Todo Régimen trata de reproducir desde el poder las condiciones sociales que aseguren su vigencia. Por ello se construye, entre otras cosas, una legitimación posterior. Ésta actúa como la vía de asunción del statu quo que conecta coherentemente el pasado con el momento actual y le da sentido histórico.   Tras el toro (foto: José Moreno) Tal operación desempeña una función formal independiente de su contenido, por lo que, aparte de su mayor o menor grado de abstracción o racionalidad, adquiere categoría de mito fundacional. Solamente cuando el orden político-institucional es resultado de un proceso público previsto según unas reglas éticas objetivas, su justificación puede acercarse tanto a la sinceridad que, continuando vigentes las referidas normas fundadoras, le acompaña implícita.   El pasado legitima. La Historia se convierte, así, en un instrumento para apuntalar el presente. Como la realidad actual puede experimentarse tan palpable como tozuda, es mucho más fácil modelar convenientemente lo ya acontecido, o en todo caso asegurar su coherencia con la ocultación del ahora. Pero la chabacana manipulación deja su rastro imborrable en el forzado anacronismo. No obstante, pasado algún tiempo, la apropiada y conveniente diacronía se asume y clausura entre los usuarios del poder.   La pertinaz controversia pública y partidista sobre nuestro pasado reciente es la prueba definitiva de que la Monarquía actual no tiene legitimación posible, más aún se nutre de la forzada división de los españoles para perpetuarse, precisamente por remontar su abolengo, en contra de lo que suele decirse, en la Segunda República.   La inconstitución nacional, resultado del degenerado consenso autonómico de reparto proporcional del poder, necesita apoyarse en el cinismo y la cobardía, cuando no en la ignorancia de docentes, intelectuales y periodistas, todos ellos reverentes al mismo Estado que soportan y que les soporta. Y aun sobrepasados por su podredumbre, la atribuyen falsamente a un mal de partido, todo por negar a los españoles la publicidad de un cambio institucional que nos conduzca a la democracia, algo que ellos también temen afecte a su influencia, posición y cartera.

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