Jose Maria Alonso 1

JOSÉ MARÍA ALONSO.

 A mi padre, con todo mi afecto

Si bien es cierto que el diccionario recoge los términos ¨lealtad¨ y ¨fidelidad¨ como sinónimos, y es frecuente escuchar cómo se utilizan de la misma manera en el lenguaje corriente, me gustaría advertir que pueden utilizarse de manera diferente.

Prefiero utilizar el término ¨fidelidad¨ para referirme a relaciones interpersonales, pudiendo ser unilaterales o bilaterales, y cuya mutualidad puede romperse por una de las personas.

Sin embargo soy partidario de utilizar el término lealtad referido al mundo de las ideas, pudiendo una persona ser leal o desleal a éstas. Se es leal a unos principios y se es leal a una determinada institución. Por poner dos ejemplos se puede ser leal a la Monarquía, como los tres mosqueteros de las novelas de Alejandro Dumas, o se puede ser leal a la República como por ejemplo el General de la Guardia Civíl Antonio Escobar Huerta en la Barcelona de 1936. Los primeros no eran fieles al rey como persona, pero eran leales a la Monarquía como institución, y el General Escobar quizá no estaba muy contento con  el gobierno de la II República pero fue un hombre de honor, defensor de la República y de la Constitución a la que había jurado lealtad.

Traigo el ejemplo del General Escobar  para poner de manifiesto cómo es posible teniendo una ideología determinada, ser leal a unas ideas y ponerlas por delante de los intereses particulares en beneficio de los colectivos. Al General le costó caro cumplir con su deber de lealtad al Gobierno legítimo: siendo católico y con un hijo que se pasó al bando de Franco, fue repudiado tanto por la derecha por mantenerse leal a la legalidad, como por la izquierda por su ideología de tendencia conservadora. Leal a la República hasta el final y pudiendo haber huido a Portugal  decidió permanecer junto a sus guardias, convencido de no haber hecho otra cosa que cumplir con su deber de guardia civil. Al final el propio Franco intervino en persona para asegurarse de que fuese fusilado.

Un ejemplo más actual de lealtad es el del abogado e intelectual Antonio García-Trevijano, quien pudiendo haber sido lo que hubiera querido en el régimen partidocrático repartidor de cargos y prebendas heredado de Franco, y que hoy tiene a Juan Carlos de Borbón al frente, decidió permanecer bajo Franco y bajo la Monarquía de Partidos leal a sus ideas. Trevijano ha estado trabajando todos estos años de manera lúcida y generosa durante su exilio interior, condenado al ostracismo político, para ayudar a los españoles a conquistar la libertad política colectiva, de manera que podamos decidir en referéndum electivo y no en plebiscito la forma de Estado (Monarquía o República) y la forma de Gobierno (Oligarquía Partidocrática o Democracia Representativa).

La libertad política colectiva por la que luchan Trevijano y el MCRC  no puede ser otorgada por nada ni por nadie. Ha de ser conquistada por los gobernados, arrebatándosela a los partidos estatales que la secuestraron al final de las dictaduras fascistas. Y la lealtad a esas ideas (exentas de ideología) es fundamental para lograrlo.

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