Ángela Merkel y Nicolás Sarkozy (foto: RFCM) Los dirigentes políticos mundiales buscan una nueva refundación de la “arquitectura” política económica. Para ello necesitan una perspectiva más realista, humanística y democrática. Esa perspectiva tuvo su origen en el arte del Renacimiento.   Cuando Brunelleschi descubre la perspectiva central en la representación estética cambia con ello la visión del mundo para los espectadores acostumbrados al relato dogmático religioso-político expuesto en los templos católicos.   Ghiberti la reprodujo en las puertas del poder eclesiástico y, además, enseñó a los demás artistas y orfebres, asegurando, con ello, la vida de la nueva visión humanística. El hombre del Renacimiento y, en definitiva, el hombre moderno – nosotros mismos- es heredero de tal creación técnica de la perspectiva que introduce el tiempo y el espacio real en las imágenes y ayuda a la formación de la conciencia individual y libre.   El hombre moderno consigue recuperar el orden seguro de las matemáticas y de la geometría, y a la misma vez, empieza a dudar de las creencias impuestas por la tradición gótica (medieval) porque su posición y subjetividad como espectador y ciudadano es la que determina la vida de la representación, incluso de la imagen bíblica.   El hombre moderno primero humaniza a la palabra divina, en un segundo momento consigue lo mismo con la creación objetiva de la ley de la naturaleza, humanizándola, y por último –porque es cuestión de poder- quiere saber la realidad del comportamiento político. Desde entonces intentamos crear y comprender las reglas mejores del juego político para conseguir la más perfecta democracia.   Las normas fundamentales de las instituciones democráticas y su funcionamiento, herederas de la perspectiva del Renacimiento son las de la República Constitucional. Ellas hacen imposible el gran engaño de la oligarquía financiera a los ciudadanos libres: que éstos acepten servilmente su pérdida de poder adquisitivo, crisis económica y endeudamiento generacional. Sin cambiar la partidocracia no podrán ver la perspectiva humanística y democrática.

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