John Maynard Keynes comparó la evolución del mercado bursátil en Estados Unidos con la de Inglaterra y se percató de que la volatilidad del mercado inglés era mayor que la del americano. La razón la encontró en los costes financieros, superiores en EE.UU. Esto le llevó a plantearse la conveniencia de incrementar los costes de transacción del mercado bursátil de su país por medio de un impuesto que gravara las operaciones financieras.

Así, al igual que Pigou proponía el establecimiento de impuestos que gravasen las externalidades negativas que generasen los agentes en la economía; Keynes propone gravar la especulación desestabilizadorade los inversores que no estuviesen movidos por el espíritu de empresa sino por el de ganancia a corto plazo.

Después, en el año 1972, James Tobin, influido por el final definitivo del patrón oro en agosto de 1971 y del sistema de Bretton Woods, pensó que la estabilidad del mercado mundial requería trasladar el impuesto concebido por Keynes al mercado de divisas. Así ideó lo que hoy conocemos como la tasa Tobin.Los objetivos fundamentales que se proponía con este impuesto eran dos.

Primero, que los países recobrasen la autonomía monetaria perdida por el proceso de integración de los mercados financieros. Los intentos de los gobiernos de establecer políticas monetarias distintas a los países de su entorno se hace imposible cuando existe libre movilidad de capitales y paridades fijas delos tipos de cambio. Es lo que se conoce como el problema de la triada incompatible.

No se puede sostener, con libre movilidad de capitales y tipos de cambio fijo, por ejemplo, una política monetaria expansiva; pues, esto obligaría al Banco Central del país que la emprende a comprar su propia moneda con reservas disponibles de oro u otras divisas hasta compensar el efecto provocado por la fuga de capitales (consecuencia del diferencial negativo de rentabilidad.) Mantener el valor de su moneda en el mercado sería a costa de  agotar sus reservas. Situación insostenible que conduce a la devaluación de la divisa.

Y segundo, reducir la volatilidad de los mercados, limitando la libre entrada y salida de capitales, y con ello, la especulación desestabilizadora que tanto daños, a su juicio, causaba a la economía.

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