El próximo domingo habrá nuevas votaciones en el País Vasco y Galicia. A los gallegos y vascos se les presenta la misma disyuntiva a la que se han enfrentado dos veces en los últimos nueve meses: votar en un sistema que ha trucado sus reglas de juego para sostener los privilegios de unos pocos o negarse a cooperar con el fraude electoral proporcional. Esto es, someterse a quienes secuestran nuestra libertad política o conquistarla individualmente mediante el ejercicio de la abstención.

Los tiranos siempre han contado con partidarios entre los tiranizados. Son los que obtienen algún tipo de beneficio con la permanencia de la tiranía y los que se han puesto en situación de esperar obtenerlo próximamente. Los tiranos siempre tienen apoyos. Si no fuera así, nunca habría habido tiranías. Basta con que éstas rieguen con privilegios a los espíritus mezquinos para que crezcan robustas las semillas de la servidumbre voluntaria.

La tiranía política que soportamos no es la de un hombre o un grupo de hombres. Es un mecanismo. Es un engranaje que nunca se detiene, que avanza durante el día y también durante la noche. Cambia de nombres y de caras. Y con una omnipresente propaganda hace creer a los tiranizados que son ellos los que intervienen y producen esos cambios.

El tirano es, en realidad, el mecanismo. La tiranía son las reglas del juego político actual. Los actores de la tiranía -esto es, los jefes temporales de cada partido estatalizado- pelean entre sí por el control del mecanismo. Los tiranizados -esto es, los españoles que no forman parte de la maquinaria- son espectadores de las luchas por el poder. La tiranía permite a éstos últimos expresar su apoyo a uno de los que aspiren a ocupar el puesto de jefe de máquinas del Régimen del 78, pero no les permite elegirlo porque cada uno de ellos se elige a sí mismo de entre los partidarios de su facción comprándolos con el reparto anticipado del botín que para ellos es el control de la máquina del Estado.

La maquinaria actual es la liquidación de la libertad política. Es el artefacto mediante el que el juego político queda reservado no a las personas, sino a los partidos que se integran en el Estado. Atrincherados en el Estado, los partidos detentan la libertad política y los derechos políticos que emanan de ella. ¿Son acaso los partidos sujetos de derechos políticos? ¿Qué monstruosidad es esta que niega derechos políticos a los seres humanos y se los entrega a asociaciones de personas?

Los partidos son inevitables porque son la consecuencia de la inalienable libertad de asociación. Al contrario de lo que afirma la propaganda desde hace décadas, la realidad es que los partidos no constituyen la libertad por la sencilla razón de que son una consecuencia de la libertad. Aristóteles enseñó a la humanidad que la parte no puede existir sin el todo porque el todo precede a la parte. Por esta sencilla razón, los partidos -que son una parte de la libertad y de ahí el nombre de partidos- no pueden preceder al todo político que es la libertad -el fundamento de todas las cosas, en palabras de John Locke-.

En los sistemas electorales proporcionales se vota a partidos, que son partes. Esto implica la renuncia voluntaria al todo que es la libertad política.

Con un sistema uninominal por mayoría a doble vuelta se elige a personas. Este es el ejercicio de la libertad política: elección directa del Gobierno por parte del conjunto de todos los gobernados; y elección directa de cada representante por parte de sus representados.

Los únicos sujetos de derechos políticos son los seres humanos. La atribución de derechos políticos a los partidos es la barbarie totalitaria. Allí donde estos derechos se atribuyen a los partidos es porque han sido arrebatados a los seres humanos. Los dos no pueden tenerlo al mismo tiempo.

El disfrute de la libertad política y de sus derechos políticos por parte de partidos políticos es la constitución de la oligarquía política. Los intereses de toda oligarquía están siempre enfrentados a los intereses de todos los seres humanos que no forman parte de ella.

El disfrute de la libertad política y de sus derechos políticos por parte de los seres humanos es la constitución de la democracia.

¿Quieres cooperar -legitimándola con tu voto- con la oligarquía política que ha secuestrado tus derechos políticos? ¿O quieres conquistar tus derechos políticos negándote a legitimar a los oligarcas? Voto a la oligarquía o abstención política activa hasta poder elegir en lugar de votar. Sometimiento o libertad política. Es una elección sencilla.

@Javier_Torrox

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