Con el beneplácito y la tutela del grueso de la Unión Europea, Kosovo proclamó el 17 de febrero de 2008 su independencia de Serbia. El ministro Moratinos señaló que España no sería de los primeros países en reconocer al nuevo Estado, pero que no descartaba hacerlo a medio plazo. Más tarde, la guerra de Georgia, y el consiguiente reconocimiento ruso de Abjazia y Osetia del Sur, parecen haber convencido a Zapatero de la prudencia de respetar la inviolabilidad de todas las fronteras.   Tras un año sumidos en la esquizofrenia de mantener tropas en Kosovo y al mismo tiempo no aceptar misiones (como la formación de un cuerpo paramilitar) que pudieran contribuir a consolidar un Estado que España no tiene intención de reconocer, doña Carmen Chacón ha cogido por sorpresa a los socios de la OTAN y a su propios compañeros de Gobierno -con una ejemplar descoordinación entre los ministerios de Defensa y Exteriores-, anunciando una intempestiva retirada que obedece a una “firme decisión política” y no a la frivolidad del impulsor de la Alianza de Civilizaciones.   La reacción estadounidense ha sido, primero, de estupefacción, y después, de profunda decepción. Alarmado por contrariar a Obama, Zapatero ha ordenado a su ministra preferida dar marcha atrás. La retirada se pospone sine die, y en todo caso, se realizará de manera flexible y escalonada, y atendiendo al criterio de los mandos militares sobre el terreno kosovar. Y para disipar cualquier duda acerca de las veleidades del Gobierno español, éste está dispuesto a colaborar con la nueva administración estadounidense, respaldando con más tropas la “misión” en Afganistán.   Por su parte, los nacionalistas catalanes que se miran en el espejo de Kosovo, lamentan la repentina alergia de Zapatero a aceptar el hecho de la independencia de Kosovo. De momento, ERC, daría su apoyo parlamentario al Gobierno central a cambio de importantes traspasos de competencias y suculentas concesiones financieras, sin pedir a Zapatero el reconocimiento de su derecho a la autodeterminación para independizarse de una vez por todas, quizás creyendo que basta (al igual que con la secesión de Kosovo) con que el resto de Europa lo haga.   hechos significativos   Montilla da “todo su apoyo” a los expeditivos desalojadores de la Universidad de Barcelona.   Hugo Chávez, henchido de sabiduría, anima a Obama a salir de su “pobre ignorancia” respecto a la situación latinoamericana, leyendo y estudiando más.

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