A la taurina hora de las cinco de la tarde, después de que los diez Magistrados del Tribunal Constitucional (TC) acordaran realizar una parada para comer, se reanudó una deliberación que dura ya cuatro años sobre la constitucionalidad del estatuto catalán, nombrando como último ponente a su Presidente Dña. María Emilia Casas. El bloqueo de la situación por falta de acuerdo consensuado sobre la redacción de la sentencia entre jueces “progresistas” y “conservadores” designados a propuesta de los grupos parlamentarios, ha llevado finalmente a que sea la Presidente, quien cuenta con voto de calidad, la que ahora asuma la redacción del texto definitivo.   El Pleno se había reunido a las once de la mañana, pero no fue hasta la una y cuarto cuando comenzó a tratarse el último borrador de sentencia, ya que la sesión plenaria no era monográfica e incluía otros asuntos en el orden del día. El texto que estaba sobre la mesa era el redactado por el Vicepresidente del TC, D. Guillermo Jiménez, integrado en el “bloque conservador”, es decir designado por el Partido Popular. Ante la nueva falta de acuerdo para su aprobación, la Presidente Sra. Casas Baamonde, designada por el PSOE, toma las riendas.   La única duda está ahora en si Dña. Emilia se atreverá a hacer valer su voto de calidad para romper el empate, o si, como al menos públicamente pretende, intentará servir de moderadora de las simpatías y antipatías de los delegados de los partidos en el TC. En cualquiera de los casos, la escenificación del fracaso institucional de un tribunal de garantías de origen y finalidad política diseñado como filtro último de control y dependencia queda en evidencia.   Transar sobre la juridicidad de una norma como un elemento más del consenso político de esta parademocracia, es sólo equiparable a pactar sobre un hecho dado, objetivo y ajeno a la voluntad propia o contraria como es el hecho nacional.   Tribunal Constitucional (foto: Jaume d'Urgell)

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