de la tarde irrumpen en las inmediaciones de la plaza unas decenas de jinetes a caballo y en camello cargando contra los manifestantes acampados desde el día anterior. Algunos jinetes son derribados y apaleados. Comienza una batalla en la que ambos grupos intercambian piedras, avanzando los seguidores de Mubarak hacia la plaza. El ejército se interpone con dos tanques que son rápidamente desbordados. Algunos seguidores de Mubarak suben a los tejados de los edificios aledaños y lanzan cócteles Molotov en dirección al museo nacional de El Cairo que ocasionan pequeños incendios. El Baradei llama a la intervención del ejército y a los manifestantes a retener la plaza, pero él no está presente en la misma. No hay respuesta visible por parte de los militares quienes apenas el día anterior se había mostrado contundentemente cacheando a los que accedían a la plaza en busca de armas y objetos contundentes. Algunos manifestantes anti Mubarak enseñan carnets de policía confiscados a los adversarios capturados.   La situación es de extrema violencia y se teme por la vida de cientos de mujeres y hombres que permanecen atrapados en el interior de la plaza, así como por el incendio y destrucción del patrimonio cultural egipcio guardado en el museo nacional de El Cairo. MahmoudZaher, antiguo general de la inteligencia egipcia declara a la televisión Al Jazeera que este ataque es obra “de la paranoia y la esquizofrenia en la que vive Mubarak” y avisa a El Baradei y a la oposición de no jugar al oportunismo. Tras cinco horas de batalla campal aparecen algunas unidades militares y de policía que emplean gases lacrimógenos para separar a los grupos, sin demasiada contundencia. Al caer la noche los enfrentamientos continúan cobrándose una víctima mortal y más de quinientos heridos hasta las once de la noche.   Los manifestantes en el interior de la plaza tienen miedo de abandonarla porque han oído que en las inmediaciones hay policía arrestando a los que salen de ella, muchos permanecen en el interior sangrando, sin atención médica. El ministro de antigüedades denuncia que el ejército no ha protegido el museo de los ataques de los manifestantes. Para el viernes día cuatro de febrero la oposición convoca “el día de la marcha”. Quizás al ministro de antigüedades le gustaría saber dónde está el ejército, se contabilizan más de cincuenta tanques y vehículos acorazados protegiendo el palacio presidencial.

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