Campaña de Barack Obama Frente al piélago de calamidades que entenebrece el mundo sobresale una masa inerte de fatalismos recalcitrantes, monsergas jeremíacas y escepticismos ramplones a la que hay que desplazar para dar anchurosa cabida a la respuesta intelectual y moral que se concentre en una acción política internacional generada, controlada y derogada bajo formas democráticas.   La vastedad de semejante aspiración requeriría un cuerpo electoral que comprendiese todos los pueblos que hubieran conquistado y garantizado la libertad política a través de sus constituciones. Este “demos” elegiría por separado, una Asamblea de representantes y un poder ejecutivo cuyas respectivas atribuciones se ceñirían a las relaciones entre Estados con una forma de gobierno democrática y entre éstos y los que no la tuvieran. Una Autoridad Judicial independiente, mediante sentencias de obligado e inmediato cumplimiento, dirimiría los litigios entre países con sistemas democráticos.   La ONU, la OTAN, el FMI, la UE, etc.., son productos, más o menos acabados, de una mezcolanza de relativismo moral, indiferentismo político y dogmatismo económico. Las relaciones internacionales estarán permanentemente abocadas a la injusticia y la crueldad, o sea, a la ley del más fuerte, mientras no haya un Derecho Internacional que sea civilizado, y éste no será verdadero o efectivo hasta que no se establezcan instituciones democráticas que lo produzcan y apliquen.   Pero, ¿qué es esto: idealismo racional o ilusionismo celestial? ¡Concebir un proyecto político de tales dimensiones cuando la democracia es una rara avis in terris! En efecto, sin ser utópica, una constitución democrática internacional lo parece debido a la dificultad de su realización por la escasez del elemento democrático en la composición política del mundo.   La destrucción como alternativa universal del autoritarismo político que el comunismo representaba, ensancha la oportunidad histórica de acometer también la demolición de la realidad oligárquica. Estos sueños de libertad global sin duda están inspirados por los conciliábulos internacionales de oligarcas y la llegada a la presidencia de EEUU de un hombre que dice querer cambiar el mundo.

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