¿Qué universidad queremos los repúblicos españoles? La universidad de la verdad e investigación científica, de la excelencia, del idealismo moral e inteligencia real de la sociedad. Una universidad que culmine la organización ética de la sociedad y que no sirva exclusivamente para difundir la ética del estado de partidos.

El modelo de universidad republicana que propone la filósofa valenciana Adela Cortina en su breve ensayo de 2003, La universidad desde una perspectiva ética, insiste en una revitalización ética de la institución que debe pasar por un ethos responsable y profesional de los profesores encargados de la instrucción de los profesionales. La ética cívica y docente del profesor es fundamental, obviamente, pero la universidad república no se conforma con dicha ética no burocrática. La universidad república va más allá y la supera. La pregunta que Adela Cortina debe hacerse es la siguiente: ¿de dónde debe venir dicha revitalización ética de la universidad republicana? ¿Del estado de partidos?

La nueva articulación ética de la universidad debe proceder de la misma sociedad civil que conquiste la libertad política y la democracia representativa. Esa es la respuesta de la universidad república. Y, para ello, los estudiantes y los profesores son los elementos fundamentales, es verdad, pero serán, siempre, elementos de la sociedad y no del estado. La universidad república debe caracterizarse por su instrucción y excelencia en el saber y en el humanismo. El pensamiento crítico debe presidir su función esencial. La interdisciplinariedad se impone por reclamarla la misma excelencia de las profesiones humanas. Recordemos que los mejores profesionales, empezando por los médicos y juristas, siempre han sido también grandes humanistas. El humanismo es fuente del pensamiento crítico y acción creativa y revolucionaria.

La universidad república debe facilitar que los españoles, que por sus méritos, esfuerzo e interés quieran acceder a ella, puedan hacerlo, y no se vean impedidos a ser universitarios por razones que no sean las de su exclusiva preparación académica en la enseñanza o no. No puede existir una red exclusiva de universidades privadas –religiosas o no- que haga imposible el acceso al saber universal y profesional a un español educado pero de familia humilde o sin recursos y que se ha interesado positivamente en la enseñanza media. Ello no quiere decir que las universidades públicas españolas deban ser de un nivel bajo, al contrario. La instrucción en la universidad república será de la máxima calidad y con los más adelantados recursos y medios. Los representantes monádicos y el presidente de la república constitucional conseguirán, en una de sus primeras acciones, una ley de universidades y una política de fomento de la instrucción universitaria que pondrá a España en las primeras posiciones de Europa. La búsqueda de la verdad en la investigación y la docencia volverán a presidir los principios de la vida universitaria. Principios que no serán obstáculo para una ética cívica república entre profesores, alumnos, y demás miembros de la universidad y la sociedad. La universidad república será – en su vida intelectual- de la sociedad civil y no del gobierno de turno. Su autonomía universitaria la unirá más y mejor a la sociedad civil.

Hoy en día la denominada “autonomía universitaria” no es nada más que una apariencia pues está sometida a las directrices de la política del partido estatal o regional que la controla y limita mediante la financiación. La autonomía de la universidad república se basará en una autonomía real en sus cuentas financieras. La universidad república debe acabar con los departamentos tradicionales y de paso acabará también con gran parte de los problemas de la universidad burocratizada. Las envidias y la lucha de poder de los departamentos entre sí son el origen de muchos problemas en la universidad, y no sólo por el excesivo gasto no justificado para la instrucción e investigación que suponen. Los departamentos universitarios se han convertido en los partidos estatalizados: no pertenecen a la actividad de investigación ni a los estudiantes que quieren ser profesionales excelentes. Los departamentos tradicionales de las facultades deben ser sustituidos por los “equipos multidisciplinares de investigación” que maximicen la eficacia y eficiencia de la labor de la universidad moderna del siglo XXI. Es algo incomprensible que una persona con ideas nuevas y originales no pueda pertenecer a la universidad por no haber “podido tener el apadrinamiento de un jefe de departamento determinado” o no ser una persona que le guste hacer la pelota a nadie.La universidad república se dedicará a su función: instruir, investigar y crítica social y estatal. No podrá ser burocrática. Instruir e investigar tendrán, como las actividades esenciales universitarias que son, a todos los órganos administrativos del estado a su servicio, y no al revés, como ocurre ahora.

También las universidades repúblicas competirán entre sí para que una de ellas sea la más excelente. No se nombrarán “comités para el excelencia universitaria” ni “campus de excelencia” para engañar a los futuros profesionales. Y estarán relacionadas, sin sometimiento, a las empresas competitivas del país. En la universidad república podrá darse un auténtico pluralismo de ideas, de ideologías, de formas de entender la vida, de partidos y sindicatos, etc. La razón de esa autenticidad es bien sencilla: esas ideas, partidos, etc., serán ideas de las personas, y partidos de la sociedad civil y no del gobierno o del estado, como ocurre ahora. La universidad actual está politizada por los partidos y religiones estatalizadas. La universidad república, devuelta a la sociedad civil, estará abierta a todo el mundo de la cultura de su ciudad, región, sociedad y nación y del resto de universidades del mundo.

Fotografía de eolapaz

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