Battle of the Books, edición de 1705 * Abejas y arañas La forma más antigua de cultura es la agricultura, cuidar aquello que crece es una manera de construir. El cultivo de la naturaleza o de uno mismo, tienen en común el culto a la libertad, porque en esta habita la luz y con ella nos desarrollamos. Los griegos pusieron el sentido de la vida en el ocio; estudio y afición, quehacer y vocación se funden en una misma realidad. El «ocio estudioso» proporciona los hábitos y los recursos para esclarecer la madurez, sabiendo bien lo que se sabe y haciendo bien lo que se hace. El conocimiento requiere un lugar en la memoria, amiga leal, que incorpora capacidad para reflexionar sobre el pasado y proyectar el futuro. La inteligencia tiene un ingrediente de juego, para jugar es necesario imaginación. Los libros son cajas que guardan memoria e imaginación, aprender de ellos es apoderarse de ideas para enfrentarse a lo mundano y sus modas.   Los modernos escinden cultura y trabajo, el trabajador es empleado en ocupaciones difíciles de amar; la negación del ocio conlleva el negocio, el sortilegio de ociosidad y diversión aleja de la mismidad y degrada. La construcción cultural contemporánea, entregada a orgías electrónicas y burocráticas vive en un perpetuo presente. La propagación igualitarista de la palabra cultura como palabra contenedor para todo, ha sido obra de las industrias e ingenierías llamadas culturales; una camarilla de dinosaurios rellenos de espuma que proyecta la penumbra gris de su megalomanía en un pantagruélico festín vanidoso sobre un fondo de humo; excrecencia cultural de un régimen que infecta todo lo que toca, con devotos culturales, que como a la misa dominical, asisten al teatro, al concierto o al museo y loables actos cívicos convertidos en placebos, donde se acomodan artistas y sus pastiches.   Jonathan Swift escribió en 1697 La batalla de los libros antiguos y modernos. Una abeja vagabunda simboliza a los antiguos. Con «un par de alas y una gaita» visita las flores de todos los rincones. Tras largas búsquedas, mucho estudio, buen juicio, y capacidad para llenar las colmenas de miel y cera, proporciona a la humanidad dulzura y luz. Los modernos están representados por una orgullosa araña doméstica que hila y teje su castillo con sus propios excrementos, produciendo solo veneno y la ruina de los insectos y parásitos del momento.

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