Rajoy durante el discurso de investidura (RTVE) La reforma laboral Las sospechas sobre el programa político del nuevo inquilino de la Moncloa, se van haciendo realidad, tras el último encuentro con los actores principales del mundo laboral. La patronal y los sindicatos. El gallego Rajoy, les ha emplazado a que sean ellos, los que lleguen a un gran pacto laboral. Pero eso si, desconociendo cuales son las líneas programáticas del partido popular en el terreno laboral, lo cual es de todo punto incongruente. Lo normal, lo lógico y lo políticamente correcto, seria que el líder popular, presente sus propuestas laborales y sobre ellas, articular un pacto entre patronal y sindicatos. Pero no, el galego Rajoy, sigue sin despejar su programa y deja correr los días sin comprometerse a nada, con cinco millones de parados en expectativas de destino.   Los conspicuos tertulianos, doctos personajes en multitud de disciplinas, incluida la laboral, se atreven a decir que uno de los puntos a reformar, es el actual Estatuto de los Trabajadores, por ser este, anticuado, rígido y que no permite la flexibilidad laboral que impone la actual coyuntura socio-económica. Con estas afirmaciones, lo que dejan en evidencia es, su mas elemental desconocimiento del actual Estatuto de los Trabajadores, mas propiamente denominado de los Empresarios, ya que deja en manos de la patronal, la toma de decisiones que puedan menoscabar los derechos de los trabajadores, invocando a razones, técnicas, organizativas y de producción. Ya que sobre estas bases, será articulada la movilidad funcional, geográfica y los despidos. Por lo tanto, ya existen medidas flexibles y elásticas para no tener que requerir una reforma laboral por exceso de rigidez de la actual normativa. Todo ello, sin tener en cuenta que el salario mínimo interprofesional en España, es exactamente la mitad que el mínimo de la EU desarrollada, que es de 1005 € en el Reino Unido.   Otro de los temas en cuestión, es ligar la productividad con los salarios. Esto que parece tan evidente, no lo es en absoluto. Por una sencilla razón. La productividad en el mundo laboral actual, depende en su mayor porcentaje de las políticas de dirección y de gestión empresarial, en las cuales el trabajador no tiene opción alguna, ni en su diseño, ni en su implementación. Y consecuentemente, no se puede hacer depender el salario de unos factores que no dependen de la responsabilidad y del control de los trabajadores. Esto es una sutil trampa, sobre la cual pretenden evadir las responsabilidades inherentes a la propia gestión y dirección empresarial.   La reforma laboral debe de tender a converger con la legislación laboral comunitaria de los países mas desarrollados de la unión, para garantizar una producción eficiente y consolidar unos derechos laborales acordes con el siglo de la tecnificación por excelencia.   Esto tan obvio y tan simple de percibir, parece un problema irresoluble para una alternativa política que juega a la confusión y sobre todo; a la falta de compromiso.

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