En el día en que la representante de escritores más afamada de España, Carmen Balcells, debía comparecer como testigo del “caso Urdangarín” y no lo hacía alegando que no le había llegado la cita judicial, otro acto literario tenía lugar en Barcelona. “Sonrientes y rodeados de un enjambre de cámaras de televisión y micrófonos, Artur Mas, José Ignacio Wert y Lara entraron, minutos antes de las diez de la noche, en el comedor improvisado en un gran salón del Palacio de Congresos de Cataluña donde un año más se celebra la cena del Planeta” explicaba el diario La Razón, propiedad del editor José Manuel Lara.

Al acto acudió lo más granado de la literatura y el periodismo español:  Alberto Vázquez Figueroa, Eduardo Mendoza, Ana María Matute, Lucía Etxebarría, Espido Freire y Angela Becerra, “además de rostros de la comunicación como María Teresa Campos, Luis del Olmo, Julia Otero, Risto Mejide y Núria Roca”, añade el diario de Lara.  Y como no, un jurado de lo más prestigioso e independiente: Alberto Blecua, Ángeles Caso, Juan Eslava Galán, Pere Gimferrer, Carmen Posadas, Rosa Regás y Emili Rosales.

Todos juntos escenificaron la reconciliación nacional. José Ignacio Wert, a un lado, al otro Artur Mas. Uno aseguraba que quería “españolizar” Cataluña, con evidente desdén a la lógica (Cataluña es España) y el otro, la independencia de España para unirse a la Corona vía Príncipe de Girona, título carnavalesco procedente de Aragón y otorgado por Don Juan a su hijo para que lo estampara en el pasaporte. Pero José Manuel Lara cumplió el encargo de Juan Carlos a la perfección: Mas y Wert, juntos tras la supuesta trifulca, cenando opíparamente en un certamen literario de baja estofa. La mejor imagen de España… y por lo tanto de Cataluña en el día en que se supo que más de 420.000 personas se fueron de España a buscar trabajo en los primeros nueve meses del año, 54.912 españoles: vieras en ensalada y un tronco de rape asado con tarrina de calabazas y patata con jugo de cítricos y azafrán (amarillo y rojo, colores de la senyera, pero sin el toque azul de la estelada), regado con Blanc de blancs y tinto y espumosos de Segura Viudas. La prensa oficializó el encuentro con sonoros y pomposos titulares y todos aplaudieron al escritor laureado, que ganó en buena lid a los más de trescientos incautos que soñaron con el dinero del premio. Todos fueron felices, comieron perdices y colorín, colorado, esta farsa se ha acabado.

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