Tren de sombras (1997) es una cima del cine más arriesgado, experimental y analítico de España, escrita y dirigida por José Luis Guerín con producción de Pere Portabella, productor especializado en cine de vanguardia. Guerín realiza una cinta en la que los códigos cinematográficos, el lenguaje propio del cine, tienen mayor peso que los narrativos y que contiene un fuerte discurso metalingüístico: el director adopta una mirada analítica y objetiva que él mismo define como “cámara noble”, una mirada en ocasiones muy cercana al documental que se nutre de recursos como el uso de diferentes soportes, la composición de los planos o el uso del montaje como elemento generador de lenguaje.

La película arranca con un acercamiento microscópico al celuloide, la materia prima química y física del cine, presentando el mismo soporte de la película como un recurso significante más. Guerín se sirve de varios soportes con diferentes características para establecer los tiempos de la narración: el color, la tasa de fotogramas por segundo, la textura de la imagen, etc. sirven al director para diferenciar entre tiempo presente y tiempo pasado e incluso, llegado el momento, para realizar representaciones imposibles del tiempo como el tiempo abolido, en el que pasado y presente se hacen convivir en un mismo espacio.

No obstante, Guerín aprovecha también ciertos recursos de otras disciplinas que no son ajenos al cine, los llamado códigos fílmicos, como el uso de técnicas propias de la fotografía y la pintura. El director crea cuadros en la propia pantalla del cine con un sentido clásico de la composición, bien sea utilizando el encuadre como marco o apoyándose en marcos de puertas, ventanas y otros elementos que encuentra en las localizaciones para realizar encuadres dentro del mismo plano. El director conforma bodegones, planos fijos de naturaleza muerta a los que añade el movimiento propio del cine, de forma que el producto final es una combinación de diferentes artes.

Narrando desde el montaje

El papel del narrador descansa en Tren de sombras en el propio lenguaje cinematográfico y, en concreto, el montaje asume el papel protagonista y actúa como verdadero conductor de la película. Puesto que el director trata de mantener la cámara en posición de mera observadora de los acontecimientos, es el montaje el que realiza una selección de los mismos y los ordena para revelar relaciones y sugerir significados, para establecerse como mecanismo de significación audiovisual. El montaje se revela como un instrumento de análisis del cine desde el propio cine y vehicula en gran parte, aunque no exclusivamente, el mensaje metalingüístico de la obra.

Tren de sombras hace, por tanto, un uso optimizado del montaje como herramienta analítica. Guerín somete el material de archivo a un proceso de investigación mediante el montaje que se traslada a la pantalla a partir de la cadencia: la imagen se acelera, se invierte o se detiene para examinar minunciosamente toda relación que en un principio pasase inadvertida. El montaje resalta además las analogías de gestos y acciones, realiza superposiciones de planos y muestra sucesiones de los mismos en los que se acerca progresivamente a puntos concretos para fijar la atención del espectador en ellos. En definitiva Guerín utiliza el montaje para deconstruir un material, analizarlo y reconstruirlo de una forma nueva e inadvertida.

El cine y los modos de representación

Otro de los elementos centrales de Tren de sombras es la exposición de los distintos métodos de representación de la historia del cine. El director realiza una aproximacion diferente dependiendo de cada unidad temática del film, reproduciendo las características elementales de cada época del cine, desde sus inicios hasta un registro puramente experimental. La reproducción de los métodos de representación se realiza a través de diferentes jerarquías de planos, distintas formas de afrontar la composición o un montaje diferenciado para cada unidad. Así, el material de archivo seguirá los cánones del método de representación primitivo, las partes filmadas en la actualidad los del institucional y el análisis de las grabaciones, así como el recurso final del tiempo abolido, pertenecerán al método de representación opcional u experimental.

El recurso intencional de los diferentes modos de representación funciona a un mismo tiempo como herramienta del director y como un instrumento generador de metalenguaje. Cumple la doble función de forma y contenido, identificando ambas en una misma unidad coherente. Supone un repaso a la historia del cine en una cinta que pretende validar las posibilidades del propio medio como método de análisis de la realidad, como sujeto observador y analítico a un tiempo. Guerín demuestra en Tren de sombras que, mediante el sometimiento de lo observado a procesos cinematográficos, el objetivo de una cámara de cine es capaz de revelar la verdad y despejar los fantasmas del pasado.

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