Mujer en una cabina telefónica (foto: Mamzel D) Usuario español A veces no debería contestar encuestas telefónicas. El caso es que el otro día, por condescendencia, admití “unas cuantas preguntas sobre la situación actual española que no le llevará mucho tiempo”. La voz era la de una señorita muy simpática hispanoamericana. Todo se desarrollaba muy bien hasta que llegó la pregunta clave: ¿Se siente Usted ciudadano de la democracia española? –No, le tuve que contestar ante su asombro –ella que pensaba que no era una de las preguntas más significativas-, no, porque ser ciudadano es ser partícipe en el gobierno de tu país – le explicaba-, aquí en España, en cambio, los españoles nos sentimos más bien usuarios del Estado de partido español homologado, muy apresuradamente, a un Estado moderno europeo.   Nos sentimos personas que hacen uso de ciertos servicios públicos de un Estado pero que no pueden ejercer realmente su derecho a la elección de representante político en una moderna democracia representativa, y con más de treinta años esperando que alguna ley orgánica o reforma constitucional haga el milagro, ya somos conscientes de que no hay reforma que valga para conseguir una separación efectiva de los poderes judicial, legislativo y ejecutivo con el actual régimen de bipartidismo.   Usuario en tu propia patria. Es triste, pero así es. Los españoles nos sentimos como los turistas alemanes o ingleses en nuestras ciudades costeras: hacemos uso de los servicios estatales, autonómicos y municipales, pero sabemos que las decisiones del gobierno y del Estado, de la comunidad autónoma y el municipio están en mano de “extranjeros”. Es más señorita, cuando vamos de turistas a otros países nos sentimos más ciudadanos que en España.

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