En un artículo publicado en “El País” en su edición del sábado 24 de enero y titulado “Reformas constitucionales” el expresidente de la Junta de Extremadura, Don Juan Carlos Rodríguez Ibarra, describe con toda pobreza imaginativa, como la realidad tecnológica ha cambiado desde la aprobación de la Constitución del 78, donde “la única realidad que existía era la realidad física, la que se podía tocar, mientras que hoy, la realidad ha cambiado sustancialmente; ya no es sólo física sino que también es virtual, hasta el punto de que este artículo y todo el periódico que tiene el lector en sus manos se ha hecho física y virtualmente.”   Para Ibarra, la realidad virtual ha transformado los conceptos de identidad ya que “Dos personas que apuestan decididamente por la digitalización y por las posibilidades que ofrece son de la misma identidad, independientemente de que uno hable catalán o vascuence y otro castellano o portugués.” Confundiendo así el medio con la biografía y el mensaje. El concepto de frontera ya que según Ibarra “Las fronteras ya no son las cicatrices que dejó la historia sobre los países, sino la raya que separa a los que están conectados o no”. Como si los sujetos de derecho público hubieran desaparecido y se necesitara un visado para acceder a la red. El concepto de valor económico ya que ”La economía tradicional se basaba en la escasez como factor que añadía valor a las cosas; los diamantes son caros porque son escasos, mientras que ahora es la sobreabundancia la que añade valor al producto (cuanto más teléfonos móviles existan en el mundo, más valor tiene el móvil que cada uno de nosotros tenemos en el bolsillo).” Como si la teoría de la utilidad marginal se hubiera quedado obsoleta por el uso del teléfono móvil o el valor de la información dependiera de la cantidad y no de la calidad aportada. Para rematar la faena, Ibarra afirma que los jóvenes no están interesados en cómo funciona el Senado o sobre la sucesión real, y que si discutimos sobre esto “no llegaríamos a un acuerdo”. Como si necesitáramos del consenso y no de un período constituyente y de la decisión por mayoría para aprobar una Constitución. Para colmo, la propuesta de reforma Ibarra, se concretiza en proteger los derechos de los sujetos que ya no son “analógicos” como si la verdadera y única esencia de una Constitución no fuera la de separar los poderes del Estado, única preocupación del ciudadano en el reino de la corrupción institucional. De pena.   Juan Carlos Rodríguez Ibarra (foto: Luis Carlos Díaz)

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