Cuando era pequeña uno de los cuentos con moraleja que más me gustaba era el de El pastor mentiroso. ¿Era el pastorcillo un bromista, era alguien que quería llamar la atención atrayendo las acciones de los demás? ¿Era un desgraciado que se merece lo peor? ¿Se merecía la actitud impasible de los campesinos cuando se había reído de ellos y en castigo le dejaron tirado? Este cuento siempre me ha tenido alerta. La verdad y la mentira sobre las cosas son dos conceptos que han existido siempre y a los que hoy no se les concede ninguna importancia. Se es mentiroso, se es tramposo y traidorr y  parece que todo el mundo lo es y no pasa nada. ¡Puaf! Hoy, no pasa nada  porque todo lo que está a nuestro alrededor es una mentira y nos tenemos que aguantar. Los políticos, son mentira, mentira es la evolución de la vida en sus sucesos, la mayoría de ellos maquillados con pinceles de peligrosa mentira. ¿Es mentira hacer una cosa y decir otra? ¿Son mentira las ficciones? Un escritor ¿es un mentiroso? claro que no o claro que sí, según se mire.

Mentir está en contra de los cánones morales de muchas personas y está específicamente prohibido como pecado en muchas religiones. La tradición ética y los filósofos están divididos sobre si se puede permitir a veces una mentira (pero generalmente se posicionan en contra): Platón decía que sí, mientras que Aristóteles, san Agustín y Kant decían que nunca se puede permitir. ¿Qué se siente cuando estamos al lado de un mentiroso? Dejaríamos nuestros hijos en manos de uno de ellos? ¿Somos tolerantes con los mentirosos o por el contrario matamos a saco cuando descubrimos a alguien que no dice la verdad? Ocultar la verdad y mentir son dos cosas bien diferentes. Por ejemplo, en el caso de las víctimas de una guerra, se puede y se entiende mentir, en función de las circunstancias,  para proteger a personas de un opresor inmoral, esto suele ser permisible.

Convivimos con la mentira -histórica también- en todos los dominios y vemos cómo mentir conlleva Poder. El poder se sirve de la mentira para poder existir, para poder ser. Según parece y dicen algunos expertos mentir supone un esfuerzo mucho mayor a la persona que decir la verdad. Supongo que se cavila mucho más. Digo yo. Pero se miente en las relaciones, en los trabajos, no hablemos de la política y los Estados donde no hay una verdad que valga la pena de ser mencionada. Nadie cae en los hilos que realmente mueven los asuntos y que están detrás albergados en mentiras y dirigiendolo todo. A lo largo de la Historia son numerosísimos los ejemplos que tenemos de personajes y de hechos históricos de los que nunca y digo nunca se conocerá la verdad: El suicidio de Marilin Monroe, la muerte de Kennedy, la muerte de Juan Pablo I, la vida interna de Napoleón o de Hitler, las guerras, Franco…son algunos sencillos ejemplos nombrados a botepronto,  miles y miles de personajes que con la mentira pasan a ser Mito, beneficiándose de ese entramado claramente.

San Agustín –como saben muchos de los lectores de este Diario- distinguía ocho tipos de mentiras: las mentiras en la enseñanza religiosa; las mentiras que hacen daño y no ayudan a nadie; las que hacen daño y sí ayudan a alguien; las mentiras que surgen por el mero placer de mentir; las mentiras dichas para complacer a los demás en un discurso; las mentiras que no hacen daño y ayudan a alguien; las mentiras que no hacen daño y pueden salvar la vida de alguien, y las mentiras que no hacen daño y protegen la “pureza” de alguien. Casi nada. Por otra parte, San Agustín aclara que las “mentirijillas” no son en realidad mentiras. La mentirijilla es simpre muy relativa. El filósofo Leo Strauss acentuó la necesidad de mentir para ocultar una posición estratégica, o para ayudar a la diplomacia o politese que dicen en Francia y en ese sentido se permite, como las mentiras piadosas de los médicos. Un médico ¿debe mentir ocultando la verdad a un paciente que no tiene oídos para oír o a su familia que de ninguna manera pueden escuchar la verdad sobre ese familiar moribundo? Esto entra dentro de la categoría de mentira piadosa o en ocultar un hecho en “beneficio” del otro.

Las mentiras de pareja ¿son admisibles cuando ocultamos por ejemplo, una infidelidad para no hacer sufrir al otro? Esto, también lo he visto en personas de ética y moral elevada, ocultando a su pareja una infidelidad porque en realidad ya ha pasado y ha quedado atrás. Osea que justificamos los hechos con el tiempo. Hay mucha gente en efecto que justifica sus acciones con lo del ya ha pasado como si uno no fuese responsable de dicha acción. Esa persona ha sido engañada y punto, la hemos engañado. Por qué en el lenguaje amoroso se miente tanto? Quizás porque todo forma parte de las emociones y no de los pensamientos. El otro día, un amigo me hablaba dolido de una mujer que le dijo: “te quiero” y al día siguiente le mandó a la porra como se dice habitualmente. ¿Estaba entonces mintiendo? Cómo se responde a la mentira? El problema, creo yo es que nadie responde al por qué de mentir, es decir, que aquella chica con mi amigo en ese momento habrá sentido algo parecido al amor y no ha pensado cuando ha hablado, en lugar de callarse y esperar tiempo para ver si lo que siente es verdad, pues no, hablamos y hablamos sin tener en cuenta los sentimientos del otro, jorobando su vida sin que seamos consecuentes entre lo que decimos y lo que hacemos. Difícil tema.

Luego está la mentira destructiva que entra en el terreno de la calumnia y que es muy pero que muy habitual y cotidiana. Las mujeres lo sufrimos bastante y de forma más destructiva, aunque últimamente he visto hombres calumniados con cosas sorprendentes e igualmente destructivas. ¡Así son las cosas! Decimos cosas y acciones negativas de otra persona para hundirla y desprestigiarla. Muy común en la sociedad de hoy sobre todo cuando existen además -y esto es el colmo- programas de televisión donde pagan a la gente por mentir. Qué básica destrucción de la ética y la moral de las personas de bien. Otros, al mismo tiempo se entretienen viendo, escuchando y opinando sobre las mentiras que los programas del corazón cuentan cada día. Supongo que una calumnia o una mentira no es nada si no hay unos oídos que le dan veracidad, que la hacen real. Un horror.

Lo que estudiábamos en la Facultad era la famosa paradoja del mentiroso y lo recuerdo bien, y es en realidad un conjunto de paradojas relacionadas. A través de los siglos, el interés por resolver esta paradoja y sus variantes ha impulsado una enorme cantidad de trabajo en semántica, lógica y filosofía en general. El ejemplo más simple de la misma surge al considerar la oración: «Esta oración es falsa». Dado el principio del tercero excluido, dicha oración debe ser verdadera o falsa. Si suponemos que es verdadera, entonces todo lo que la oración afirma es el caso. Pero la oración afirma que ella misma es falsa, y eso contradice nuestra suposición original de que es verdadera. Supongamos, pues, que la oración es falsa. Luego, lo que afirma debe ser falso. Pero esto significa que es falso que ella misma sea falsa, lo cual vuelve a contradecir nuestra suposición anterior. De este modo, no es posible asignar un valor de verdad a la oración sin contradecirse. Sin embargo, esta paradoja muestra que es posible construir oraciones perfectamente correctas según las reglas gramaticales y semánticas pero que pueden no tener un valor de verdad según la lógica tradicional. La paradoja de Epiménides precursor de la paradoja afirmando “todos los cretenses son mentirosos” o “todos los cretenses mienten” algo así,  ha dado y da gran juego en las aulas de filosofía.

Es mentira la imagen de un escritor en su relación con lo que escribe? ¿Tiene que ser forzosamente cierto todo lo que se escribe y cómo se relacionaría esa verdad? ¿Debe relacionarse lo que se escribe con lo que la persona Es de Ser? Yo, desde mi punto de vista relaciono la paradoja con los escritores donde todo lo que hablamos o decimos -en esto tenemos la ventaja de que quedan escritas- se puede repasar, cuestionar. Somos pura paradoja contínuamente -porque construimos frases u oraciones que son correctas pero que si se relacionan con la persona, osea con el que escribe, podemos desgranar amplias mentiras con respecto al escritor como persona, aunque no con lo que escribe. ¿Qué es verdad lo que se escribe o el escritor? ¿Cómo se relaciona lo que se ha escrito con el escritor? Lo mejor es no relacionarlo, lo que se dice muchas veces no significa lo que se es. Los escritores somos complejos y tenemos un papel enormemente complicado apariencia, de imagenes contrarias con las verdades, las mentiras, los conceptos, la gramática, las ideas…pero no somos mentirosos.

 Rosa Amor del Olmo

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