La próxima reunión del Grupo G-20, los ocho países más ricos de la tierra y aquellos que aspiran a serlo, que se celebrará en Londres a primeros de abril, servirá para poner de manifiesto las divergencias que existen a la vista de las posturas que están exhibiendo y la necesidad de un liderazgo para salir a flote de la crisis. A efectos expositivos las voy a clasificar en tres: Estados Unidos (EE.UU.), los miembros participantes de la Unión Europea (UE) y los países emergentes. La nueva Administración de EE.UU. ha optado por actuar con rapidez utilizando una artillería brutal, aunque ello conlleve efectos colaterales. No le importa aumentar el Gasto Público en servicios públicos esenciales (sanidad y educación) y en infraestructuras básicas expansivos en mano de obra; ni que el balance de la Reserva Federal se incremente en más de cuatro billones (millones de millones) de dólares, ni tiene escrúpulos en asociarse con los inversores privados para que le ayuden a limpiar los “activos tóxicos”. “No quiere saber si son galgos o podencos, constitutivos de la crisis o secuenciales de sus efectos sobre la contracción del crédito. Lo que le importa es combatir el desempleo…” (Antonio García-Trevijano) y apagar el fuego financiero. Después analizarán las causas que lo originaron y las medidas preventivas que se pueden adoptar para que no vuelva a ocurrir.   A este lado del Atlántico, la mayoría de los Gobiernos se han limitado a tomar medidas a rebufo de lo que está haciendo el Gobierno de EE.UU., observando sus actuaciones con distinta óptica: hay quien califica estas medidas como un autentico ataque al liberalismo económico que marcan “el camino al infierno” (Mirek Topolanek); otros, ataviados de soberbia, subestiman el impacto de la crisis en sus economías nacionales pensando que el Estado de Bienestar, implantado en muchos de ellos, necesita menos medidas fiscales para activar la demanda (Durao Barroso) y que lo único que hace falta es esperar los efectos de las medidas aplicadas; un tercer grupo ve con buenos ojos las actuaciones del Gobierno de Barack Obama, aplaude la nueva socialdemocracia que viene de EE.UU. con la expansión de los servicios públicos y aboga por un riguroso análisis de su eficacia, pues piensan que no basta con refugiarse en ellas sin antes demostrar su superioridad (Jordi Sevilla). ¿Cuál será la postura del Gobierno español, con un sistema financiero tan ejemplar? ¿Publicar un Decreto Ley un domingo, por sorpresa, para intervenir la Caja de Castilla la Mancha?   Los países emergentes, que acuden a la cita, no forman un grupo homogéneo, y llevan en su agenda el problema más acuciante de su país (exportaciones, demanda de petróleo, ingentes reservas en dólares, proteccionismo, etc.) y esperan que de esta reunión salga un país y una persona que lidere la recuperación, ya que muchos de ellos opinan que han sido los países ricos los que han causado esta crisis y tienen que ser ellos los que deben sacarnos de ella.

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