No había una sola silla vacía a las ocho de la tarde, el día 20 enero, en la sala Miguel Hernández, sede de Universidad en Alicante.

D. Antonio subió a la presidencia y miró al público como un director de orquesta mira a los músicos antes de bajar la batuta. En solo unos minutos, tras los primeros compases, las caras expectantes, de los asistentes modulaban su expresión al compás de la voz de D. Antonio. Todos respondían a los movimientos de su invisible batuta. No había partitura preparada.

Explicando la Teoría Pura de la República, D. Antonio, avanzó inexorable hacia las conclusiones, con el uso exclusivo de la razón, al modo inapelable de una apisonadora.

Todos los asistentes, al unísono, mostraban ahora perplejidad, ahora severidad, ahora risas, siguiendo el compás de una invisible batuta.

Los conceptos básicos de la teoría, se habrán grabado para siempre en sus cerebros. Sentían con él, vivían con él, la República presidida por la Lealtad.

La apoteosis, fue un llamamiento a la República Constitucional. Fue un exhorto trémulo de emoción, como los últimos compases de la marca de la casa: el Bolero de Ravel. Alguien joven, comenta ruborizado: “¡Cómo es posible que se me hallan saltado las lágrimas!”.

Tras el acto y en días sucesivos, multitud de personas, se pusieron en contacto con la organización, para ofrecerse a apoyar al movimiento, en lo que precise.

Una lección para los repúblicos: Los talibanes de la partidocracia, ven en nuestro proyecto, la pérdida de sus privilegios. Tardarán en aceptar que los partidos han de mantener sus fauces, lejos de las ubres nutricias del Estado. Ellos ven en D. Antonio y en su proyecto, un enemigo y un peligro. Con ellos hay que mostrarse inteligentes pero implacables.

El éxito de los actos públicos del Movimiento de la República Constitucional, hay que medirlo por lo grueso de los insultos que estos talibanes dediquen a D. Antonio, a su proyecto o a sus seguidores. Si no hay insultos, hay fracaso porque hay indiferencia en el enemigo. Apliqué cuidadosamente el calibre, a los agravios vertidos al día siguiente de la conferencia y obtuve la prueba irrefutable de que el éxito fue apoteósico, radiante y jubiloso en Alicante. Habrá un grupo fuerte de seguidores.

D. Antonio, en la intimidad, no aparece como un protagonista de la transición, ni como el luchador antifranquista, ni como el guerrero incansable contra la partidocracia. Sorprendentemente, en su conversación apenas hay pasado, su intelecto funciona ya en el futuro, en su gran proyecto. Su mirada, febril, es la de un hombre enamorado de la vida, su entusiasmo, vivaz, es el de un adolescente.

Ser joven es tener más proyectos que memoria. D. Antonio, tiene un espléndido pasado, pero es, créanme, uno de los hombres más jóvenes que conozco: su proyecto es colosalmente mayor que su memoria.

De cerca, D. Antonio brilla cuando expresa los conocimientos que le sirven para conducirse en la vida, pero resplandece, se transfigura, cuando nos deja sentir su sabiduría para disfrutarla.

A los futuros organizadores: tres consejos que nadie me dio, a la luz de tres de mis errores: Primero contratar una sala muy grande: asisten muchos mas de los previstos. Segundo: Seleccionar meticulosamente a las personas que se acerquen a D. Antonio: ¡Tened cuidado con los talibanes!.

El tercero y último vigilar escrupulosamente a las mujeres que accedan a presencia de D. Antonio. Él ama la belleza. Ellas pierden el oremus. El aspecto veterano de D. Antonio solo engaña a los varones. Ellas se vuelven inimputables, porque donde nosotros vemos un octogenario conversando, ellas perciben la belleza de un adolescente, en el cuerpo de un sabio.

D. Antonio, ya queda menos para el próximo encuentro en Alicante.

Si lo desea, puede escuchar el audio de la conferencia a continuación o visitar la web de la misma, donde encontrará abundante material audiovisual sobre la visita de Don Antonio García Trevijano a Alicante.

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