Paco Bono

PACO BONO SANZ

No ha leído mal, querido lector, los Nules al sol. Y es que pretendo en este artículo referirme al caso de David García Pérez, un joven de 24 años que se ha convertido en el nuevo alcalde de la Villa de Nules (Castellón), una localidad de poco más de 13.000 habitantes. Hasta aquí, al margen de la edad del protagonista, todo parece normal. Sin embargo, queridos amigos, este hecho me va a servir para denunciar lo perverso del régimen de partidos. Porque para comprender lo sucedido en Nules, debemos asumir la realidad política que sufre España. ¿Qué régimen de poder hay en nuestro país? La monarquía de partidos, la partidocracia. Los partidos son órganos del Estado, porque están financiados por el Estado, lo que los convierte en enemigos de la sociedad civil.

 

Las pasadas elecciones municipales determinaron el siguiente reparto de concejalías entre los partidos que lograron representación en Nules: el Partido Popular obtenía 8 concejales, el PSOE lograba 4 concejales, 3 conseguía la agrupación electoral de “Compromís” y “Esquerra Unida del País Valencià”, 1 Independientes Populares de Nules (IPN) y otro, Ciudadanos de Centro Democrático (CCD), el partido de David García Pérez, que sumaba 457 votos, un 6,33% de los sufragios. El 9 era la cifra mágica que otorgaba la mayoría absoluta. A Mario García, el candidato del Partido Popular, que aspiraba a un tercer mandato, se le ponían las cosas muy complicadas, ya que de los dos posibles socios de gobierno, uno, el de IPN, procedía de una escisión de su propio partido, y el otro, CCD, había declarado públicamente “que no pactaría con el Partido Popular porque deseaba un cambio de siglas en el gobierno municipal”. Así que no quedaba otra opción que la de gobernar en minoría mediante pactos puntuales o la de que fraguara un acuerdo entre los cuatro partidos que juntos alcanzaban la mayoría necesaria para formar gobierno.

 

Y así fue. Mario García se quedó sin su alcaldía y David García Perez fue investido alcalde gracias al acuerdo firmado entre los mencionados cuatro partidos. 24 años, 457 votos y un pacto. ¿Qué más da que los partidos con los que has pactado tengan ideologías contrarias a las tuyas? ¿Qué importa lo que hayas prometido al ingenuo electorado que todavía cree en el fraude de las elecciones de listas de partido? Todo sea por el poder. Aunque no conozco en persona a David García Pérez, sí que le sigo desde hace años en las redes sociales. Siempre ha querido entrar en el juego, nunca ha hecho caso de mis mensajes de advertencia o de los post que le enviaba avisándole de que la crisis política de España no se soluciona con un cambio de partidos, porque no se trata de una crisis de gobierno, sino de Estado, de régimen de poder, cuya causa está en la falta de democracia. En España no hay democracia, porque no hay ni un sistema electoral representativo del elector (elección uninominal en distritos pequeños), ni una constitución que garantice los derechos y la igualdad de todos ante la ley y que determine la separación de poderes. Sin separación de poderes no hay constitución, como dice la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano en su artículo 16. Pueden tacharme de ingenuo porque intentara convencerle de su error. Sí, yo pensaba que era uno de esos jóvenes que se equivocan con buena voluntad. Pero el equivocado era yo respecto a él.

 

Es la falta de separación de poderes en origen la que ha facilitado que un joven con 457 votos, reitero, el 6,33% de los sufragios, se haya convertido en alcalde de una localidad de más de 13.000 habitantes. ¿Acaso con separación de poderes esto hubiera ocurrido? Con separación de poderes los concejales serían elegidos de forma uninominal y por mayoría absoluta (y a dos vueltas si fuera necesario) en distritos pequeños, y su función sería la de representar a su distrito (su barrio) en el Ayuntamiento y la de fiscalizar la acción del Alcalde, que sería elegido en elecciones distintas en un único distrito que conformaría todo el censo electoral de la localidad. ¿Sería David García Pérez alcalde de Nules si las elecciones fueran democráticas? ¿Somos conscientes de que con un sistema democrático, en unas elecciones a la alcaldía, el candidato ganador necesitaría por lo menos el 50% más uno de todos los votos emitidos? ¡El sistema electoral proporcional del régimen de poder en vigor es un horror! David quería un cargo, ya lo tiene. ¿Libertad política?, cero. ¿Democracia?, cero. ¡Oportunismo, poder, poder por el poder, por vanidad, por amor al cargo!, es decir, ¡fascismo! Ni más ni menos amigos. Quien después de saber esto, todavía vota, no tiene perdón.

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