PACO BONO SANZ
El Rey felón abandona el trono, y lo hace entre los aplausos de su oligarquía. Políticos del Estado, empresarios del Estado, sindicatos del Estado, el Estado neofranquista en pleno se levanta sobre su corrupción con una sonrisa forzada y podrida. Los ojos del rey no tienen lágrimas, sus ojos de monarca de papel son dos cristales sin brillo. Su piel se ha secado, como su espíritu y su alma. ¿Qué le atormenta? ¿Qué puede atormentar el espíritu un ser inviolable? ¡Sus pecados! ¡Pero si no tiene moral!
Juan Carlos deja una España en peor situación política, económica y moral que la que tomó de manos del dictador Franco y en contra de la voluntad de su padre, Don Juan. Sus ansias de lujo y privilegio, así como sus vicios y su ignorancia política han llevado a España incluso a la ruptura de su conciencia de unidad. Durante su reinado, se ha practicado la corrupción a todos los niveles ante la inacción de un pueblo que continúa con los hábitos del franquismo en una España en la que no se oye ni una palabra de libertad en el discurso de quienes pretenden convertirse en adalides de un cambio de régimen.
Los reaccionarios de Izquierda Unida y los separatistas de Esquerra Republicana salen ahora a la calle para gritar “República” en la cara de quien les ha dado de comer desde que Santiago Carrillo traicionara la ruptura con el franquismo y se sumara al consenso. El día de la coronación de Felipe se vieron dos manifestaciones: una oficial, la de la comitiva del nuevo rey que se trasladó por el centro de Madrid a imitación de Franco, pero sin la pasión que aquél despertaba; y otras reaccionarias, en las que jóvenes viejos caminaron con viejos que nunca fueron jóvenes, debido a sus ideas viejas y a su deseo de retorno a la fracasada Segunda República como única alternativa para la renovación de la cabeza de la oligarquía de partidos (acompañados en muchas ciudades de España por los independentistas; qué gran contradicción).
Sólo unos millares de repúblicos clandestinos nos hemos movilizado para la difusión y la defensa de la libertad colectiva, la suma de todas las libertades individuales, la república de la libertad, la República Constitucional y su democracia representativa. Esta semana triste e histórica tiene música de Candilejas. Demasiadas emociones juntas para quienes amamos tanto a España como para no concebirla de otra manera que con libertad política. Los oficialistas, los reaccionarios y los independentistas buscarán la fundación de un nuevo consenso con el que repartirse el poder y la riqueza. Pero España no soportará más mentiras, so pena de su desaparición como Nación. Ellos anteponen su régimen y sus privilegios a la objetiva existencia de España. Nosotros sabemos que sin España no puede haber república ni libertad. Por eso nuestro grito seguirá escuchándose: ¡Libertad Constituyente ya!